ADRID, miércoles, 16 febrero 2005 (ZENIT.org).- Una de las mayores distorsiones a la hora de informar sobre la Iglesia Católica reside en «privilegiar las reacciones sobre lo que se dice».
Así lo ha explica el profesor de comunicación Diego Contreras en la ponencia inaugural de la Asamblea de Delegados de Medios de Comunicación que concluyó este miércoles en Madrid.
Según Diego Contreras, profesor de análisis y práctica de la información en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz se da una tendencia a «informar de ecos y respuestas que provocan las declaraciones de la jerarquía eclesiástica, olvidando el contenido original de la declaración».
En esta distorsión «se privilegian las reacciones sobre lo que se dice, basta oír de que se habla para reaccionar, activando los estereotipos dejando de lado el contenido». Esta distorsión cala también entre los fieles, que a veces creen más a los medios que a los propios protagonistas de las noticias.
Otra distorsión en la información religiosa, constató el profesor, es «la presentación de datos ciertos incrustados en interpretaciones verosímiles, pero falsas».
Un tercer mecanismo es el «uso de recursos estilísticos con los que se quiere dar una apariencia de que el texto se basa en informaciones buscadas por el periodista». Por ejemplo, detrás de la frase «según fuentes eclesiásticas» se entrevé al propio periodista que siente el imperativo de adjudicar a otros lo que piensa», dijo Contreras.
«A veces parece que interesa presentar el mundo eclesiástico como opaco, impenetrable o poco transparente» para justificar el uso de fuentes «poco autorizadas», añadió el vice-decano de la Facultad de Comunicación Institucional de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz.
Los problemas en la información religiosa no sólo dependen de los periodistas, sino también del «emisor», las instituciones eclesiales. Para Contreras, «a veces el fracaso hay que situarlo en el origen y no siempre por torpeza expresiva, existen dificultades objetivas».
De hecho, muchas noticias exigen un lector «teológicamente formado», de modo que el reto está en cómo hacer llegar «realidades complejas al gran público».
De hecho, constató que a veces los fieles reciben «la primera y única noticia de esos pronunciamientos a través de los medios de comunicación» y sugirió que sería útil, al menos en la presentación a los medios, «pasar del discurso institucional, rígido y aseverativo al tipo discursivo propio de la noticia».
En consecuencia, «la vertiente comunicativa tiene que estar casi presente en la elaboración y si no en la difusión».
Contreras diferenció la información religiosa de otros sectores: «La religión no es un sector técnico especializado sino una dimensión básica del ser humano», aclaró.
«Buscar el equilibrio en la valoración de lo importante y lo interesante implica un esfuerzo de creatividad expresiva que no está alcance de todos», reconoció el profesor.
«Los males de la información religiosa son los males del periodismo y su solución hay que buscarla en la calidad profesional», destacó.
Contreras es autor del libro «La Iglesia Católica en la prensa», en el que prueba que «al informar sobre la Iglesia católica se demuestra que quien es honrado es buen profesional».
Para Contreras, «quien ataca injustamente a la Iglesia lo hace por motivos ideológicos, no profesionales». El libro está editado en Navarra por Eunsa en la colección Astrolabio Comunicación.