ROMA, miércoles 29 de julio de 2009 (ZENIT.org).- Benedicto XVI se despidió este miércoles de los Alpes italianos dando las gracias a todas aquellas personas que le han permitido disfrutar de estos días, de vacaciones a quienes llamó ángeles de la guarda "invisibles".
Con estas palabras, Benedicto XVI se dirigió a los miembros de los diferentes cuerpos de seguridad, los bomberos, los miembros de la Protección Civil, que en estos 17 días han garantizado la serenidad de su estancia en Les Combes de Introd, en el Valle de Aosta.
Durante el encuentro, organizado hacia mediodía en la pradera que se encuentra junto a la casa de los salesianos que le ha acogido, el Papa bromeó sobre la fractura de su muñeca, viendo en el accidente una invitación de Dios a "la humildad".
"Queridos amigos, al final de estas semanas de vacaciones, sólo puedo decir de todo corazón 'gracias' por vuestro servicio tan competente, discreto y eficiente", dijo el Papa, según pudo escucharse después en una crónica transmitida por Radio Vaticano.
"Habéis sido como los ángeles --añadió--: los ángeles son invisibles, pero al mismo tiempo eficaces. Así os habéis comportado. Para mí, eráis invisibles, pero siempre eficaces".
Benedicto XVI reconoció que ha pasado días de descanso, sumergido en una "paz celestial", un silencio interrumpido por los "sonidos del Creador", como el de los pájaros.
"Por desgracia, mi ángel de la guarda no ha impedido mi accidente, siguiendo ciertamente 'órdenes superiores'... Quizá el Señor quería enseñarme más paciencia y humildad, darme más tiempo para la oración y la meditación", añadió.
El Papa, además, conversó con unos 35 jóvenes salesianos de la Inspectoría del Piamonte, que están participando en un encuentro de formación en el Valle de Aosta.
Los periodistas que se encontraban presentes también pudieron sacarse una foto con el Papa y le dirigieron algunas preguntas.
En la tarde, en torno a las 16.30, Benedicto XVI recibió el saludo del obispo de Aosta, monseñor Giuseppe Anfossi, de las autoridades regionales y de los responsables del Ayuntamiento de Introd.
A continuación, tomó un helicóptero que le llevó al aeropuerto Caselle de Turín y de allí voló al de Ciampino en Roma, dirigiéndose directamente a la residencia pontificia de Castel Gandolfo.
El padre Lombardi hace un balance muy positivo de estas vacaciones del Papa.
"Como todos sabemos", afirma en referencia a la fractura de la muñeca, este período "ha sido algo diverso de lo previsto. No ha sido tanto de escritura de otros capítulos del libro sobre Jesús, sino más bien de reflexión, de lectura y de oración, a consecuencia del accidente".