El profeta canónico, de finales del siglo VII. La primera mención está, según el orden canónico de nuestras biblias, en un texto muy tardío: el cap. 14 del libro de Daniel, que literariamente no pertenece al mismo conjunto, sino que es una sátira independiente sobre los ídolos. La mención del profeta Habacuc en este contexto es anácrónica por completo (cuando se tomaba el libro de Daniel enteramente como libro profético y antiguo, se señalaba que este Habacuc sería seguramente otro que el profeta canónico), y seguramente forma parte de la ironía del texto, algo así como "un profeta alimenta a otro profeta". Seguramente taambién al frase que pronuncia el profeta tiene su ironía: "Señor - dijo Habacuc - no he visto jamás Babilonia ni conozco ese foso" (Dn 14,35), ya que Habacuc pertenece precisamente al tiempo mismo del destierro de Judá a Babilonia.