Señor: estamos celebrando el tiempo litúrgico de la cuaresma, días que me recuerdan tu retiro al desierto para cumplir con la voluntad del Padre y librarme de la muerte. Entiendo, Señor, que Tú cuaresma no se parece a la mía. Yo soy el pecador que necesita misericordia y Tú la ofrenda que intercede por mí ante el Padre. Mi cuaresma es conversión, es oración y es penitencia. La tuya es amar, el rescatar con el precio de tu sangre a quien Tú amabas y por el pecado se había perdido.
Tu cuaresma me enseña, Señor, que la voluntad del Padre debe estar por encima de los desiertos que lleguen a mi vida. Que siguiendo tu ejemplo sepa trasformar en ofrenda el desaliento, la tentación, el cansancio, la enfermedad, la incomprensión.
Pienso Señor, que tanto Tú como yo vivimos desiertos y cuaresmas. Tú esperándome para acompañarte en la soledad del sagrario y yo buscando consuelo a los reveses y los desamores que llegan a mi vida. Mi fe en ti me dice que mi soledad solo Tú puedes llenarla de alivio, y que mi entrega a ti y al hermano calmaría la tuya.
Sé, Señor, que en medio del bullicio que envuelve a mi sociedad, es difícil encontrar momentos de paz, silencios y sosiego, donde me aísle de lo mundano para hablar contigo de amores. Mi experiencia de adorador, me dice que es el sagrario el lugar para encontrarnos, para presentarte lo que me turba, para descubrir la respuesta que busco y para hallar la paz y el consuelo que necesito.
Tu ejemplo, Señor, me dice que tus grandes decisiones, los momentos cruciales de la redención, las iniciaste con la oración, el retiro, el silencio y la confianza en el Padre. Te pido Señor, me concedas estas gracias para santificar mi cuaresma, para que meditando tu pasión y tu cruz, alcance el amanecer de la Pascua.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar.
Tu cuaresma Señor y tu calvario me indican el camino que debo tomar para seguirte. Que solo aceptando las cruces de cada día puedo encontrarte. Que el sendero hacia mi Pascua eterna es aceptar las cruces que la vida me presente, y la fuerza para levantarme, es verte en la cruz siendo Tú inocente.
Sea por siempre bendito y alabado.
Que podamos ver a Jesús en la asamblea, en la Palabra, en el Sacramento...Nuestro alimento, que nos transforma, que nos hace caminar en la vida del Espíritu, que nos llama al desierto, no solo para aislarnos, sino para ser más sus discípulos, para ser más Iglesia Militante.-