Sobre la realidad histórica de los patriarcas ver nota a Abraham.
Hay que reconocer que las narraciones bíblicas sobre Isaac son muy pobres respecto de las de su padre Abraham, y sobre todo frente a las de su hijo Jacob (1). Se puede decir que lo más importante que quería destacar la Bibia era la transmisión familiar de la promesa, más que los actos heroicos y las andanzas. De allí que el único capítulo que lo tiene propiamente por protagonista es Gn 26, que habla de su instalación en Guerar y el extraordinario crecimiento de su hacienda por la protección activa de Yahvé.
También en la profunda y brillante narración de Gn 22 es Isaac protagonista junto a su padre, pero nuevamente, lo que más se destaca allí no es lo que Isaac hace sino lo que es hecho en él, en este caso el atamiento y la liberación por la intervención de Dios en el minuto decisivo.
Casi se diría que esta pasividad es un rasgo dominante en Isaac, tal como lo presenta el Génesis. Esta pasividad, sin embargo, no se transfiere a su mujer, Rebeca, muy activa en al historia de estos mismos capítulos de Génesis, y verdadera artífice humana del giro que la promesa patriarcal va a tomar.
La etimología del nombre se relaciona con el verbo reír ("tsahaq"), pero en el texto es etimología "popular" (o literaria) porque idiomáticamente el sujeto de esa risa no es un ser humano, como en los textos, sino el propio Dios: el nombre es apocope de "Itzaq'el", "Dios ríe". En el texto la risa se relaciona con Sara (Gn 18,12-15), Abraham (Gn 17,17), o incluso con la gente (Gn 21,6)