OMA, miércoles, 16 febrero, 2005 (ZENIT.org).- Al regresar de su viaje de cinco días a Sri Lanka para comprobar el trabajo que está llevando a cabo Caritas, por los damnificados del tsunami, Duncan MacLaren, secretario general de Caritas Internationalis, ha exhortado al gobierno de ese país a agilizar la burocracia, con el fin de permitir que Caritas y otras organizaciones no gubernamentales puedan construir alojamientos provisionales para la población, antes de que lleguen las lluvias.
El señor MacLaren afirma: «Ya ha pasado un mes y medio y la mayoría de la gente está todavía en tiendas, cuando contamos con los recursos necesarios para poder construir alojamientos provisionales».
«Nos vemos obligados a batallar y afrontar altercados legales por el derecho a la tierra, para la construcción de viviendas permanentes --sigue denunciando en un comunicado--. Si las mujeres y los niños, que ya se quejan del calor en las tiendas durante el día, siguen viviendo en ellas durante las lluvias monzónicas, la mortalidad infantil podría incrementarse».
«La población de Sri Lanka y de otros lugares afectados por el tsunami ya han sufrido bastante --reconoce--. Ha llegado el momento de que el gobierno de Sri Lanka deje la aplicación de la ley a los gobiernos locales, con el fin de que nos concedan el acceso a la tierra para los alojamientos».
Respecto a la guerra entre los tigres tamiles y el gobierno de Sri Lanka, MacLaren considera que ha llegado el momento de construir una paz duradera, pues «el tsunami no hizo distinciones entre tamiles o singaleses, budistas, hindúes, cristianos o musulmanes».
«Sería un homenaje apropiado a los muertos si las dos partes en conflicto hicieran que el actual cese el fuego se convirtiera en una solución política duradera, para consolidar la paz», considera.
«Después de todo --se pregunta--, ¿qué sentido tiene construir viviendas, hospitales y colegios si luego vuelve la guerra y lo destruye todo?».
Caritas Internationalis ha recaudado unos 350 millones estadounidenses para los damnificados del tsunami en toda la zona asiática de Océano Índico.
El programa de Sri Lanka de centra actualmente en los alojamientos provisionales, la educación, el sustento (sobre todo barcos de pesca y redes) y tratamiento de traumas psicológicos, por un valor, en la primera fase, de 40 millones de dólares.