ROMA, domingo 6 de marzo de 2011 (ZENIT.org). – Para el padre Erich Fink, lograr la conversión de Rusia es el sueño de su vida – un sueño que comenzó cuando trabajaba en los campos de Alemania con sólo 10 años.
Ahora el sacerdote, que trabaja pastoralmente en Berezniki, en Rusia centro oeste, explica en esta entrevista que el llamamiento hecho por Nuestra Señora de Fátima – rezar por la conversión de Rusia – vale también para hoy.
- Padre, Rusia fue su sueño de la niñez. ¿Por qué?
Padre Fink: Creo que fue una llamada de María de Fátima. Sabía sobre Rusia a través de mi padre. Estuvo en Rusia durante siete años cuando era joven durante la guerra, tres años como soldado y cuatro años como prisionero de guerra. Hablaba siempre con mucho cariño de los rusos. Hablaba de las mujeres rusas que les arrojaban pan por encima del muro de la prisión, sabiendo que era ilegal y se castigaba con la muerte. Después volvió a Alemania y se casó con mi madre.
Sufrimos mucho durante aquellos años. De niños buscábamos cómo ayudar a nuestra familia en aquellas dificultades y descubrimos la oración de Fátima. Nuestra Señora de Fátima prometió aliviar sobre todo los problemas de las familias, por lo que comenzamos a rezar el rosario. Fue en aquella época cuando el mensaje me quedó claro. La paz del mundo dependía de la conversión de Rusia. Entonces decidí que quería trabajar allí.
- ¿Qué edad tenía usted?
Padre Fink: Tenía 10 años. En cinco años supe claramente que quería hacerme sacerdote. Y ya en aquella época quería ir a Rusia para ayudar a esta conversión.
- ¿Hubo alguna persona en particular que le inspirara?
Padre Fink: Ninguna persona me inspiró. Recuerdo que estaba en los campos; éramos granjeros y tuve esta inspiración y supe entonces que, en alguno momento, me iba a convertir en sacerdote y el deseo de ir a Rusia era muy fuerte. Aproveché todas las posibilidades para que esto ocurriera. Escuché que Tatiana Goricheva iba a venir a Alemania. La busqué y me encontré con ella…
- Tatiana Goricheva era una disidente lituana que fue encarcelada durante muchos años y contaba la historia de su conversión…
Padre Fink: Sí, ella era una filósofa atea y se convirtió. Luego comenzó a predicar y dar testimonio de su fe recién encontrada y, como consecuencia, fue arrestada y exiliada. Me encontré con ella y le dije que quería trabajar como sacerdote en Rusia. Ella me dijo: “Es poco realista y, en el curso de tu vida, Rusia no cambiará”.
- ¿Cuál fue su desafío más grande que se encontró cuando llegó por primera vez a Berezniki?
Padre Fink: Mi mayor problema en aquel momento fue la lengua. Sólo sabía el alfabeto y no podía decir ni siquiera una frase.
- ¿A qué retos tuvo que enfrentarse al trabajar en Rusia?
Padre Fink: Desde la mañana hasta el caer de la tarde la gente viene a mí a pedirme ayuda espiritual y material. Sin embargo, tengo que decidir, en cada ocasión, cómo ayudar y me pregunto a mí mismo: “¿Es un deseo sincero de ayuda espiritual? ¿Cuál es la forma apropiada de proporcionar asistencia social?”. También tengo que ayudar a la gente, llevarlos a ser independientes al tomar sus decisiones para que encuentren sus propias soluciones para mejorar sus vidas. Estos son los grandes desafíos.
- ¿Cuál diría usted que es el mayor desafío al que debe hacer frente la Iglesia católica en Rusia?
Padre Fink: Debemos dar testimonio de la dignidad divina de toda persona humana. Esta es la mayor necesidad en Rusia. Tenemos tantos problemas: alcoholismo, consumo de drogas y niños en las calles. Toda persona tiene una dignidad divina. Esta dignidad puede nutrirse de una postura holística que no sólo implique labor social sino también alimento espiritual. La Iglesia católica tiene la posibilidad de hacerlo. La Iglesia ortodoxa tiene menos experiencia en esta labor social y nosotros – los católicos – podemos ayudar. Tenemos que entender, sin embargo, la mentalidad rusa para proporcionar la ayuda apropiada y, al mismo tiempo, debemos comprender y amar a la Iglesia ortodoxa. Tenemos que comprender que somos huéspedes y que la conversión y la renovación de la fe sólo pueden venir a través y en la Iglesia ortodoxa. Para ayudar a la Iglesia ortodoxa, debemos entender la Iglesia.
- Padre, si tuviera que hacer un llamamiento a los católicos, ¿qué les pediría?
Padre Fink: Mi petición es que comprendan Rusia. Veo, sobre todo en Europa y en Occidente, que hay demasiadas dudas. No es un sistema democrático y cosas parecidas. Esto no ayuda. Rusia debe ser un país fuerte para resolver todos sus problemas, y está en el buen camino. Rusia necesita la ayuda moral de todos los fieles y que se alegren de sus progresos. Pero necesitamos no sólo comprensión, necesitamos oraciones. En Fátima, cuando Nuestra Señora pidió que todos los católicos rezaran por la conversión de Rusia sabíamos que el comunismo estaba acabado. Muchos piensan ahora que ya no es necesario seguir rezando por Rusia. Necesitamos oraciones y apoyo espiritual ahora más que nunca porque Rusia, sólo ahora, está comenzando a convertirse; todavía no se ha convertido.
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Esta entrevista fue realizada por Mark Riedemann para “Dios llora en la Tierra”, un programa semanal radiotelevisivo de la Catholic Radio and Television Network en unión con la organización católica internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Más información en www.ain-es.org, www.aischile.cl