EVILLA, lunes, 4 abril 2005 (ZENIT.org).- El cardenal Carlos Amigo Vallejo, arzobispo de la archidiócesis de Sevilla antes de viajar a Roma para participar en el cónclave confesó este lunes a Zenit que vive estos momentos «con mucha paz».
El purpurado franciscano, que fue arzobispo de Tánger (Marruecos), está seguro de que «al ser elector del nuevo Papa se siente una enorme responsabilidad pero también confianza, porqué Dios no me va a meter donde no me pueda sostener».
El cardenal Amigo (1934) ha escrito varios libros --el último «Cristianos y Musulmanes», de la Biblioteca de Autores Cristianos-, ha enseñado antropología y filosofía y es miembro de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española.
--Los titulares de hoy destacan que Juan Pablo II ha sido «grande», ¿le gusta esta definición y le parece apropiada?
--Cardenal Amigo: Creo que esta definición se queda todavía corta. Los medios han subrayado esta grandeza de la persona humana y esta magnitud profunda de su vida y su obra. Ha sido grande en las cosas más insignificantes, como el acercamiento a gente humilde, y también en su magnífico magisterio: nos ha dejado la despensa tan repleta que vamos a poder alimentarnos por mucho tiempo. Ha sido grande en todo.
--El Papa se ha acercado a los musulmanes, que usted bien conoce. ¿Ha sido el pontífice que se ha preocupado más por la relación con el islam?
--Cardenal Amigo: El acercamiento de los musulmanes a la Iglesia y a Juan Pablo II ha sido muy significativo. Lo que los musulmanes aprecian profundamente es al hombre creyente. Han visto en el Papa un hombre que cree en Dios, en este caso el Dios de Nuestro Señor Jesucristo, y para ellos es de una enorme magnitud que haya visitado sus mezquitas y les haya dicho que Dios es el gran valor que une a todos los hombres. Antes de regresar a España me tocó poner las líneas de un encuentro de jóvenes musulmanes en Marruecos, el famoso encuentro de Casablanca que marcó un hito. Los jóvenes musulmanes vieron al Papa como una persona coherente con una gran fe en Dios.
--El Papa ha sido una persona luminosa: ¿sin él queda un vacío, o hay motivos de esperanza?
--Cardenal Amigo: En estos días todos sentimos, como es lógico, tristeza y pena pero también paz, una paz que a medida que van pasando los días va creciendo. Tenemos que dar gracias a Dios que nos envía personas tan extraordinarias como él que ha ido recorriendo esta vida predicando y ayudando a los demás. Hemos pasado dos semanas, la Santa y la de Pascua, y esto nos recuerda más que nunca que no hay cruz sin resurrección.
--¿Cómo desearía afrontar los días que llegan, decisivos para la vida de la Iglesia?
--Cardenal Amigo: Con oración y con una grande confianza. Tengo que confesarle que, cuando oía «eres cardenal, por tanto algún día serás elector del nuevo Papa», lo veía distante, muy distante? Cuando llega el momento uno siente una enorme responsabilidad y los primeros días hasta intranquilidad. Pero en la oración se me ha ido diciendo que esto ocurría porque soy poco humilde. Es preciso tener confianza, o dicho con las palabras de quien se iba a retirar al desierto, «Tú no te preocupes, que Dios no te va a poner donde su brazo no te vaya a sostener». Así lo vivo. Él no me va a poner donde no me vaya a ayudar en esta tarea de escoger al nuevo Papa.