Sobre la realidad histórica de los patriarcas ver nota a Abraham.
Es uno de los principales personajes del ciclo patriarcal (después de Abraham, por supuesto), su historia abarca la mitad del Génesis. Es un personaje difícil de evaluar, tramposo en casi toda su actuación, sólo superado en esto por su primo Labán, no es el héroe moral que una lectura ingenua de la Biblia esperaría, aunque si es por acentos bíblicos, es un gran representante de la obra que la gracia realiza en los hombres, incluso en los que pudieran parecer "casos perdidos".
El nombre de Israel, que para la narración del Génesis está ligado a la trascendental experiencia religiosa del Vado de Yabboq (Gn 32,23-33), e implica un cambio interior del personaje, parece históricamente ligado a tradiciones patriarcales propias de las tribus del Norte, mientras que el nombre Jacob comprendería las tradiciones, quizás equivalentes, de las tribus del sur. El doble nombre, entonces, que el relato ha aprovechado teológicamente, contendría las trazas de la compleja historia de consensos y disensos de la que surgió el pueblo bíblico.
Ya en las propias fuentes bíblicas Jacob alcanzó el estatus de "héroe", y por tanto de figura en cierto modo ejemplar, lo que dificulta leer sus historias, que tienen poco de ejemplares. Es notoria, sin embargo, la orientación muy personal de su piedad religiosa (Gn 28,10-22, leyenda fundacional del santuario de Betel), e incluso Dios lo acompaña y alienta en tierra extranjera (Gn 31,4-13), lo cual será fuente de aliento religioso para los desterrados de Judá, que es la época en que se compilaron las historias patriarcales que circulaban popularmente.