ROMA, jueves 14 de abril de 2011 (ZENIT.org).- “El testimonio del amor hasta el martirio” es el título de la conferencia que se celebró el pasado jueves en el Auditorium del Instituto Pontificio Juan Pablo II de Roma en el contexto del ciclo de encuentro dedicados a “Perfiles de Santidad Conyugal”.
El historiador polaco Mateusz Szpytma recordó el martirio, durante la II Guerra Mundial, de los cónyuges polacos Wiktoria e Józef Ulma, que al intentar salvar a los judíos que habían escondido, fueron asesinados por los nazis.
Los Ulma, con sus seis hijos (además Wiktoria estaba en el séptimo mes de su nuevo embarazo) y ocho judíos de las familias Szall e Goldman que escondían, fueron ajusticiado por los nazis el 24 de marzo de 1944 en Markowa, en la zona sur-oriental de Polonia. Józef e Wiktoria se conocieron en la Compañía Teatral Amateur de Markowa, casándose en julio del 1935.
“Sabemos muy poco de la espiritualidad de los Ulma”, dijo Szpytma. “Seguramente disfrutaban en la comunidad local de fama de personas virtuosas y justas. Eran católicos practicantes”.
La historia
La tragedia comenzó el 1 de septiembre de 1939, con la invasión de Polonia por parte de los nazis, las sucesivas masacres de polacos y judíos y la destrucción de sinagogas y de lugares de oración.
Después de terminar las operaciones militares, explicó Szpytma, “se introdujeron numerosas restricciones legales, sobre todo para los que tenían orígenes judíos”.
“Para desanimar a los polacos a ayudar a los hebreos, Hans Frank – Gobernador General de los territorios polacos ocupados- emitió en 1941 un reglamento por el cual todo ciudadano acusado o sospechoso de ayudar a los judíos sería ajusticiado”.
En la segunda mitad de 1942, la mayoría de los judíos de Markowa fueron exterminados. Probablemente en ese periodo dos familias pidieron a los Ulma que los escondiesen. Eran los Goldman – Gołda y Layka con una niña – y los Szall, un comerciante de ganado con sus cuatro hijos.
No se sabe como fue descubierto el escondite. Los documentos recogidos por el movimiento clandestino destacan que probablemente los Szall, buscando un refugio contra la “solución final” contra los judíos, obtuvieron una promesa de ayuda del policía Włodzimierz Leś.
Cuando la situación empeoró, buscando un refugio más seguro, se dirigieron a los Ulma. De cualquier modo, insistieron en que Leś continuase ayudándoles, visto que probablemente a cambio de su ayuda le habían dado buena parte de sus posesiones.
Como este se negó a atender a sus demandas, intentaron recuperar sus posesiones, hasta el punto que Leś, reveló el escondite a la policía alemana.
Poco antes del amanecer del 24 marzo de 1944, la policía llegó a casa de los Ulma, realizando una masacre de adultos y niños.
Herencia
Al menos 20 judíos sobrevivieron en Markowa, escondiéndose en las casas de los campesinos. Gracias a este compromiso de la población local, hoy muchos viajes de jóvenes de Israel se dirigen al pueblo.
El Gobierno polaco en exilio, con base en Londres, intentó en vano, poner en guardia a los Estados de la coalición antialemana sobre el trágico destino de los judíos. Desde diciembre de 1942, el Consejo para la Ayuda a los Judíos “Żegota” formó parte de la Autoridad clandestina, dependiendo del Gobierno en exilio y ayudando a salvar a miles de judíos.
La familia Ulma fue declarada en 1995 “Justa entre las Naciones”. El Yad Vashem, el memorial del Holocausto, “premió a más de 6.000 polacos, que representan el grupo nacional más consistente entre los más de 20.000 Justos reconocidos hasta ahora”, dijo Szpytma.
En agosto de 2003 se introdujo el proceso de beatificación de la familia Ulma en la diócesis de Przemyśl. Los documentos fueron consignados en el Vaticano el 24 de mayo de 2011.
Hasta este momento han nacido dos asociaciones católicas que han elegido los Ulma como patrones y se ocupan de sostener a las familias en dificultad.
En 2003 Szpytma comenzó a construir en Markowa un monumento en honor a los Ulma, en cuya inauguración en 2004, estaban presentes entre otros, el arzobispo Józef Michalik, obispo metropolita de Przemyśl y presidente de la Conferencia Episcopal Polaca, y Abraham Segal, uno de los judíos supervivientes de Markowa.
Sobre el monumento hay una leyenda que dice: “Salvando las vidas de los otros, sacrificaron las propias: Józef Ulma, su mujer Wiktoria y sus hijos Stasia, Basia, Władzio, Franuś, Antoś, Marysia, un niño todavía no nacido”.
“Escondiendo a ocho de nuestros hermanos mayores en la fe, judíos de las familias Szall y Goldman, murieron juntos en Markowa el 24 marzo 1944 a manos de la policía alemana”, dice la inscripción.
“¡Que su sacrificio sea un llamamiento al respeto y al amor debido a todos!! Eran hijos e hijas de nuestra tierra y permanecen en nuestro corazón. La comunidad del distrito de Markowa”.
“Creo que pronto celebraremos la beatificación de los Siervos de Dios Ulma, y si Dios quiere, también la ceremonia de apertura del Museo de la Familia Ulma de los Polacos que salvaron a los judíos en la Región de la Subcarpatia marcará la celebración del 70 aniversario di este crimen”, concluyó Szpytma.