El texto hebreo es sumamente escueto al presentarlo, ni siquiera hace juegos de palabras con su nombre o con el de su pueblo (lo que marqué como "etimología en texto", se refiere a Hebreos, no a Génesis). Sin ninguna presentación se dice que este sacerdote es rey de Salem, lo que se supone que es un apócope de "Jerusalem" (cfr. S 76,2-3). Posiblemente la intención de este relato es mostrar que las aspiraciones sacerdotales de la casa de David, a pesar de no ser de linaje aarónida, tienen algún fundamento, ya que se apoyan en la antigüedad del sacerdocio local de Jerusalén, ya desde la época jebusea.
Parece que así lo ha entendido el autor del S 110 cuando de manera completamente original introduce en un salmo que es evidentemente de entronización real la atribución del sacerdocio, algo muy por fuera de la teología oficial y habitual en al Biblia: "en ningún otro lugar del AT reciben los reyes históricos el título de “kohen” = sacerdote, ni pertenecen al sacerdocio oficial, por más que éste les esté sujeto." (Deissler).
Aunque debe notarse que en la rama de reyes cismáticos del Reino del Norte, su fundador, Jeroboam I, sí que realiza actos sacerdotales (1Re 12,33), pero justamente Yahvé condena fuertemente ese acto, que considera idolátrico (1Re 13,1-5).
Así que la elaboración sobre el rey-sacerdote de Jerusalén que hace el salmo 110 podría haber quedado como meramente anecdótica, un ditirambo poético propio de un poeta de la corte, sin ninguna consecuencia teológica, si no fuera que Carta a los Hebreos descubrió allí algo nuevo sobre Cristo, un paralelismo tipológico con el sacerdote-rey del Génesis que destaca con gran maestría, donde cada palaba (el nombre, la ciudad, la ofrenda), e incluso cada silencio (la ausencia de genealogía de este peculiar sacerdote jebuseo) cobran importancia.
De todos modos en esto Hebreos no está totalmente sola, ya que la figura de Melquisedec había comenzado a ser reflexionada como figura escatológica entre los sectarios de Qumrám: "Melquisedec ejecutará la venganza de los juicios de Dios" (11QMelq II,13).
Pero se puede decir sin duda que ninguna elaboración llegó tan lejos como lo hace Hebreos, que por supuesto no se interesa tanto en al figura histórica del personaje, cuanto en dejar al descubierto una dimensión sacerdotal en la figura de Jesús que pasa muy desapercibida en el resto del NT, excepto quizás en Jn 17 y en Apoc., aunque elaborados de manera muy distinta.