Situación del Salmo en el Salterio y género literario
Este poema abre la segunda parte del Salterio, cuya división en cinco partes es enteramente artificial, probablemente por motivos de manejabilidad de los rollos donde se escribía, lo que de paso sirvió a relacionar simbólicamente los cinco rollos de poemas con los cinco rollos de la Ley.
En la actualidad, el salmo contiene 12 versículos, pero el versículo 6 y el 12 se repiten, y a su vez vuelve a aparecer en el último (el versículo 5) del Salmo 43. Por ese motivo, se suele considerar que los salmos 42 y 43 forman en realidad un mismo texto poético, distribuido en tres estrofas de más o menos idéntica extensión, cada una terminada por el mismo estribillo. En el presente trabajo consideraré los dos salmos, el 42 y el 43, como una unidad poética.
En muchos salmos está indicado en el primer versículo la colección a la que pertenece y algunas notas acerca de su carácter poético (su género literario), u otras notas de ejecución (por ejemplo, qué melodía debe utilizarse, etc). Muchas de esas indicaciones carecen de significado para nosotros, ya que no tenemos referencia a las que remitirlas. En el caso de este Salmo, su primer versículo dice:
“Le”-Director Maskil “Le”-hijos-de-Coré
Ese “Le” es una preposición, que normalmente quiere decir “para”, pero que en los salmos se utiliza muchas veces para indicar la colección a la que pertenecen, como si dijera: “para incluir en la serie de salmos de David”, “Le-David”. Con frecuencia se ha interpretado esto como “autoría”, como si dijera que el salmo es “de” David o “de” los hijos de Coré, o “de” Asaf. No obstante, dado que no existe entre los antiguos una idea tan individual de la autoría, es preferible entenderlo como una vaga noción del conjunto al que pertenecen. En el caso de este Salmo 42, sería perteneciente a la colección “de los hijos -o discípulos- de Coré”, es decir, de la escuela de Coré, que es posible que tenga que ver con el Coré mencionado en Exodo 6,21, una de las familias levíticas.
A su vez el Salmo está dedicado al Director del Coro. Leyendo el poema, y atentos a las dificultades que su lectura plantea, sobre todo en relación a lo complejo del canto, del que ya hablaremos, es posible que esta indicación tenga que entenderse como una alusión a que no se trata de un salmo sencillo, sino que exige cierta destreza interpretativa.
Además, el primer verso indica que se trata de un “Maskil”. No es posible establecer con exactitud lo que qué significa esa palabra, se trata de un “hapaxlegómenon”, es decir, de una palabra que aparece una sola o muy pocas veces, y que no brinda un contexto interpretativo adecuado.
Algunos investigadores sugieren que “Maskil” es un tipo de poesía meditativa, lo que iría muy bien con este salmo. No obstante, esta misma palabra aparece en el encabezado de otros (32, 44, 45, 52, 53, 54, 55, 74, 78, 88, 89 y 142), y, comparándolos, no parece que todos ellos tengan el mismo carácter. Incluso en algunos se indica también el género al que pertenecen (plegaria, amatorio).
En el hebreo actual la palabra significa “inteligente”, “sabio”; pero hay que tener en cuenta que el significado moderno no siempre es una guía segura, ya que en 2500 años de evolución de la lengua hebrea, muchas palabras han variado enormemente de referentes.
San Jerónimo, en su traducción de los salmos, lo vuelca como “eruditio”, y la Biblia griega (LXX) como “synesis”, que también tiene el sentido de “sagacidad, competencia, erudición”, es decir, cercano a este significado moderno que señalaba.
Una posible solución sería que el poema se destina a ser ejecutado por un director de coro experimentado, sabio en su arte. Teniendo cuidado de no entender que se trate de un adjetivo para la palabra “Director de coro”, porque muchas veces “maskil” aparece sin ningún sustantivo que lo acompañe.
Lo entenderemos entonces, pero sólo a manera de hipótesis, como una indicación de ejecución que señala la dificultad del poema, y pone sobre aviso de la necesaria destreza para ejecutarlo.
Resumiendo, podemos decir que se trata de un poema meditativo, complejo en su ejecución, perteneciente a la colección “de la escuela de Coré”.
Un cántico complejo
Como he señalado en otros artículos, el texto hebreo original sólo contiene consonantes; las vocales y otros aspectos de la lectura se pronuncian pero no se escriben. Sin embargo, entre los siglos VII y IX de nuestra era, los sabios judíos denominados “Masoretas” idearon un conjunto de signos diacríticos (puntos, guiones y otros) que colocados debajo, encima o dentro de las consonantes permitió conservar la pronunciación exacta de los textos en un momento en que la tradición oral amenazaba ir desapareciendo. Entre esos signos diacríticos hay unos 40 llamados “Teamim” (“taam” en singular), que nosotros traducimos como “acentos”. Son los signos que dan las pautas para el canto del texto (etimológicamente “acento” viene de “ad cantum”, así que es muy correcto llamar “acentos” a los teamim). Pero en realidad no sólo señalan las marcas del canto, sino que a la vez dan una cierta indicación de la puntuación correcta, que sirve para interpretar el sentido de algunos versículos.
Abraham Ibn Ezra, un intérprete bíblico judío del siglo XII, decía que no debe atenderse a las interpretaciones del texto que no concuerden con lo que indican los teamim.
Vamos a un ejemplo:
El versículo 5 dice, traducido literalmente:
«que-vierta sobre-mí alma-mía» (los guiones indican que son, en el original, una sola palabra)
Esto se puede interpretar como: “que vierta mi alma sobre mí”, o “que vierta sobre mí, alma mía”. En el primer caso la frase tiene mucha lógica, su objeto directo es “el alma”, y se indica el deseo de que él logre verter (“abrir”) su alma. El segundo caso no parece tener objeto directo, es muy interesante que se dirija al alma diciendo que él desea verter algo, pero no sabemos qué.
Sin embargo, la lectura correcta la brindan los teamim: hay una corte largo indicado al final de “sobre-mí” que muestra que el “alma-mía” que sigue no es el objeto directo, sino un vocativo: “que vierta sobre mí, alma mía”. Ahora bien, puesto que esta lectura nos deja sin objeto directo, habrá que ver qué es lo que el poeta quiere verter sobre sí mismo. La respuesta está dos líneas más arriba: el tema del que viene hablando son las lágrimas en las que su existencia se ha convertido a causa de la ausencia de Dios, y lo que el poeta desea es precisamente que esas lágrimas se viertan sobre él mismo, que le sirvan de recuerdo, de signo de esa ausencia...
Todo el Salmo 42/43 es abigarrado en cuanto a las indicaciones de los teamim, hay versos verdaderamente difíciles de volcar en otro idioma por la enorme importancia que tienen las pausas muy ajustadamente insertas en el texto. Un buen ejemplo es el mismo versículo 5 (marco solamente los teanim más relevantes):
«Estas cosas quiero recordar (munah: pausa semilarga)
y verter sobre mí (munah)
alma mía (zarka: la sílaba se canta con un largo adorno. No es un silencio, como la anterior, sino un fragmento de melodía que, en la práctica separa esa palabra de la siguiente)
porque yo andaba (munah)
entre el gentío (zarká)
y los guiaba (revií: pausa larga)
en medio de la Casa de Dios (oleh weyored: pausa más larga)
entre voces de himnos y acción de gracias (todo esto con acentos que ligan las palabras, y al final, un revií)
entre el bullicio de peregrinos.
»
Como se puede ver, si seguimos atentamente esta distribución de los acentos, hay un marcado cambio de ritmo entre la primera parte, hasta la primera pausa muy larga (oleh weyored) y la segunda: en la primera el texto está como “cortado” por pausas y melismas, mientras que en la segunda se “apura” la descripción como si se tratara de un sólo trago de agua. Está claro que el centro de atención no es la “anécdota” de la segunda parte, sino el sentimiento de pérdida y dolor de la primera.
Esta característica de la textura melódica, que distribuye las pausas de manera tan desigual, deberemos tenerla en cuenta en el poema cuando lleguemos a leerlo completo. En la traducción que ofreceré, intentaré que esa “melodía” sea patente a través del corte de “versos” en partes, que no responden al significado obvio de la frase sino a lo que el poeta quiere destacar por medio de las pausas. En este caso, por ejemplo, si pusiéramos:
“Quiero recordar estas cosas y llorar sobre mí, alma mía:
cómo andaba entre la gente
y los guiaba hasta la Casa de Dios
entre cantos de himnos y acción de gracias
entre el bullicio de peregrinos...”
No sería suficiente para dejar entrever la melancolía del versículo, ya que destaca más la segunda parte (la “anécdota”) que la primera, que indica el sentido de ese recuerdo anecdótico. Más bien podríamos optar por:
“¡Qué recuerde estas cosas!
¡Qué llore sobre mí!
Alma mía...:
cómo andaba
entre el gentío,
guiándolos
hasta la Casa de Dios
entre himnos y acción de gracias
entre el bullicio de peregrinos.”
Como se puede apreciar, si bien dicen lo mismo en su significado literal, si nos dejamos guiar por los cortes de los versos el efecto de sentido es completamente distinto.
Estructura del poema
El poema completo (es decir sumando el Salmo 42 y el 43) se distribuye en tres bloques de parecida extensión. Cada uno de ellos termina con la misma frase, y hasta cierto punto podrían separarse en tres poemas distintos, porque cada una de esas partes aborda el tema general desde un distinto ángulo.
Ese tema general es la ausencia de Dios. La primera estrofa (42,1-6) se presenta como un diálogo del yo poético con su propia alma, en la segunda (42,7-12) descubre en el recuerdo de su experiencia de Dios una fuente de esperanza, y en la tercera estrofa (43,1-5) descubre que sólo de Dios mismo puede venir nuevamente la luz a su alma...
Es decir que hay verdaderamente una progresión, que quedará destacada en el nuevo sentido que va adquiriendo el estribillo al final de cada una de las etapas.
Como en toda la poesía hebrea de la Biblia, el recurso expresivo central es el paralelismo, es decir, que las ideas se expresan siempre de a pares, ya sea complementando la idea, ya sea contraponiendo una a otra.
Esos paralelismos se realizan a veces por medio de evocaciones fonéticas, a veces en semejanzas conceptuales, a veces en la simple repetición de una palabra.
Primera seccion, vv 1 a 6: Diálogo del poeta y su alma
2: Como la cierva anhela las corrientes de agua
así mi alma te anhela a ti, oh Dios.
Se trata de un paralelismo por la repetición del verbo principal: anhelar. En realidad, en el original el paralelismo es todavía más estrecho, ya que el idioma no requiere que se duplique la referencia del objeto directo, como el nuestro (te anhela a ti), así que quedan los dos verbos en femenino formando una estructura sintáctica perfectamente simétrica:
como la cierva anhela corrientes de agua
así mi alma anhela a ti, Dios.
A su vez, de la idea de las corrientes de agua se desprenderá la referencia del versículo siguiente: mi alma tiene sed. Como vemos, un nuevo paralelismo sintético (es decir, completa la idea) hecho a través de conceptos (corriente de agua-sed):
3: Mi alma tiene sed
de Dios, de Dios vivo, ¿cuándo llegaré?
¿cuando contemplaré el rostro de Dios?
En la traducción he tenido que separar en dos preguntas (¿cuándo...? ¿cuándo...?) que en realidad forman una sola: ¿cuándo llegaré y contemplaré...? Pero lo he hecho así para respetar la marcada pausa que indican los teanim: a pesar de que gramaticalmente forman una única pregunta, prosódicamente están separados de tal modo que hay como un “suspenso” luego de “¿cuándo llegaré?”
Sabemos ahora que el conflicto del que el poeta quiere hablar es de su insatisfecho deseo de ver a Dios; sin embargo, cuando parece que con estos versículos 2 y 3 quedó completamente expuesta la trama poética, el poeta nos anunciará, al inicio del versículo 4 que hay un problema más de fondo en este deseo de Dios:
4: Me sucede que mis lágrimas son pan cada día y noche
al preguntarme todo el día: «¿dónde tu Dios?»
Este versículo es una verdadera inflexión en el curso de la narración poética. Veamos uno por uno sus elementos:
-“Me sucede que”: como si se tratara de una narración en prosa, la expresión corta el lirismo del versículo 3, para introducir un conflicto cuyos “dramatis personae” no se nos han presentado aún.
-“Mis lágrimas son pan cada día y noche”: nuevamente se recurre al tema del agua, que vincula estrechamente este nuevo curso de ideas con el expresado en 2-3. Recapitulemos la idea poética:
La cierva anhela corrientes de agua del mismo modo que el alma anhela a Dios, ese anhelo produce una sed, y a cambio de ello, en lugar de saciar la sed, debe comer sus propias lágrimas.
Veremos reaparecer una vez más la metáfora del agua con el avance del poema.
- “al preguntarme todo el día”: ¿quién es el sujeto de este verbo? ¿quién pregunta cada día? No lo identifica. Es más: la forma verbal utilizada es un infinitivo con preposición, que le permite evitar la referencia a ningún sujeto concreto. La traducción más ajustada (aunque arcaizante) sería:
mis lágrimas son pan cada día y noche
en preguntándome todo el día: «¿dónde tu Dios?»
De momento, el único sujeto posible para realizar esta pregunta es la propia alma del poeta: se produce así una disociación en el interior mismo del poeta, que permitirá que en el versículo siguiente el alma sea un personaje a quien el poeta vehemente dirige sus “pruebas” de que Dios está. Cuanto más insistentemente se dirige la pregunta “¿dónde tu Dios?”, más crece en del poeta el anhelo por la presencia viva y patente de Dios, más le duele ese anhelo, más lágrimas vierte... y más lejano parece Dios.
Veremos más tarde reaparecer esta misma pregunta de una manera nueva.
Frente a este anhelo, y el dolor que produce, la mayor presencia de Dios que el poeta puede mostrar es su recuerdo de Dios:
5- estas cosas quiero recordar
y verter sobre mí,
alma mía,
porque yo andaba
entre el gentío
y los guiaba
en medio de la Casa de Dios
entre voces de himnos y acción de gracias
entre el bullicio de peregrinos.
Ya hemos visto más arriba la abigarrada estructura de pausas y melismas de estos versos; lo que me interesa ahora es que veamos cómo se contrapone la incerteza de la pregunta «¿dónde tu Dios?», a la certeza total que el poeta tiene gracias al recuerdo de peregrinaciones en las que vio a Dios en su Casa.
Hay entonces una nueva contraposición conceptual entre la pregunta que ronda los primeros versículos: “¿cuándo llegaré? ¿cuándo entraré?”, y el recuerdo de una presencia de Dios que se ha recibido en la peregrinación. El recuerdo de una (o varias, ya que aparentemente era guía de ellas) peregrinación al templo es el modelo sobre el cual el poeta prefigura su encuentro pleno con Dios: llegaré, entraré.
El recurso a la disociación entre el poeta y su alma, que ha quedado constituida en un verdadero personaje, introduce la conclusión del versículo 6, que se repetirá en el 12 y en 43,5:
Por qué te me derrumbas, alma mía,
por qué te agitas dentro de mí,
¡espera en Dios! porque de nuevo lo proclamaremos:
Dicha de mi rostro y Dios mío...
Siguiendo la práctica exegética habitual, el versículo está ligeramente corregido concorde al versículo 12 y a 43,5, ya que este v 6 tal como está termina en “mi rostro”, quedando “Dios mío” como inicio del versículo siguiente; probablemente se trate tan sólo de un problema de puntuación en la transmisión de los manuscritos, porque es evidente que el poema pretende cerrar cada sección con la misma cláusula.
El poeta se ha desdoblado entre él mismo, que mantiene el recuerdo de la peregrinación al Santuario y por lo tanto mantiene viva su confianza en Dios, y su propia alma, que se derrumba (forma intensiva del verbo caer) y agita. Al alma así abatida y sin calma, el poeta le pide esperar en Dios, es decir, esperar el momento en que pueda volver a proclamar de viva voz lo que él percibe acerca de Dios: dicha de mi rostro.
Es muy complejo el significado del “rostro” en la Biblia: Dios tiene un rostro (que a veces se oculta), el hombre tiene un rostro, la tierra tiene un rostro... generalmente cuando se refiere al ser humano, equivale a lo que nosotros llamamos “persona”, es decir, mi propio modo, individual, de realizar lo humano.
El poeta, tal como vimos en el comentario al versículo 4, no duda de la presencia de Dios en su vida: él la ha experimentado y puede recordarla de manera muy viva, pero al presente está imposibilitado de proclamarla, porque su alma, con sólo tres palabras, se derrumba: «¿dónde tu Dios?». Sin embargo, la esperanza que pide a su alma consiste precisamente en aguardar el momento en que esa presencia que hoy puede recuperar en el recuerdo, vuelva a ser algo que aparezca por sí mismo, y de manera expresa, en su persona, en su “rostro”.
Segunda sección, vv 7-12: Recuerdos dirigidos a Dios
La sección comienza recapitulando el versículo anterior utilizando el mismo verbo: mi alma se derrumba; pero enseguida el texto cambia de destinatario: hasta ahora se dirigía a su alma, ahora se dirigirá directamente a Dios:
7- Mi alma se derrumba, por eso
te recuerdo desde el Jordán y el Hermón
desde la humilde montaña
Los recuerdos están vinculados a la peregrinación (v 5), por eso mencionará el Hermón, poco más al noreste del nacimiento del Jordán. La referencia que traduje como la “humilde montaña” (lit: “desde el monte mizar”) es enigmática: es poco probable que pueda llamarse “montaña pequeña” al Hermón, de unos 2000 m de altitud; podría ser un nombre geográfico desconocido para nosotros, “Monte Mizar”, que algunos identifican con el Zaorah, cercano al nacimiento del Jordán.
Sea cual sea el sentido, el poeta ha tenido allí una experiencia de Dios que rememorará en el versículo siguiente. Quizás –aunque sólo a manera de hipótesis- pudiera entenderse que el Hermón se haya convertido para él en una “montaña pequeña” al lado de la grandeza de lo que allí le ha ocurrido:
8- Mientras un abismo grita a otro abismo con la voz de tus torrentes
todas tus fuentes y olas
pasaron sobre mí.
Se cierra aquí la referencia al agua que había inaugurado en el versículo 2.
En el fragor de estos torrentes del nacimiento del Jordán el poeta vio (mejor dicho: escuchó) que ese sonido no era sólo de los torrentes de agua, sino el sonido del propio Dios.
Notemos con cuánta delicadeza y pudor evoca una experiencia de Dios que ha dejado en el poeta una huella indeleble, suficiente como para fundar su certeza de Dios incluso cuando éste oculte su rostro, y que sin embargo no se nos narra en detalles externos sino sólo en la metáfora de un paisaje montañoso sobrecogedor.
Apoyado en esta certeza, retomará nuevamente el “día y noche”, que antes se refería al conflicto con su alma por la pregunta “¿dónde tu Dios?”, pero que a la vista de la experiencia de Dios rememorada, adquiere un nuevo sentido:
9- De día implantará Yahveh su amor
y en la noche habrá un poema conmigo
una plegaria al Dios de mi vida
Como fruto del recuerdo de la experiencia de Dios vivida en la montaña, el poeta ha tomado una determinación: día y noche no serán ya el lugar de las lágrimas, sino de afirmar en el poema el “hesed” (amor-gracia-misericordia) de Dios.
10- Diré
a Dios, mi Roca:
«¿Por qué me tienes olvidado?
¿Por qué ando ensombrecido
por la presión del enemigo?»
Este versículo constituye el nuevo contenido del poema que escribirá, desde el momento en que por el recuerdo de la experiencia de Dios puede ya dirigirse a él con firmeza.
Nuevamente las pausas resultan fundamentales: una pausa breve (mehuppaq legarmé) luego de “diré”, para destacar el primer fruto de su determinación, ahora ya puede volver a hablar y proclamar (recordemos el v 6 donde la posibilidad de volver a proclamar era el signo de la vuelta de Dios). El segundo verso da un significativo título a Dios: “mi Roca”, título habitual en la Biblia para aludir a la firmeza de apoyarse en Dios; destaca mucho más en este contexto, en el que parecía que no quedaba en el interior del poeta nada firme; esta palabra culmina con un zarqá (una pausa melismática, como ya señalé) que la destaca aún más.
Pero esa nueva firmeza que el poeta ha encontrado al apoyarse en el recuerdo de Dios permite a su vez un nuevo curso en la acción poética, un giro inesperado: aparece la mención de un “enemigo” externo. No sabemos nada aún de este enemigo, de quien recién se trazarán los contornos en el versículo siguiente, pero los sujetos de este drama se han ampliado: Dios, el poeta, su alma, y ahora, el enemigo.
Veamos de quién, o de quiénes, se trata:
11- Quebrantando mis huesos
buscan mi humillación
diciéndome todo el día:
«¿Dónde tu Dios?»
La traducción de los dos primeros versos tiene algo de conjetural, ya que la expresión original parece ininteligible, por lo que sigo la propuesta común de corrección. Sea cual sea el sentido preciso, lo que podemos ver es que la pregunta que era el núcleo del conflicto, «¿Dónde tu Dios?», se ha desplazado de sujeto, y por lo tanto también de sentido.
También desde el mundo llega la pregunta «¿Dónde tu Dios?», y aunque el poeta ha descubierto ya que el recuerdo puede ser fundamento de la esperanza (v 7), y que, aunque ausente, puede dirigirse a Dios en el poema (v 9), queda inerme ante unos adversarios que ya no son su propia alma.
El versículo siguiente repetirá el v 6, pero a la vista de este giro, adquiere un nuevo sentido, de un vacío y anonadamiento aún mayor, si cabe:
Por qué te me derrumbas, alma mía,
por qué te agitas dentro de mí,
¡espera en Dios! porque de nuevo lo proclamaremos:
Dicha de mi rostro y Dios mío...
Tercera sección, 43,1-5: Sólo de Dios puede venir la salvación
1- Hazme justicia, Dios
pelea tú mi pelea
la de gente sin amor
del hombre engañoso y pecador me librarás.
El versículo es abigarrado en su construcción, y lleno de una urgencia angustiosa en su contenido. Tres verbos lo sostienen: juzgar, pelear y librar. El último de ellos no está en imperativo sino en imperfecto (que tiene habitualmente valor de futuro) intensivo. Si bien se podría estar utilizando un imperfecto como si fuera un imperativo (expresando más un deseo que una orden), el hecho de que acá esté junto a dos imperativos le da otro sentido, como si dijera: si realmente tú eres quien disputa en mi disputa, entonces saldré libre, victorioso, de ella.
El enemigo con quien hay que disputar, aquel que tiene la pregunta «¿Dónde tu Dios?», se lo describe como lo-hesed: sin amor. Lo propio del ámbito de Dios es el hesed, que veíamos antes que abarca el campo del amor, misericordia, gracia, piedad. El hombre que es “lo-hesed”, es aquel que se queda fuera de ese lugar donde se manifiesta Dios. Sus palabras, entonces, no pueden ser más que engaño, y sus obras no pueden ser más que pecado. En algunas traducciones se vuelca “mi-goi lo-hesed”, como “de los genitiles sin piedad”, pero es dudoso que el poeta esté refiriéndose específicamente a los gentiles en sentido técnico, es decir, a los no israelitas; más bien lo que está diciendo es mucho más fuerte: todo aquel que está fuera del hesed, está entre las gentes, entre los hombres de engaño y pecado.
“Pelea mi pelea”: el imperativo está enfatizado. El poeta se declara incapaz de sobrellevar él esta disputa contra los sin-amor. Puede disputar contra su propia alma cuando ésta le presenta la pregunta «¿Dónde tu Dios?», porque finalmente puede llamar a su alma a la esperanza, y evocar en el recuerdo la gesta de Dios en su vida; pero contra esta misma pregunta hecha por los sin-amor, el poeta queda inerme, porque no puede mostrar nada de Dios actual, viviente, patente: su Dios sólo le habla evocándolo en el recuerdo.
2- Porque tú, Dios mío, eres mi refugio,
¿por qué me tienes abandonado?
¿por qué debo marchar ensombrecido
por la presión del enemigo?
Este versículo es como un eco de 42,10. En aquél, el poeta buscaba las palabras justas para hablar a Dios, en éste, se dirige a él con aquellas palabras. Sin embargo, a pesar de que se ha cuidado mantener la misma redacción en los dos casos, es como si cada elemento de la oración estuviera aquí dicho con mayor énfasis:
42,10: mi roca – 43,2: mi peñasco
42,10: shebajtani (olvidado-abandonado) – 43,2: tsenajtani (dejado de lado)
42,10: qoder ‘elej: ando ensombrecido – 43,2: qoder ‘ethalej: el mismo verbo pero en imperfecto y en modo intensivo: debo andar ensombrecido
La causa en los dos casos es idéntica: la presión (u opresión) del enemigo.
De uno a otro versículo, desde que se propuso dirigirse a Dios hasta que efectivamente lo realiza, algo ha cambiado, algo ha crecido. No se trata de meros sinónimos para evitar la repetición (estilísticamente el poema busca las repeticiones), se trata más bien de que el poeta ha descubierto algo: nadie sino Dios puede librarlo: no hay reflexión, no hay acción, no hay nada que él pueda hacer, sino sólo presentar su causa a Dios, y de alguna manera “obligarlo” a actuar.
3-Envía tu luz y tu certeza
ellas me guiarán,
y me harán llegar
hasta tu Monte Santo
y hasta tu Tienda.
4- Y llegaré
al altar de Dios
al Dios, alegría de mi juventud,
y te alabaré con la cítara, ¡Dios, Dios mío!
La plegaria ha explotado, y con ella el ritmo del poema, que se ha vuelto (como ocurría en 42,5) recortado por pausas y acentos, que apenas es posible reproducir en los cortes de verso.
El poeta pide a Dios luz y ‘emet: certeza, fidelidad, la presencia misma de Dios que pone al hombre nuevamente en su centro. Una vez puesto nuevamente en la luz, puede volver a peregrinar, como aquella otra vez, cuando vio a Dios en el Hermón, y esta peregrinación llegará nuevamente a destino. El verbo “llegar” (ver 42,3) aparece dos veces, nuevamente destacado por una pausa al final de cada una de ellas.
Hay una cuidadosa progresión en el término de este viaje: al Monte Santo, donde está la Tienda del Encuentro, donde está el altar... donde está Dios mismo, objeto de toda alabanza.
El salmo concluye repitiendo el estribillo:
Por qué te me derrumbas, alma mía,
por qué te agitas dentro de mí,
¡espera en Dios! porque de nuevo lo proclamaremos:
Dicha de mi rostro y Dios mío...
Pero por tercera vez repetido, ha adquirido, sin embargo, un tercer sentido: ya no es el lamento acongojado de la primera sección, ni el derrumbamiento casi sin salida de la segunda, sino un llamado confiado y cierto a la esperanza.
El poema completo
Al Director de Coro, para la colección de los hijos de Coré. Para ser ejecutado con destreza.
Como la cierva anhela las corrientes de agua
así mi alma te anhela a ti, oh Dios.
Mi alma tiene sed
de Dios, de Dios vivo, ¿cuándo llegaré?
¿cuando contemplaré el rostro de Dios?
Me sucede que mis lágrimas son pan cada día y noche
al preguntarme todo el día: «¿dónde tu Dios?»
¡Que recuerde estas cosas!
¡que llore sobre mí,
alma mía..!:
porque yo andaba
entre el gentío
y los guiaba
en medio de la Casa de Dios
entre voces de himnos y acción de gracias
entre el bullicio de peregrinos.
Por qué te me derrumbas, alma mía,
por qué te agitas dentro de mí,
¡espera en Dios! porque de nuevo lo proclamaremos:
Dicha de mi rostro y Dios mío...
Mi alma se derrumba, por eso
te recuerdo desde el Jordán y el Hermón
desde la humilde montaña
Mientras un abismo grita a otro abismo con la voz de tus torrentes
todas tus fuentes y olas
pasaron sobre mí.
De día implantará Yahveh su amor
y en la noche habrá un poema conmigo
una plegaria al Dios de mi vida
Diré
a Dios, mi Roca:
«¿Por qué me tienes olvidado?
¿Por qué ando ensombrecido
por la presión del enemigo?»
Quebrantando mis huesos
buscan mi humillación
diciéndome todo el día:
«¿Dónde tu Dios?»
Por qué te me derrumbas, alma mía,
por qué te agitas dentro de mí,
¡espera en Dios! porque de nuevo lo proclamaremos:
Dicha de mi rostro y Dios mío...
Hazme justicia, Dios
pelea tú mi pelea
la de gente sin amor
del hombre engañoso y pecador me librarás.
Porque tú, Dios mío, eres mi refugio,
¿por qué me tienes abandonado?
¿por qué debo marchar ensombrecido
por la presión del enemigo?
Envía tu luz y tu certeza
ellas me guiarán,
y me harán llegar
hasta tu Monte Santo
y hasta tu Tienda.
Y llegaré
al altar de Dios
al Dios, alegría de mi juventud,
y te alabaré con la cítara, ¡Dios, Dios mío!
Por qué te me derrumbas, alma mía,
por qué te agitas dentro de mí,
¡espera en Dios! porque de nuevo lo proclamaremos:
Dicha de mi rostro y Dios mío...
Abel,
me ha parecido extraordinario tu comentario y tu traducción, máxime teniendo en cuenta que se trata de uno de mis salmos preferidos.
Me ha llamado mucho la atención tu traducción del versículo 4
[q]Me sucede que mis lágrimas son pan cada día y noche
al preguntarme todo el día: «¿dónde tu Dios?»[/q]
porque leyendo las traducciones de las diversas Biblias que tengo, nunca hubiera llegado a esa conclusión: el sujeto parece se más bien o las lágrimas o bien la gemte sin amor.
Por otro lado, según las notas de la Biblia de Jerusalén, "a ti, montaña humilde" se referiría al monte Sión, o bien el Zaorah, que pudo ser una etapa en el camino del destierro.
Gracias a este trabajo, veré este salmo con nuevos ojos.
Un abrazo.
¿Cuándo veré el rostro de Dios? Notas al Salmo 42/3
por Abel Della Costa
Situación del Salmo en el Salterio y género literario
Yo empiezo haciendo preguntas.
¿[n]Ese Core, no había sido fulminado o tragado por la tierra por gamberro, no había muerto maldito, es decir sin herederos? Si fue así, ¿como es que aparece un salmo, o mejor dicho dos hechos por sus hijos?[/n]
[n]2: Como la cierva anhela las corrientes de agua
así mi alma te anhela a ti, oh Dios.[/n]
Una amiga mía decía que le parecia un salmo irreverente, hasta que vio en un documental a un cervatillo correr como loco buscando agua, entonces supo lo que queria decir, la cierva necesita el agua para vivir, y nosotros a Dios
Mi alma tiene sed...
Esto a mi me lleva al encuentro de Jesús con la Samaritana, y a una frase en latín que esta en el altar mayor de una iglesia de La Coruña
Pido perdón por el asesinato que me dispongo a hacer
“ hunc aqua me dabi tu” o algo así
.. [n]si el enemigo, es el sin amor, él que miente y engaña[/n], para nosotros los cristianos estaría claro quien es. O debería estarlo; y tal vez iba por ahí el salmista
me gusta lo “ de obligarlo a actuar” porque sin él no podemos vencer el Mal.
Bueno, me ha encantado, sobre todo porque es un canto a la Esperanza
Me llamo la atención comprobar mientras lo iba leyendo como en el A.T, habia noches oscuras, había hombres que buscaban a Yahvé, y no sólo sus obras que no todos eran saduceos, creyentes en Dios pero mirando de tejas para abajo, porque si al salmista le sacamos su Fe en la Resurrección no tiene sentido su deseo de volver a encontrar y ver a Dios. Bueno es mi conclusión
Por cierto. Estamos en junio no en julio, te adelantaste un mes
Maite
quisiera saber si tienes comenterios de mas salmos y donde encontrarlos........saludes y sigue adelante
Me ha parecido excelente el trabajo sobre el salmo 42-43 me gustaría que se comentaran mas salmos así como este, esmuy ilustrativo y me impulsa a ser más piadoso y rezar con mayor fervor la Liturgia de las Horas. Gracias que Dios les bendiga
Abel muy buena traducción precioso y hemoso Salmo haz escogido, Dios te cuide y te guarde y bendiga.
Es posible que sean los recuerdos alegres de cuando iba anhelante por llegar a la Casa de su Dios y alegría de su vida los que le hacen llorar ante la pregunta de los “sin-amor” que lo oprimen de “dónde está tu Dios?”, y llore como cuando en una situación angustiante recordamos los momentos felices en los que sí estábamos en la situación contraria a la que ahora nos causa dolor y angustia?
Por otro lado, leí un texto en el que decían que la expresión “ Dios , por qué me has abandonado?” es un hebraismo, Galileo norteño, que aunque en forma de pregunta, significa algo como “ esto sucede/sucedió porque así Dios lo ha querido o lo ha permitido con algún propósito ( que según la fe judía, siempre es para bien ) ; por lo tanto, es algo como también algo como “se ha cumplido mi destino/el propósito para el que he sido separado”. En el artículo en inglés, decía que esa expresión aún se usa en una tribu un tanto aislada , que lingüistas han corrido a ella... no recuerdo si cerca de Irán ( podría ser otro lugar, no recuerdo bien).