INELLAS PARK, Florida, martes, 22 marzo 2005 (ZENIT.org).- Los familiares y amigos de Terri Schindler Schiavo, la mujer con daños cerebrales a la que se le han quitado los tubos que le proporcionaban alimentación y agua, están afrontando este drama con serenidad gracias a la fuerza de la fe en Cristo.
Por insistencia del marido, a pesar de la firme oposición de los padres, que quieren cuidarla, desde este viernes por decisión de un juez, se está dejando morir a Terri de hambre y de sed.
Algunas de las personas más cercanas a Terri, han aceptado compartir con Zenit la manera en que están afrontando esta prueba.
Michael Vitadamo, marido de la hermana de Terri, Suzanne, confiesa: «No estamos trastornados. Sabemos que el Señor tiene la última palabra e, independientemente de su voluntad, sabemos que será lo adecuado y que lograremos afrontarlo, lograremos encontrar la paz. Pero no nos rendimos».
«Lo único que quiero es que la gente sepa que Terri es discapacitada --asegura el cuñado--. Tiene una lesión cerebral. No está en un estado "vegetativo persistente". Trata desesperadamente de emitir sonidos y de hablar con nosotros. Lo he visto con mis propios ojos», afirma Vitadamo.
«He ido a ver a Terri unas doscientas veces ya desde que comencé a salir con Suzanne, y no es posible que siempre haya sido una coincidencia. Creo que la gente no entenderá realmente lo que está sucediendo hasta que no le pase algo parecido a un ser querido».
Por su parte, Mike Tammaro, hermano de Mary Schindler, madre de Terri Schiavo, asegura en su encuentro con el enviado especial de Zenit: «mi mujer y yo nos hemos convertido al cristianismo y creemos que el Señor tiene un proyecto más grande en esta situación, más allá del hecho de que se pueda salvar la vida de Terri».
«Mucho de lo que sucede en el mundo y también en Florida tiene que ser puesto en un nuevo orden, y creemos que Terri es parte importante de este proceso, pues el Señor no comete errores. Creemos firmemente que el Señor realizará su voluntad a través de esto», afirma el tío de Terri.
«Estar junto a Terri y a la familia, y constatar la fuerza que han tenido en toda esta historia reforzaría la fe de cualquier persona --reconoce Tammaro--. Cuando sucede algo así, llega el momento para cada uno de escoger entre acercarnos o salir corriendo. Si nos acercamos al Señor, no nos decepciona nunca, como hemos experimentado siempre en nuestra vida. En este momento, hay que confiar en la fe, pues es lo único que puede apoyar en una situación así».
Por su parte el hermano Hilary McGee, de los Frailes Franciscanos de la Paz, una comunidad con sede en la archidiócesis de St.Paul y Minneapolis, quien ha sido de apoyo espiritual para la familia, afirma: «tenemos que resistir con decisión --no sólo resistir-- por Terri, como ella ha hecho por nosotros durante quince años. Cristo está entre nosotros y con Terri y tenemos que tener confianza en el hecho de que nos permitirá soportar esta terrible tragedia».
«Tenemos que alegrarnos por la Resurrección y rezar por la victoria y la resurrección de Terri, para que la lleven a casa de su padre y de su madre», asegura el religioso.
El hermano Hilary asegura que la solidaridad de la gente ayuda mucho a los padres de Terri: «Para ellos es una fuente de fuerza el ver a estas estupendas personas que dicen: "Queremos mucho a vuestra hija. Queremos que Terri vuelva con vosotros"». «Extraños, pero hermanos y hermanas en Cristo», concluye.