Las artes plásticas, qué duda cabe, han ayudado enormemente a la difusión de la fe bíblica, sobre todo en épocas en las que el acceso a los textos era muy minoritario.
Muchas escenas las tenemos impresas en nuestro interior no de la lectura de los textos sino del modo como los pintores las han representado. Eso entraña un grave peligro: creer que la escena bíblica es la que cuenta el pintor, cuando en realidad es al revés: el pintor nos cuenta una mirada suya, y una penetración suya, en el relato bíblico, mirada que nunca excluye que el texto dice mucho más, trasciende esas apropiaciones particulares.
En muchos casos, incluso, el modo como lo pintan los artistas se vuelve canónico, y ya parece que no se puede pintar una escena de otro modo.
Seguramente gran parte de los cristianos piensan que en la última cena solo estaban presentes los Doce; este dato no está, ni por la afirmativa ni por la negativa, en niguno de los evangelios, pero ¿quién hay que piense en la "Última Cena" y no se le represente la escena canónica de Leonardo?
Nada ayudó a difundir más el relato de Adán y Eva que la lamentable asociación del fruto que trajo el mal al mundo (en latín, "malum"), con una manzana (en latín, también "malum"), con lo cual, así como ganó en difusión perdió en eficacia, porque si leemos bien el relato, no deberíamos identificar ese árbol con ningún árbol conocido.
Cuando hablamos de conversión de San Pablo todos nos representamos la irrupción sorpresiva del Resucitado en su vida, que lo tumba del caballo, y para peor, si creemos a Caravaggio, de espaldas, cuando una mirada atenta al relato nos muestra que no se trata de caer de ningún caballo, sino de "caer a tierra", expresión bíblicamente consagrada para expresar el reconocimiento y la adoración del Dios verdadero.
Aunque estemos muy acostumbrados a representar al Espíritu Santo con una paloma, ¿de dónde sale eso? Alguno me dirá que viene directo de los relatos bíblicos del bautismo de Jesús. Pero leeremos atentamente los relatos para ver si es tan claro que la paloma es la mejor representación del Espíritu.
Es verdad que los cuatro relatos hablan del Espíritu que descendió "como paloma", pero la verdad que en griego la expresión es bastante oscura, y ni los exégetas se ponen del todo de acuerdo en cómo debe entenderse. Hay dos lecturas posibles:
A) El Espíritu Santo se apareció corporalmente, siendo visto con la forma de una paloma, y descendió.
B) El Espíritu Santo descendió "en la forma en que descendería una paloma", es decir, no en picado, como otros pájaros, sino como si fuera a cubrir el terreno sobre el que se posa. En este video, en cámara lenta, se ve muy bien cómo es el descenso de una paloma:
La diferencia entre las dos lecturas no es menor: en un caso estamos afirmando un fenómeno físico, y en el otro una metáfora religiosa, que puede permanecer en ese plano de metáfora, sin menoscabo del relato.
Veamos qué dice cada evangelista. Traduzco literal-literal:
Marcos: "... vio [Jesús]... al Espíritu como paloma (hos peristerán) bajando hacia él." (1,10)
Mateo: "... vio [Jesús]... al Espíritu de Dios bajando como si [fuera-hubiera] una paloma (hosei peristeran), y viniendo hacia él." (3,16)
Lucas: "... bajó el Espíritu Santo, con apariencia corporal, como una paloma (hos peristeran) sobre él." (3,22)
Juan: "He visto [yo, JuanB] al Espíritu descendiendo como paloma (hos peristeran) de los cielos, y permaneció sobre él." (1,32)
Una aclaración: ninguno dice "en forma de paloma", ni "con forma de paloma", como ponen muchas traducciones, tergiversando el texto, lo que supone una preinterpretación a favor de la opción A.
El más neutro entre las dos lecturas posibles es Marcos, que da para una u otra. Tratándose del primer evangelio escrito, debió haber sido él, con su tradición, el que puso en movimiento estas lecturas, que luego se complicaron un poco. Si tuviéramos solo Marcos, no llegábamos más a A que a B. A mi entender, de todos modos, el "como paloma" de Marcos modifica al modo de bajar, y por lo tanto pienso que se refería originalmente al vuelo, no a la forma.
San Mateo retomó la imagen de Marcos, pero, creo yo, le modificó un poco la sintaxis para que quedase más clara la idea de que no hubo ninguna paloma física volando sobre Jesús, entonces el "hos" (como) que usó Marcos se transforma en un "hosei" (como si), y la frase entera puede entenderse: "como si hubiera una paloma viniendo hacia él".
San Lucas, siempre tan "físico" en sus descripciones, no se conforma con un "vuelo de paloma", y aclara que el Espíritu tomo forma corporal, aunque si leemos bien, no dice que esa forma sea la de una paloma, sino que tomo una forma corporal, como la que tendría una paloma sobre Jesús. Desaparece la referencia al vuelo, y cambia la preposición: "epí" (sobre), en vez de "eis" (hacia).
Juan, más tarde, volvió a "espiritualizar" la imagen del Espíritu, vuelve a reaparecer el vuelo y desaparece la forma corporal, pero no renunció a la conquista de Lucas, y divide la cuestión en dos movimientos: volar-hacia y permanecer-sobre.
Es interesante esta perspectiva de Juan, porque por un lado inclina la balanza de nuevo hacia la lectura B, la más "metafórica", para decirlo de alguna manera, que así queda defendida por Mateo, el propio Juan, y entonces podemos acercarle al más neutro Marcos, mientras que la imagen más física queda del lado de Lucas, y de los pintores renacentistas, naturalmente, encantados con la imagen concreta.
Pero además nos muestra que a lo mejor tampoco Lucas está completamente inclinado a la cuestión física porque sí, sino porque le da la posibilidad de jugar con la imagen de una paloma que se posa-sobre, lo que tiene sus resonancias en el Espíritu que sobrevolaba las aguas primordiales (Gn 1,2), la paloma que suelta Noé y que encuentra por fin dónde posarse (Gn 8,12), y hasta quizás una velada alusión al salmo 55,7: "quién me diera alas de paloma para volar y reposar"... sobre esto último quiero aclarar que en castellano hay más parentesco que en griego, porque los verbos usados por los LXX son distintos que los que usan Lucas y Juan, pero no digo yo que se trate de una cita del salmo, sino solo de un eco.
Creo que si pensamos el descenso del Espíritu no como un acontecimiento físicamente extraordinario, sino como una verdadera teofanía, una verdadera manifestación divina, donde las formas físicas son lo de menos, y lo de más es la verdaderamente extraordinaria inclinación de Dios hacia nuestro mundo (aunque sus formas sean inenarrables), podría ayudarnos a recuperar ese aspecto de evangelio, de buena-noticia que anuncia que en y desde Jesús Dios está efectivamente allí, posado y ante nosotros, verdad simple pero con toda la fuerza del Evangelio, un poco oscurecida a veces por un exceso de imaginación.
Cuánto nos ayudarías comprender si los artistas hubiesen hecho como Gil de Siloé en la cartuja de Miraflores de Burgos, el último año del siglo XV. En el retablo, el Espíritu Santo está representado en la forma de un joven coronado que sostiene uno de los brazos De la Cruz donde prende el Hijo, mientras que el Padre, como un anciano coronado por tiara papal, sostiene el otro.
Siempre joven y poderoso; así es el Espíritu de Dios.
ahhhh...buenisimo "ver" el vuelo de la paloma y asi entender mejor .GraciAs Abel
Abel muchas gracias por sus aclaraciones que me hacen centir el Amor del Padre y como el Espiritu Santo me cubre y Proteje Gracias
Entonces según su opinión, ¿Jesús resucitó en cuerpo y alma o fue una teofanía que los apóstoles experimentaron en grupo y que viendo, oyendo y palpando algo inenarrable, se tuvieron que inventar un lenguaje imaginario para que todos pudiéramos entender sin entender?
En mi opinión, el lenguaje simbólico está muy bien, y el significado teológico imprescindible. Pero reafirmando la historicidad carnal de los hechos. El cristianismo no es una mitología sofisticada sino un hecho histórico concreto, físico, carnal, material, corporal (espero que no quede ambigua mi opinión) con significado teológico, místico, espiritual. El acontecimiento cristiano contiene ambas dimensiones, no solo una.
Un saludo.
No veo una relación más que indirecta entre este abordaje gramatical al simbolismo de la paloma, y la realidad del Resucitado. Es interesante que me atribuyas una posición que no tengo, y que además expreso en multitud de escritos, y además polemices contra esa posición, como si fuera la mía, tratándome de reductivo...
En fin, solo para empezar, pero sobre este tema escribí muchísimas veces, puedes ver mi artículo "¿De verdad que los muertos salieron de sus tumbas?" (https://www.eltestigofiel.org/index.php?idu=pb_11158) donde confronto explícitamente el realismo de la resurrección con los símbolos catequísticos. Luego, en varias respuestas a opiniones dentro de ese mismo artículo amplío el tema.