«(Bernabé) ha observado, y ha visto que las cosas andaban bien (cf. He 11,23). Y la Iglesia así es más Madre, Madre de más hijos, de muchos hijos: se convierte en Madre, Madre, Madre cada vez más. Madre que nos da la fe, madre que nos da la identidad. Pero la identidad cristiana no es un carnet de identidad. La identidad cristiana es una pertenencia a la Iglesia, porque todos estos pertenecían a la Iglesia, a la iglesia madre, porque encontrar a Jesús fuera de la Iglesia no es posible. El gran Pablo VI decía: es una dicotomía absurda querer vivir con Jesús sin la Iglesia, seguir a Jesús fuera de la Iglesia, amar a Jesús sin la Iglesia. Y esa Iglesia Madre que nos da a Jesús, nos da la identidad que no es sólo un sello: es una pertenencia. Identidad significa pertenencia. La pertenencia a la Iglesia. ¡Esto es lo hermoso!.
«(La alegría de evangelizar) ... empieza con una persecución, con una tristeza grande, y acaba con la alegría. Así va la Iglesia adelante, como dice un Santo, entre las persecuciones del mundo y las consolaciones del Señor. Así es la vida de la Iglesia. Si nosotros queremos caminar por el camino de la mundanidad, negociando con el mundo -como querían hacer los Macabeos, que estaban tentados en aquel tiempo- nunca tendremos la consolación del Señor. Y si buscamos sólo la consolación, será una consolación superficial, no la del Señor, será una consolación humana. La Iglesia va siempre entre la Cruz y la Resurrección, entre las persecuciones y las consolaciones del Señor. Y esto es el camino: quien va por esta vía no se equivoca.
«Pensamos hoy en la misionariedad de la Iglesia: estos discípulos que han salido de sí mismos para ir, y también los que han tenido el valor de anunciar a Jesús a los griegos, algo en aquel tiempo escandaloso, casi. Pensemos en la Madre Iglesia que crece, crece con nuevos hijos, a los cuales da la identidad de la fe, porque no se puede creer en Jesús sin la Iglesia. Lo dice Jesús mismo en el Evangelio: pero vosotros no creéis, porque no sois parte de mis ovejas. Si no somos "ovejas de Jesús", la fe no viene, es una fe al agua de rosas, una fe sin sustancia. Y pensamos en la consolación que ha tenido Bernabé, que es precisamente "la dulce y consoladora alegría de evangelizar". Y pedimos al Señor esta parresía, este fervor apostólico, que nos empuje a ir adelante, como hermanos, todos nosotros. Adelante!, Adelante, llevando el nombre de Jesús en el seno de la santa Madre Iglesia, como decía san Ignacio, jerárquica y católica.»
PP. Francisco, en el día de su santo.
La identidad de pertenecer a la Iglesia Madre.
¿Para qué queremos otra?
¿Para qué nos empeñamos en levantar etiquetas identitarias que sirven de refugios afectivos, pero que dudosamente construyen la unidad?