Señor: si me preguntas hoy, como hiciste con tus discípulos, quién eres Tú para mí, solo con la inspiración del Espíritu Santo podría responderte. Si lo hago por las vivencias y experiencias de mi relación contigo, te puedo decir que bendigo la hora que te encontré, que hoy mi vida gira en torno a ti, y que como dice san Pablo : "Ya no vivo yo, Cristo vive en mí." Mi vida tiende a vivir, pensar y actuar como mi Dios lo desea.
Te bendeciré y bendeciré el día que te dije "si". Cuando me pediste que te siguiera y cuando a tu "ven y verás" me convenciste de que solo Tú tenías palabras de vida eterna. Que eras el agua que necesitaba para saciar mi sed y que eras el camino y la vida que yo buscaba.
La decisión de seguirte no estuvo del todo en mis manos sino en tu gracia y en tu empeño de que formara parte de tu Reino. Tú rezaste por mi ante el Padre para que fuera tuyo:. "Te ruego por ellos, por estos que tú me diste, y son tuyos". Yo no era partidario de amar al que me ofende, de ser pobre para ser bienaventurado, de dar sin esperar, ni de creer que en el pan y el vino estabas Tú presente.
Si he creído en estos, tus mandatos, ha sido porque he confiado en tu palabra, porque me ha convencido tu ejemplo de vida, muerte y resurrección, y porque sin verte ni tocarte me has hecho creer en ti.
Confío en ti, Señor, porque creo que Tú siempre me has amado y me amarás eternamente. Porque el mundo no me puede separar del amor de Dios, porque mi muerte la has vencido con tu resurrección y por ella me has abierto la puerta de la eternidad para alabarte y darte gracias por siempre. Dice el Papa Francisco que "Quien ama busca conocer aún más a la persona amada para descubrir la riqueza que lleva en sí y que cada día se presenta como una realidad totalmente nueva."
Mi esperanza en ti es total. Tú eres fiel y siempre cumples tus promesas, porque la tierra y el cielo pasarán pero Tú palabra permanece siempre. Sé Señor, que Tú confías en mí y aunque me veas caer, esperas mi arrepentimiento. Una y muchas veces renuevas tu confianza en mí sin acordarte de mis desamores.
ALABADO SEA EL SANTÍSIMO SACRAMENTO DEL ALTAR.
Me gustaría, Señor, garantizarte mi fidelidad. Que no fuera yo una preocupación para ti y que tu corazón descanse al pensar en mí. Sé Señor que Tú siempre piensas en mí, y que cuando tienes un proyecto, tu pensamiento se posa en mi persona para llevarlo a efecto. A tu deseo van unidas las gracias necesarias para hacerlo realidad, porque ves que sin ellas yo no lo podría conseguir. Señor: que el Espíritu Santo me ilumine para estar dispuesto siempre a ser Apóstol de Jesús de Nazaret y confesar que eres el Mesías, el Hijo de Dios.
SEA POR SIEMPRE BENDITO Y ALABADO.