En muchas diócesis del mundo la celebración del domingo VII de Pascua, el anterior a Pentecostés, cedió su puesto ya de manera permanente a la celebración de la Ascensión del Señor, que al igual que pasa con otras solemnidades (Epifanía, Corpus), al perderse la vinculación entre el calendario civil y el religioso, la Iglesia prefiere moverlas al domingo más lógico, en este caso el anterior a Pentecostés, por la importancia del acontecimiento.
Esto ya nos da una pista de que la Ascensión no es un adorno teológico del calendario litúrgico, ni una pieza menor. Es más, en el Credo formulamos «al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, y está sentado a la derecha de Dios...». Sin embargo, cuando queremos pensar la escena, el momento del ascenso como tal, no podemos menos de admitir que la tal formulación -Jesús ascendió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre- obedece a una representación completamente metafórica, incluso en cierta medida infantil, del universo: arriba, abajo, más abajo, descendió, murió y descendió más (a los infiernos), resucitó y ascendió, está sentado...
Y todavía debe agregarse un aspecto aun más importante a esta representación metafórico-espacial: la palabra misma "resucitar", que los primeros cristianos escogieron para confesar la fe en el triunfo de Jesús sobre la muerte -en griego el verbo «egeiro»-, significa también un movimiento en el espacio: se levantó. Perfectamente se podría haber confesado la fe diciendo que Jesús «revivió». Es más, pàra nosotros, que carecemos de una conexión íntima y vital con la «gramática» de la confesión de la fe, «resucitar» y «revivir» nos parece que dicen lo mismo. Sin embargo «revivir» mira la cuestión en abstracto, enuncia una idea, mientras que resucitar, resurgir, levantarse de entre los muertos, enuncia un movimiento.
Si volvemos a pensar, teniendo en cuenta esto, los «movimientos» de los que habla la confesión de fe, vemos que aparecen bajo una nueva perspectiva:
-descendió
-descendió más (a la región inferior, País de los muertos, Sheol)
-ascendió (égerthen, se levantó, resucitó)
-ascendió más (a la diestra del Padre)
Este «más», esta sobreabundacia de movimiento, le da su tono específico a la confesión de la fe: Jesús murió, sí, pero murió más que cualquier otro hombre, y no se trata sólo de un más cuantitativo, al estilo de ciertas películas sobre la Pasión: mucha sangre, mucha herida, muchos golpes, mucha muerte; es un «más» de otra clase, un más cualitativo: murió más que todos, porque se abajó hasta lo más hondo de todo: descendió a los infiernos, dice el Credo, llegó hasta «los espíritus encarcelados» como lo dirá 1Pedro 3,19.
Y correspondientemente, Jesús volvió a vivir, sí, pero no se trata de un volver a vivir como el hijo de la sunamita resucitado por Eliseo (2Re 4), ni siquiera como resucita Lázaro por obra de Jesús, sino que es «más» resurrección, es un surgir de la muerte que asciende y llega al Padre. Resurrección y Ascensión son momentos del mismo movimiento por el que Jesús abandona el territorio de la muerte y llega a la posesión de la plenitud de la vida.
Tendemos a pensar la ascensión de Jesús negativamente, como una ida, una falta: si ascendió, no está. Incluso algunas palabras del Evangelio, cuyo uso en la predicación debe ser cuidadosamente contextualizado, pueden sugerirnos la idea de que Jesús no está («Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán», o «Como el novio tardara»); quizás inconscientemente ponemos en relación esta ida del Novio con la Ascensión: no está porque se fue. Pero la ascensión no habla de la ida de Jesús, sino del «sobreelevamiento», del exceso de resurrección que hay en él: su resurrección es toda la resurrección posible.
San Juan teologiza esto con esas palabras tan enigmáticas: «si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito» (16,7). ¿Qué relación puede tener el irse como condición para la venida del Paráclito? ¿Acaso el Paráclito no es el mismo Dios, y no queda en la muerte y resurrección de Jesús reconciliado Dios con el hombre, de modo que se hace posible el Paráclito? ¿Por qué además irse era condición a la venida del Paráclito?
Al hacerle estas preguntas al teólogo Juan, hemos encontrado, sin darnos cuenta, la respuesta: sólo en la muerte y resurrección de Jesús se completa la reconciliación de Dios con el hombre, por eso es necesario toda la resurrección, no sólo el levantarse de entre los muertos, sino el levantarse por completo, el el ascender hasta todo lo posible, hasta la diestra de Dios.
Mientras Jesús estaba «solamente» resucitado, sólo algunos tenían acceso a él, pero ahora que ha resucitado por completo, es decir, que ha realizado hasta el final el movimiento de elevación, todos tenemos acceso a él. Había una única manera en que el Resucitado podía estar con todos: ascendiendiendo hasta lo más alto, completando el movimiento de elevación iniciado con la resurrección. En la ascensión de Jesús los ámbitos de cielos y tierra han quedado fundidos en un continuo, que es posible transitar; queda soldada la brecha y por ella desciende el Espírtu y asciende el hombre. Las oraciones pueden ser por fin escuchadas por Dios sin necesidad de griterío: «¡Gritad más alto, porque es un dios...» (1Re 18,27) burlaba Elías a los dioses paganos; pero enunciaba una verdad que no sólo valía para los paganos: un Dios que no reconcilia consigo al hombre, que no repara la brecha entre cielos y tierra, es un Dios que sólo puede ser accedido en la lejanía, al que hay que gritarle, y aun en la incerteza de ser oídos: «Alzo mi voz a Dios gritando, / alzo mi voz a Dios para que me oiga» (Sal 76, ver. liturg.). Pero se han abierto las exclusas del cielo y al fin Dios puede «derramar su bendición sobre nosotros hasta que ya no le quede» (cfr. Mal 3,10)
La ascensión es la garantía de la presencia de Jesús, si de verdad está es porque ascendió, si no, sólo estaría para unos pocos, quizás para ninguno. De hecho, mientras no había ascendido, los «relatos de apariciones» nos muestran que él debía tomar la iniciativa de ser visto. En cambio por la ascensión, ya no es necesaria una acción específica de Jesús para ser visto; o como provocadoramente lo dice Hebreos 10,19: «tenemos entrada libre al Santuario, en virtud de la sangre de Jesús», y aun agrega: «por este camino nuevo y viviente, inaugurado por él para nosotros, a través del velo, es decir, de su propia carne.» ¡De ninguna manera la ascensión es una «ida»! sino el avance de nuestro propio ascenso a Dios, la culminación de la apertura del camino «nuevo y viviente». Si la ascención fuera una ida, ¿qué estaría más justificado que quedarse, como los Apóstoles, «mirando al cielo»? ¡Y sin embargo, no hay nada que mirar! porque el que asciende, desciende como Espíritu, el que asciende, lo hace para que sea posible descender sin necesidad ya del completo anonadamiento de la muerte.
«Ascender al cielo» es la condición de posibilidad de «permanecer con los suyos». En clave del anuncio de Jesús, sólo puede permanecer ascendiendo, sólo puede ascender si permanece. Por ello, mientras san Lucas puede tomar la ascensión como centro de su obra en dos partes: el ascenso de Jesús al Padre (Evangelio), el descenso del Espíritu al mundo (Hechos); san Mateo podrá proclamar su evangelio sin necesidad de mencionar la ascensión:
«Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.» (Mt 28,18-20)
Abel,
Quiero agradecer la brillante exposición de ideas, la manera de enunciar con claridad y sencillez éstas realidades que de suyo sobrepasan todo entendimiento y que a mi entender solo pueden ser así expresadas cuando se sabe y se conoce con profundidad de aquello que se está hablando.
Sinceramente, muchas gracias.
Son ideas que aunque en cierta forma conocemos, cuando son enunciadas se pueden entender y ver con más claridad.
Se discipan un poco esas hermosas y sólidas imagenes de la ascención, con las que hemos sido formados y como las que con muy buen gusto han seleccionado en ésta ocasión, dando paso a un entendimiento más profundo de estás realidades que así vistas dan a la inteligencia y a nuestro corazón una alegría y un gozo más cumplido, haciéndonos recordar esa escritura que dice: ...La Palabra del Señor es más alta que los cielos.
Te envío un saludo cordial.
Atentamente.
Rubén.
Me gustó mucho. Núnca lo había mirado desde esta perspectiva, porque cuando se habla de la ascención, inmediatamente se analiza "y está a la derecha del padre" y se hace toda una teología de ello. Que no está mal, pero este análisis tuyo me parece por lo demás novedoso. Te ha salido la veta teóloga-oriental.
Pffffffffffff, o sea que ud está dudando de que Jesús en serio ascendió a los cielos?? Éste ensayo suyo me parece una pérdida de tiempo así que mejor póngase a hacer otra cosa en vez de estar dudando de Jesús, haga algo productivo e interesante y no pierda el tiempo, y lo mismo le digo a ud Andrea.
No entiendo en qué parte del texto ud. (sebastian) pone en duda que Abel haya dicho que Jesús no haya ascendido a los cielos. Por otra parte lo invitó a releer el texto que me parece muy bien escrito y con una perspectiva muy interesante... humildemente Luis
Era necesario que ascendiera de lo contrario si hubiera permanecido aqui mi amado Jesús unos cuantos como dice y expone Abel realmente maravillosa y hermosa narración que me había perdido desde el 16 de Mayo del 2010 falta de tiempo que no me alcanza y darle prioridad a las cosas que te escriben y redactan y de primordial importancia tu te das por desentendido eso no quise decir se me pasó lo dejé ir "Ascension y Resurrección" unos cuantos nomás hubieran sabido que resucito y al ascender Jesús abandona el territorio de la muerte y llega a la posesión de la plenitud de la vida . Ponemos en relación esta ida del Novio con la Ascension no está porque se fué . Por este camino nuevo y viviente inaugurado por El, muchas gracdias Abel Dios te Bendiga.
...Yo sólo puedo decir que se me ha revelado en concreto y no en abstracto, ni teológicamente, ni ideológicamente, sino con pies en tierra, a plena luz del día se podría decir, y sin tapujos: la 'Presencia Histórica de Jesús tal y como lo narran los Evangelios, y en parte muchas otras escenas que no toman en cuenta los Evangelios, pero que según Juan 21,25,pudieron suceder. Yo mismo estoy anonadado ante esta predilección de Jesús por mostráseme tal y como El era y en todo lo acontecido en su vida, para que yo lo retransmita a esta 'generación incrédula' que de todo hace novela, cuando no mofa. Respeto el criterio del articulista, y la Teología en mi caso la pongo en su debido y justo lugar; no afirmo ni refuto sus argumentos, ni las razones que lo hayan movido a pronunciarlos. Simplemente hablo de lo que se me ha dado en revelación. Un atisbo de mis planteamientos los puede ver /y oír/ el lector al bajar de Youtube: CRISTO UNA REALIDAD HISTÓRICA /de Manuel 'Clave 9'/. Ya poseo en diapositivas unas setenta escenas de lo acontecido, para mostrarlas y explicarlas conforme se me han revelado. Detrás de cada movimiento de Jesús había una cámara cósmica que hacía tomas magistrales, que poseo, como he dicho, en imágenes-fotos. Y en cuanto a la 'ASCENSIÓN', que era una de las predicciones en que sustentaba Jesús sus prédicas y sus hechos y su Deidad, también tengo imágenes sorprendentes de su 'ASCENSIÓN', subida e ida hasta desaparecer. Respeto todo otro criterio. Me limito a reafirmar lo dicho en los Evangelios. Hechos concretos y no metáforas. Y hasta se me ha revelado el día de la "venida con poder y majestad". Gracias no obstante al articulista por moverme a hacer este comentario; igualmente a los promotores de esta página. MANUEL, PROFETA DE 'CLAVE 9': UNA NUEVA GENERACIÓN DE HOMBRES MÁS LIBRES, MÁS JUSTOS Y MÁS AMOROSOS EN TOMA DE 'CONCIENCIA CÓSMICA'. Conciencia de unidad, de universalidad y de trascendencia, para un mundo realmente mejor. Conciencia que nos corresponde adquirir ahora y que hace simbiosis entre Dios y hombre; hombre y Dios. Lo cual me hace recordar aquello otro del Antiguo Testamento:"Día ha de llegar en que no tendrán que predicarse unos a otros de Dios, porque todos me conocerán...". Y Jesús nos se nos dio como "Camino, Verdad y Vida" para tal propósito.
La verdad es que no debería estar enzarzándome en responder, pero quisiera abordar solo alguna cuestión: no por el autor, sino por algún incauto lector del comentario, que pueda sentirse amedrentado por alguien que se presenta como receptor de una revelación directa.
Nuestra fe no tiene que ver con revelaciones privadas ni se modela por ellas. Que alguien pueda tener una revelación privada y orientarse un poco por ella, pues bien, mientras esa revelación concuerde con la revelación pública... pero no es exportable a nadie más, por eso es privada. La revelación divina está contenida fundamentalmente en la Biblia. ¿De qué habla la Biblia? del proyecto de Dios de ser Emmanú-El, Dios con nosotros, lo que gracias a Juan 1,14 sabemos que consiste en revelarse en la carne, en lo más humano del hombre.
Por ello la misma Biblia tiene una realidad humana, no es un libro en lenguaje divino, sino en lenguaje humano, hablado por un Dios que desde siempre ha preparado su humanación. De allí que erramos menos, nos movemos más en la dirección de Dios, si la leemos como una literatura sagrada, con todos los condicionamientos de una literatura, que si pensamos que es posible captar en algo así como fotografías la vida divina expresada en ella.
Pretender que Dios revela a un hombre de una manera distinta a como revela en la Biblia, pretender que revela con una claridad que la propia Biblia no tiene, es querer cambiar de bases la palabra divina, realmente es querer fundar el evangelio sobre otras bases que las ofrecidas por el propio Dios.
Alguien dice que le fue revelado de manera directa la verdad, afortunadamente la propia revelación nos dejó un criterio:
"Queridos, no os fiéis de cualquier espíritu, sino examinad si los espíritus vienen de Dios, pues muchos falsos profetas han salido al mundo. Podréis conocer en esto el espíritu de Dios: todo espíritu que confiesa a Jesucristo, venido en carne, es de Dios" (1Jn 4,1-2)
¿Se confiesa a Dios venido en carne negando a la Palabra de Dios su realidad más encarnada?
" "En cuanto al día ni la hora, nadie lo sabe, ni los ángeles del Cielo, ni el Hijo", sólo el Padre"
Por eso con todo respeto, a Manuel González, nadie le ha revelado el día de la venida, desde luego Dios no, porque lo oculto hasta a su Hijo en su Humanidad
Nadie dice que los Evangelios mientan, pero una lectura literal destroza la Escritura, si sólo es literal. El Cielo no es un lugar físico, es Dios mismo, no habla del firmamento, la tierra es redonda, por lo que no hay arriba ni abajo. Jesús asciende, es decir entra con su Humanidad santísima en Dios, en la Trinidad, es un misterio.
Lo de las cámaras con todo respeto, pues usted mismo
La alegoría no es mentira, si yo digo, que a mi sobrina la ascendieron en el trabajo, no digo, que la subieran al piso de arriba, sino que tiene un puesto más alto.
Naturalmente yo creo en La Ascensión, es decir en la glorificación de Jesús en su Humanidad
Dentro del contexto de una inerpretación alegórica de los misterios bíblicos, concedo cierta razón a Bertrand Russell cuando dice: "Quien lea atenta y conscientemente la Biblia atendiendo solo a su literalidad, puedo aseguraar que, si no es tonto, se volverá ateo".
No sé en qué momento de su vida lo habrá dicho, pero hasta la década del 50, en el catolicismo, leer la Biblia "literalmente" quería decir lo que hoy llamamos "fundamentalísticamente", y se propiciaba ese modo de lectura, así que una persona honesta intelectualmente que leyera la Biblia no le quedaba más remedio que salirse de la fe para poder leer y comprender. Recién con Pío XII se produce la apertura a los estudios críticos y poco a poco se va imponiendo una nueva comprensión: leer la Biblia literalmente es leerla literariamente, es decir, con el carácter con el que fue escrita.
Pero desde luego la recepción de esa "nueva" comprensión (no era nueva, pero era nueva para los estudios católicos) no fue inmediata, ni uniforme. Aun hoy muchos católicos leen, o creen que la Biblia debe leerse, como entre los evangélicos norteamericanos.