Señor: la Iglesia me pide que rece por los difuntos, y me recuerda que aquí estoy de visita, porque mi destino final eres Tú; que me creaste para vivir junto a ti una eternidad y que mientras llegue ese momento, debo seguirte, despojarme de aquellas redes que puedan atarme y cumplir tu voluntad.
Señor, cuando viniste al mundo llegaste Tú solo, y me buscaste para comunicarme el mensaje del Padre. Tu redención ha conseguido que cuando llegue mi hora, Tú ya no subas solo al cielo sino que lo hagas conmigo: "Vendré otra vez y os tomaré conmigo; para que donde yo estoy, allí estéis también vosotros" Me presentarás al Padre: "Padre, quiero que los que me has dado, estén también conmigo donde yo estoy, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado".
Estos son motivos, Señor, para no tener miedo a la muerte. Si a lo largo de mi existencia me has dado muestras de un amor desmedido; si momentos antes de morir mi cuerpo y el tuyo se han unido en la comunión; si has sido compasivo conmigo toda la vida y no te has acordado de mis pecados, en mi último momento, seguirás siendo mi amado y mi salvador.
Te veo preparando el banquete, dándome el abrazo de bienvenida, poniéndome el anillo de desposado, sin tiempo para juicios y reproches. Lo dices en el evangelio de san Juan: "quien escucha tu Palabra y cree en el que ha enviado, tiene vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado de la muerte a la vida". También me lo recuerda el Papa Francisco: "Dios no condena, Él solo ama y salva".
Creo en el juicio final pero en ese juicio que relata san Juan de la Cruz : "Al atardecer de la vida, te examinaran del amor". En ese juicio que me preguntarás: ¿Cuánto amaste?. Un juicio que según dice el Papa: "Dios nos juzga amándonos. Si acojo su amor estoy salvado, si lo rechazo me condeno, no por él sino por mí mismo"
ALABADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR...
Señor: quiero vivir mi muerte como la antesala a tu encuentro. Pronunciando tu nombre, ilusionado por nuestro desposorio, contento porque mi lámpara está encendida y llena de aceite. Dispuesto, como dice san Pablo, a recibir el capital y el interés, llevado de la mano de la Virgen y San José.
...SEA POR SIEMPRE BENDITO Y ALABADO.