CIUDAD DEL VATICANO, lunes 15 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI ha querido lanzar un llamamiento al compromiso de los jóvenes con la sociedad, a través de su Mensaje para la XXV Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará el próximo Domingo de Ramos, 28 de marzo.
En este Mensaje, que la Santa Sede ha dado hoy a conocer, el Papa asegura a los jóvenes la importancia de sus elecciones vitales, de cara a la sociedad del futuro, y les invita a “mantener la esperanza”: “Os necesitamos”, reconoce.
Tras comentar el pasaje evangélico sobre el joven rico, del que se ha tomado el lema de esta Jornada, el Papa Benedicto XVI se remite al mensaje que en 1985 les dirigió Juan Pablo II, pidiéndoles que “no tengan miedo” a asumir sus propias responsabilidades.
“Quien vive hoy la condición juvenil tiene que afrontar muchos problemas derivados de la desocupación, de la falta de referencias ideales seguras y de perspectivas concretas para el futuro”, admite.
Ante esto, “se puede tener la impresión de ser impotentes ante las crisis y a sus consecuencias actuales”, pero el Papa invita a los jóvenes a no ceder al desánimo: “¡A pesar de las dificultades, no os dejéis desanimar y no renunciéis a vuestros sueños!”.
Al contrario, insiste, “el futuro está en las manos de quienes saben buscar y encontrar razones fuertes de vida y de esperanza”.
“¡Si queréis, el futuro está en vuestras manos, porque los dones y las riquezas que el Señor ha puesto en el corazón de cada uno de vosotros, plasmados por el encuentro con Cristo, pueden traer auténtica esperanza al mundo!”, afirma el Papa
“Es la fe en su amor la que, haciéndoos fuertes y generosos, os darás el valor de afrontar con serenidad el camino de la vida y a asumir responsabilidades familiares y profesionales”, añade.
Desafíos actuales
El Papa recuerda a los jóvenes algunos de los “grandes desafíos actuales”, que “son urgentes y esenciales para la vida en este mundo”, y que ya citó en su encíclica Caritas in Veritate.
Estos son, explica, “el uso de los recursos de la tierra y el respeto de la ecología, la justa división de los bienes y el control de los mecanismos financieros, la solidaridad con los países pobres en el ámbito de la familia humana, la lucha contra el hambre en el mundo, la promoción de la dignidad del trabajo humano, el servicio a la cultura de la vida, la construcción de la paz entre los pueblos, el dialogo interreligioso, el buen uso de los medios de comunicación social”.
“Son desafíos a los que estáis llamados a responder para construir un mundo más justo y fraterno. Son desafíos que requieren un proyecto de visa exigente y apasionante, en el que poner toda vuestra riqueza según el designio que Dios tiene sobre cada uno de vosotros”.
Pero, puntualiza, “no se trata de realizar gestos heroicos ni extraordinarios, sino de actuar haciendo fructificar los propios talentos y las propias responsabilidades, empeñándose en progresar constantemente en la fe y en el amor”.
“Cristo llama a cada uno de vosotros a comprometeros con Él y a asumir las propias responsabilidades para construir la civilización del amor. Si seguís su Palabra, también vuestro camino se iluminará y os conducirá a metas altas, que dan alegría y sentido pleno a la vida”, concluye.