El único bien es Dios mismo, así que ni la enfermedad, ni el hambre, ni la cárcel, ni la persecución son contrarios a nuestro bien cuando están direccionados hacia Dios mismo. De la misma manera que el pan, el dinero, el placer, la familia, la saciedad son males cuando no están direccionados hacia Dios.
Es significativo que San Juan —el mayor teólogo bíblico— hable de los milagros de Jesús no como milagros sino como “signos”. Dios curaba a los enfermos, hacia caminar a los cojos, daba la vista a los ciegos… todos bienes relativos, particulares y finitos pero que anunciaban la llegada de Dios mismo encarnado, restaurando a la humanidad, acogiendo a los alejados, a los marginados…, eran signos de la presencia de Dios en la tierra. El cojo pudo haber perdido la otra pierna cuando celebrando después su recién curación se puso a bailar en el tejado de su casa y resbaló, el ciego pudo haber desarrollado cataratas de viejo y el enfermo, bueno al final de muchos años de salud murió. Pero la salvación había llegado a sus vidas, de cada uno, todo estaba orientado de nuevo hacia Dios.
Cuando el jugador de fútbol americano Tim Tebow se colocó debajo de sus ojos una referencia bíblica —John 3:16— durante un partido colegial… nadie esperaba que exactamente 3 años después en un partido de playoffs profesional hubiera tirado para 316 yardas, con un promedio de 31.6 yardas por pase, con la única intercepción en el juego en 3ra y 16, con un tiempo de posesión de su equipo de 31 minutos y 6 segundos, en un partido que tuvo un rating de audiencia pico de 31.6. [1]
Este suceso hizo qué el término “John 3:16” fuera el más buscado a la mañana siguiente. Esta estrella de fútbol proclamaba al mundo que Dios era lo más importante para Él y Dios le guiño el ojo con un signo que llevo a millones de personas a leer algo que Dios quería que leyeran… mientras el “dios bueno” hacia caer pan en África y ya sabemos como acabó eso.
Dios hace signos para llevarnos a Él. A veces parecen ser milagrosos, a veces es una persona insignificante para el mundo logrando grandes cosas para Dios y los hombres, a veces es algo particular que solo alguien en particular entiende.
El mal es algo real y se requiere un Dios con agallas para librarnos de ese mal… un Dios que apuesta por llamarnos, invitarnos, sumarnos, transformarnos, para que dejemos de ser el problema, para resolverlo de fondo, desde las profundidades de lo que somos… para que podamos mirar que Dios se hizo hombre para que el hombre pudiera ser Dios. Dios no quiere darnos bienes finitos, quiere compartirnos su mismísima vida divina.
Quiere que venzamos la muerte, la lejanía y el abismo que abrimos entre Él y nosotros, entre su verdad y la voluntad perdida de un hombre que se elegía a sí mismo como su dios y solo encontró soledad, oscuridad y muerte.
[1] Wikipedia: The 3:16 game