El retrato fue un elemento esencial de la cultura romana y una de sus grandes contribuciones artísticas. Fue la imagen del poder, pero mostró también la dimensión humana de sus habitantes, del ciudadano.
Su uso se extendió por todas las provincias del Imperio y representó a todas las clases sociales, desde el patricio al liberto, desde el senador al magistrado de una pequeña ciudad provincial. La exposición Rostros de Roma, que tiene lugar este mes de mayo en el
Torreón de Lozoya, de Segovia, está formada por un excepcional conjunto de 15 retratos imperiales, representantes de las más importantes dinastías del Imperio romano. A ellos se añade un conjunto de 15 retratos privados, entre los que se incluyen piezas relacionas con el ámbito funerario, como sarcófagos y estelas.
Esta colección abarca, cronológicamente, desde el siglo I antes de Cristo hasta el III de nuestra era. En esta época se inmortalizan autores trágicos, poetas y filósofos, aunque la novedad más importante es la creación del retrato oficial monárquico, ilustrado por las efigies de Alejandro Magno que imaginó el escultor griego Lisipo, el cual, por decreto, era el único que podía esculpir el busto del conquistador.
La segunda parte de la exposición está dedicada a la dinastía de los Augustos y presenta los retratos de emperadores y miembros de las familias imperiales.
En este período aparecen los primeros ejemplos de propaganda gubernamental personificados a través de los bustos. Las piezas expuestas provienen de yacimientos de la antigua Hispania, como Tiermes (Soria) o Mérida, o de colecciones privadas, como la del Marqués de Salamanca.
La pieza central de Rostros de Roma es una escultura de la esposa de Augusto, Livia, procedente de los fondos del Marqués de Salamanca, que fue encontrada en el yacimiento de Paestum (Italia), al lado de otra de Tiberio, su hijo. Esta escultura es una rareza, porque resulta excepcional encontrar una escultura romana de cuerpo entero y con la riqueza de los ropajes que tiene ésta. Junto a esta pieza, aparece también otra de Livia como Fortuna o Abundantia (59/58 a.C.-29 d.C.), en la que se aprecia un gran pomo de frutas. En el mismo espacio se exhiben piezas de Nerón, de su madre Agripina, de su segunda esposa Popea, y de Marco Antonio.
La exposición se cierra con el apartado Cives romani, que muestra obras de época republicana, cuando el retrato romano privado cobró importancia, con la doble función de honrar a ciudadanos que habían destacado en el servicio a la ciudad, y de mantener viva la memoria de los difuntos de las familias ilustres.
V. Gutiérrez
Imágen : Estela funeraria, en mármol (mediados del siglo III)