Es el primer nombre de Dios que aparece en toda la Biblia, y aunque es genérico, se usa abundantemente como nombre propio. En realidad es la forma plural de El, aunque se utiliza como plural mayestático, con los verbos (por ej. Gn 1,1) y pronombres (por ej. S 46,11) concordados en singular. Cuando se lo utiliza como plural no es nombre propio, y se refiere, por lo general, a los ángeles o más vagamente, a los seres celestiales (cfr. S 8,6)