Tanto Raquel como Lía son las protagonistas de una escena memorable del Génesis: la "competición" de las dos hermanas por conseguir ser la preferida de Jacob. Podría pensarse que esto ya está dirimido de antemano del momento en que se aclara que Jacob (1) "amó a Raquel más que a Lía" (Gn 29,30), sin embargo, precisamente a la vista de esa preferencia, Dios (que es privilegiadamente el Dios de los que se llevan la peor parte) asume la preferencia por Lía y la hace fecunda, y a la otra, estéril.
En esta competencia por el amor del marido, tanto Lía como Raquel acuden a un procedimiento aceptado en la antigüedad: un vientre subrogado en la persona de una esclava propiedad de la mujer. Esta costumbre, que había aparecido en Mesopotamia en relación a las sacerdotisas, a las que no se les permitía tener hijos biológicos, con el paso de los siglos se fue volviendo un remedio a la esterilidad, e incluso (como en el caso de Lía, que sí podía tenerlos), como una práctica que la favorecía frente a su hermana. Estos hijos no biológicos se incorporaban a la prole materna, y contaban también a los efectos de la partición de la herencia. Atendiendo a las leyes con las que distintos códigos de la antigüedad buscan corregir efectos no deseados de esta práctica, es posible que trajera conflictos en el seno de la familia, como vemos que ocurre en el caso de Sara y Agar.
En esta base consigno como de Raquel todos los hijos que legalmente son de ella, pero biológicamente Dan y Neftalí son de Bilhá, su esclava.