¡Queridos hermanos y hermanas!
En el Evangelio de este domingo el Señor Jesús dice a sus discípulos: “Vosotros sois la sal de la tierra... vosotros sois la luz del mundo” (Mt 5,13.14). Mediante estas imágenes llenas de significado, Él quiere transmitirles el sentido de su misión y de su testimonio. La sal, en la cultura medioriental, evoca diversos valores como la alianza, la solidaridad, la vida y la sabiduría.
La luz es la primera obra de Dios Creador y es fuente de la vida; la misma Palabra de Dios es comparada con la luz, como proclama el salmista: "Tu palabra es una lámpara para mis pasos, y una luz en mi camino" (Sal 119,105). Y de nuevo en la Liturgia de hoy, el profeta Isaías “Si ofreces tu pan al hambriento y sacias al que vive en la penuria, tu luz se alzará en las tinieblas y tu oscuridad será como al mediodía" (58,10). La sabiduría resume en sí los efectos beneficiosos de la sal y de la luz: de hecho, los discípulos del Señor son llamados a dar nuevo “sabor” al mundo, y a preservarlo de la corrupción, con la sabiduría de Dios, que resplandece plenamente sobre el rostro del Hijo, porque Él es la “luz verdadera que ilumina a cada hombre" (Jn 1,9). Unidos a Él, los cristianos pueden difundir en medio de las tinieblas de la indiferencia y del egoísmo la luz del amor de Dios, verdadera sabiduría que da significado a la existencia y a la actuación de los hombres.
El próximo 11 de febrero, memoria de la Beata Virgen de Lourdes, celebraremos la Jornada Mundial del Enfermo. Esta es ocasión propicia para reflexionar, para rezar y para acrecentar la sensibilidad de las comunidades eclesiales y de la sociedad civil hacia los hermanos y las hermanas enfermos. En el Mensaje para esta Jornada, inspirado en una frase de la Primera carta de Pedro: “Gracias a sus llagas, vosotros fuisteis curados" (2,24), invito a todos a contemplar a Jesús, el Hijo de Dios, el cual sufrió, murió, pero ha resucitado.
Dios se opone radicalmente a la prepotencia del mal. El Señor cuida del hombre en cada situación, comparte el sufrimiento y abre el corazón a la esperanza. Exhorto, por tanto a todos los agentes sanitarios a reconocer en el enfermo no sólo un cuerpo marcado por la fragilidad, sino ante todo de una persona, a la que dar toda la solidaridad y ofrecer respuestas adecuadad y competentes. En este contexto recuerdo, además, que hoy se celebra en Italia la “Jornada por la Vida”. Auguro que todos se comprometan en hacer crecer la cultura de la vida, para poner al centro, en cualquier circunstancia, el valor del ser humano. Según la fe y la razón, la dignidad de la persona es irreducible a sus facultades o a las capacidades que pueda manifestar, y por tanto no disminuye cuando la propia persona es débil, inválida y necesitada de ayuda.
Queridos hermanos y hermanas, invoquemos la intercesión maternal de la Virgen María, para que los padres, los abuelos, los profesores, los sacerdotes y cuantos trabajan en la educación puedan formar a las jóvenes generaciones en la sabiduría del corazón, para que lleguen a la plenitud de la vida.
[Después del Ángelus]
En estos días, sigo con atención la delicada situación de la querida Nación egipcia. Pido a Dios que esa Tierra, bendecida por la presencia de la Santa Familia, vuelva a encontrar la tranquilidad y la convivencia pacífica, en el compromiso compartido por el bien común.
Dirijo un cordial saludo a las delegaciones de las Facultades de Medicina y Cirugía de la Universidad de Roma, acompañadas por el cardenal Vicario, con ocasión del congreso promovido por los Departamentos de Ginecología y Obstetricia sobre el tema de la asistencia sanitaria en el embarazo. Cuando la investigación cientifica y tecnologica está guiada por auténticos valores éticos es posible encontrar soluciones adecuadas para la acogida de la vida naciente y para la promoción de la maternidad. Auguro que las nuevas generaciones de sanitarios sean portadores de una renovada cultura de la vida.
[En español dijo]
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, en particular a los grupos de las parroquias de Cristo Rey, de Zamora, de la Resurrección del Señor, de Segovia, y de Santa Joaquina de Vedruna, de Barcelona. Con la liturgia de hoy, invito a todos a ser reflejo del amor de Dios mediante las buenas obras, y a ser así luz del mundo y sal de la tierra, que inspire en todos el horizonte de la verdadera razón de su existencia y la esperanza suprema que Cristo ha traído a la tierra. Que la Virgen María os proteja y acompañe en el camino de la fe. Feliz domingo.