Según la costumbre oriental antigua, atestiguada, por ej., en el Código de Hammurabi, cuando una mujer era estéril, podía ofrecer al marido una esclava que fuera propiedad de ella, para que la esclava "diera a luz sobre las rodillas" (Gn 30,3) de su ama, de tal modo que la criatura no era considerada de la esclava sino del ama (ver un poco más sobre esto en la nota a Raquel).
Sin embargo los afectos naturales se cuelan en las rendijas de esta figura jurídica y no siempre resulta ser el hijo verdaderamente del ama, ni la esclava meramente un vientre de alquiler. La historia de Agar es significativa al respecto.
Además de esta lección natural que podemos extraer de los episodios, san Pablo ha llegado a una elaboración muy profunda de la rivalidad entre Agar y Sara, al convertirlas en eje de una alegoría sobre la rivalidad de las dos alianzas, la del Sinaí y la de la libertad (es decir, la nueva alianza en Cristo). Curiosamente, en la alegoría paulina la que representa a la alianza del Sinaí (es decir, la alianza de la Ley) es Agar y no Sara, como sería de esperar.