“Apenas se fije la fecha del cónclave, el área de la Capilla Sixtina va a ser cerrada al público”, aseveró el director. Y añadió: “Los visitantes deberán pasar por la parte opuesta. No es posible pensar que transiten por la parte en la que se realizará el Cónclave. Aunque la idea de circular a pocas decenas de metros de donde se decide el destino de la Iglesia va a atraer a muchos turistas”, dijo.
Los cardenales se alojarán en la Residencia Domus Sanctae Marthae, dentro de las murallas del Vaticano y todas las mañanas serán llevados en pequeños autobuses o irán a pie a la Capilla Sixtina, situada a unos 500 metros del alojamiento. Por supuesto deben por obediencia mantener silencio sobre todo lo que sucede en el cónclave, y no pueden usar medios para comunicar con el exterior.
El nombre 'cónclave' proviene del latín 'cum clave', o sea con llave o bajo llave, pues los cardenales quedaban encerrados en la Capilla Sixtina, desde el exterior, hasta que se eligiera un nuevo papa. El único sistema para transmitir al exterior era con el humo de la chimenea en la que se queman los votos. El humo blanco significa, aún hoy, que ha sido elegido un nuevo pontífice. Juan Pablo II en 1996 con la constitución Universi Dominici Gregi, permitió que los cardenales se alojaran en Santa Marta y no dentro de la Capilla Sixtina.
Se calcula que este cónclave será más largo que otros, entre otros motivos porque Benedicto XVI con el motu proprio del 11 de junio de 2007, De Aliquibus Mutationibus, determinó que el pontífice tiene que ser elegido con el voto de dos tercios de los electores. A la Capilla Sixtina entrarán 118 cardenales y saldrán 117, más el futuro papa.