La lucha de Martín Lutero con Dios perfiló y definió su vida entera. La pregunta «¿cómo puedo encontrar un Dios de gracia?» lo atormentó constantemente. Él encontró el Dios de gracia en el Evangelio de Jesucristo. «La verdadera teología y el conocimiento de Dios están en Cristo crucificado.» (Disputa de Heildelberg)
En 2017 los cristianos católicos y luteranos miraremos más adecuadamente hacia atrás, a los eventos ocurridos hace 500 años, si ponemos el evangelio de Jesucristo en el centro. El Evangelio debe ser celebrado y comunicado a la gente de nuestro tiempo para que el mundo pueda creer que Dios se brindó a sí mismo haciéndose hombre, y llamándonos a la comunión con él y su iglesia. En esto radica la base de nuestra alegría en la fe común.
A esta alegría también le corresponde un discernimiento, una mirada autocrítica dirigida a nosotros mismos, no sólo en nuestra historia, sino también hoy. Los cristianos en verdad no siempre ponemos la fe en el evangelio; muchas veces nos conformamos al pensamiento y moldes de comportamiento del mundo circundante. Repetidamente nos detenemos en el camino de la buena noticia de la misericordia de Dios. Tanto como individuos como comunidad de creyentes somos constantemente convocados al arrepentimiento y la reforma - alentados y guiados por el Espíritu Santo. «Cuando nuestro Señor y Maestro, Jesucristo, dice "haced penitencia", quiso que toda la vida de los fieles fuese de penitencia.» Así dice la sentencia inicial de las 95 tesis de Lutero, que disparó el movimiento de la Reforma.
Aunque esta tesis hoy es todo menos evidente, nosotros, cristianos luteranos y católicos, queremos tomarla en serio dirigiendo nuestra mirada crítica ante todo a nosotros mismos y no el uno al otro. Tomamos como regla para guiarnos la doctrina de la justificación, que expresa el mensaje del Evangelio y por eso «sirve constantemente para orientar toda la enseñanaza y la práctica de nuestras iglesias hacia Cristo» (Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación). La verdadera unidad de la Iglesia sólo puede existir como unidad en la verdad del Evangelio de Jesucristo. El hecho de que la lucha por esta verdad en el siglo XVI llevara a la pérdida de la unidad en la cristiandad occidental pertenece a las páginas oscuras de la historia de la Iglesia. En 2017 debemos confesar abiertamente que tenemos culpa ante Cristo por el daño a la unidad de la Iglesia. Este año conmemorativo se nos presenta con dos desafíos: la purificación y sanación de la memoria, y la restauración de la unidad cristiana acorde con la verdad del evangelio de Jesucristo (Ef 4,4-6).
El siguiente texto describe el camino «del conflicto a la comunión» - un camino cuya meta aun no hemos alcanzado. No obstante, la Comisión Luterana-Católica para la Unidad se ha tomado en serio las palabras del Papa Juan XXIII: «las cosas que nos unen son más grandes que las que nos separan.» Invitamos a todos los cristianos a estudiar el informe de nuestra Comisión tanto con mente abierta como de manera crítica, y a venir junto con nosotros al camino de una comunión más profunda de todos los cristianos.
Karlheinz Diez, Arzobispo Auxiliar de Fulda (en nombre del Co-presidente católico)
Eero Huovinen, Obispo Emérito de Helsinki (Co-presidente luterano)