ROMA, miércoles 9 de junio de 2010 (ZENIT.org – El Observador).- El Padre Luis Alfonso Orozco es un especialista en la historia de México. Nacido en León, Guanajuato, fue ordenado sacerdote en 1996. Pertenece a la congregación de los Legionarios de Cristo. Hizo su tesis doctoral sobre el tema del martirio en México durante la persecución religiosa de la primera mitad del siglo XX. Acaba de publicar “Héroes sin gloria. Semblanzas de algunos mártires y heroínas de nuestro tiempo” (Librosenred.com, 2010).
-Padre Luis Alfonso, ¿existen héroes sin gloria?
P. Luis Alfonso Orozco: Se trata de personas ejemplares cuyas vidas no las registra la historia oficial, pero que merecen ser contadas por el admirable testimonio de su fortaleza, de su fe y por lo que hicieron en bien del prójimo. La gloria humana vale bien poco delante de los méritos que obtiene el mártir o los santos, que ya se encuentran en el cielo, pero a todos nos ayuda conocer sus ejemplos de vida para estimularnos en la conquista de la virtud. En todas las épocas los héroes con o sin gloria siempre nos han estimulado en la lucha por el bien.
-Entonces, ¿cuál es el fin del volumen que acaba de publicar?
P. Luis Alfonso Orozco: Dar a conocer las historias de estas personas, en particular de algunas mujeres valientes, cuyos actos heroicos son casi desconocidos al gran público. Ponerlas ante los ojos del lector para que conozca unos hechos de vida muy positivos, donde el amor a Dios y al prójimo triunfan por encima de los peligros y de la desmedida atención que tantas veces prestamos a lo que nos ocurre en este mundo.
-En su libro, se nota un gran aprecio hacia la mujer. La mayoría de casos de martirio y de comportamientos heroicos que usted. narra se refieren a mujeres de México. ¿Por qué esta opción?
P. Luis Alfonso Orozco: México es el país de América que cuenta con más beatos y santos, pero de ellos sólo hay una mujer ya canonizada, santa María de Jesús Venegas de la Torre (conocida como la “Madre Naty”). Casi siempre se habla en los libros y narraciones acerca de mártires o de héroes, pero en cambio a la mujer se le tiene casi en el olvido. Yo he querido rescatar algunas de esas historias poco conocidas sobre heroínas y mártires, que son mujeres mexicanas grandes por su amor a Dios y al prójimo. Son recientes, vivieron durante el siglo pasado y llevan nuestros mismos apellidos, pero se les conoce poco.
-Hay una historia que destaca por su belleza humana: el caso de María Romo (“Quica”), hermana de santo Toribio Romo. ¿Qué encuentra usted en Quica para incluirla entre los héroes sin gloria?
P. Luis Alfonso Orozco: La grandeza humana que está detrás de la sencillez y discreción de Quica. Si Toribio Romo y su hermano Román llegaron al sacerdocio, humanamente en buena parte se debe a la abnegación oculta y desinteresada de María “Quica”, su hermana mayor, quien se sacrificó para ayudarles. Acostumbrada como estaba a la austeridad y pobreza de su rancho natal, Quica no pensaba en sí misma sino en cómo amar a Dios y ayudar a sus semejantes. Las virtudes cristianas eran en ella valores sociales, pues dichos valores se respiraban de modo natural en las familias numerosas y católicas de entonces.
Ayudó a sus hermanos menores a llegar al sacerdocio y continuó ayudando a seminaristas pobres hasta su santa muerte en Guadalajara, en 1959. La vocación de esta admirable mujer fue de ser hermana de dos sacerdotes, uno de ellos mártir y santo, y madrina de muchos seminaristas en su camino hacia el sacerdocio. Es una historia que merece ser contada, valorada. Los restos mortales de María “Quica” Romo descansan junto a los de su hermano Toribio, en la capilla de Santa Ana de Guadalupe, Jalisco.
-De las otras historias que Ud. narra, ¿cuál es la que más le ha impresionado y por qué?
P. Luis Alfonso Orozco: La historia de Candelaria Borjas y María Ortega, dos jóvenes colimenses que fueron miembros de las Brigadas Santa Juana de Arco, porque la suya es una historia martirial de heroísmo y de fidelidad a Dios y a sus conciencias. Nuevamente aquí tenemos el caso de dos valientes muchachas cuyos nombres son casi desconocidos; ellas han pasado por la historia “sin gloria” humana, pero al hacerles un justo homenaje en este libro se propone su testimonio como modelo de vida y virtud para los jóvenes de hoy, que afrontan retos y desafíos para la fe similares a los de ayer.
-Para las celebraciones de este año 2010 en México, año en que se celebra el bicentenario de la Independencia y el centenario de la revolución de 1910, ¿qué puede ofrecer su libro?
P. Luis Alfonso Orozco: Al menos unos pocos datos fehacientes para recuperar la memoria sobre personajes que no gozando de reconocimiento oficial –“sin gloria”—vivieron la aventura de su vida con amor, fueron fieles a Dios y sirvieron desinteresadamente a su prójimo, durante las duras circunstancias que les cupo vivir pues eran los años de la persecución religiosa. Los ejemplos positivos siempre nos estimulan en el camino y nos alientan en las luchas y trabajos que a cada quien nos toca afrontar. Grandes calamidades padeció México durante los años de la revolución, pero también vivieron cristianos valientes que estuvieron a la altura de las circunstancias y dejaron una huella de amor y fe.
-Y para la juventud, ¿qué enseñanza dejan los “héroes sin gloria” que aparecen en el libro?
P. Luis Alfonso Orozco: Su lectura interesante vale para todos los públicos, pero de manera particular desearía que llegue a las manos de los jóvenes, para que conozcan algunos ejemplos de vida cercanos a ellos y les estimulen en el camino hacia la virtud. Los jóvenes y quienes tienen corazón joven son los constructores del futuro de una nación.
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