Lecturas:
Qo 1,2;2,21-23: ¿Qué saca el hombre de todos los trabajos?
Sal 89,2.3-4.5-6.12-13: Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación.
Col 3,1-5.9-11: Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo.
Lc 12,13-21: Lo que has acumulado, ¿de quién será?
Hermanos y hermanas, cada día la Palabra de Dios nos muestra una inspiración para cambiar nuestras vidas. Si abrimos nuestros corazones para recibir la Palabra de Dios seguramente veremos la luz.
La primera lectura nos dice que la vanidad, cuando es demasiado grande, puede llevarnos a la ruina y alejarnos de la esencia de la humildad.
La santidade consiste en confiar en Dios, como se muestra en el salmo de hoy:
“Señor Tú has sido nuestro refugio de generación en generación”. Hermanos, La confianza puede ser fruto del amor.
En la segunda lectura, el autor sagrado nos lleva a reflexionar sobre los bienes que debemos buscar para nuestra salvación.
“Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios, aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra”.
Hermanos, esta es una sabia decisión, ya que los bienes de esta vida pasan, nosotros también, muchas personas que amamos han pasado y un día pasaremos todos, pero los bienes de arriba son eternos, no pasan, debemos mirar estos dones que Dios nos da y buscarlos todos los días sin cesar.
Es exactamente lo que Jesús nos dijo en la narración del Evangelio que acabamos de escuchar. “Su vida no depende de sus bienes”. Es cierto, porque él nos dice: “Necesitamos ser ricos ante Dios”.
Todo esto requiere de nosotros un esfuerzo diario, una donación diaria.
Estas cosas exigen de cada uno de nosotros una actitud correcta hacia la vida y los eventos que nos rodean.
Necesitamos mirar a los que están a nuestro lado com una mirada amable. Hablar de ellos con respeto, ayudar a los necesitados, decir una palabra de amabilidad a los que sufren.
Estamos invitados a hablar del amor de Dios a los demás.
Todo esto es ser rico ante Dios.
Que así sea