Si sólo se necesitan salmos, el más adecuado es, por supuesto, el 103 (numeración litúrgica, en la numeración que está en las biblias es el 104). Lo que ocurre es que ese salmo ya se usa abundantemente en la liturgia de Pentecostés, así que si no se quiere repetir, se puede utilizar algunos de los salmos «históricos», ya que la acción del Espíritu está estrechamente unida al desarrollo de la historia de la salvación. Serían adecuados los salmos 77, 104 o 105 (numeración en las biblias, 78, 105 y 106), por supuesto, uno solo de ellos, ya que son salmos largos y sobre todo, de gran densidad, así que no conviene acumular. Es recomendable utilizar la versión litúrgica, muy poética, y que se hallará en nuestra web, en la sección "Orar los salmos" (allí están con la numeración litúrgica).
Sin embargo, lo aconsejado en unas vigilias, sobre todo en unas de tal solemnidad como las de Pentecostés, es rezar comunitariamente el Oficio de Lecturas, que ya provee del salmo, las lecturas, y sobre todo la mejor estructura de oración para una ocasión así. Si los participantes no conocen el uso de la liturgia de las horas, es también una buena ocasión para gastar un tiempo en introducir a la práctica de esta oración.
La edición manual de la liturgia no sólo aconseja el rezo del Oficio de Lecturas en las vigilias, sino que además ofrece una variante para completar el Oficio. Copio a continuación los textos que se agregarían al Oficio de Lecturas, y el modo de agregarlos:
Se reza el Oficio de Lecturas completo (sin invitatorio), hasta el segundo responsorio inclusive. Concluido éste se añade lo que sigue (los textos en rojo son sólo indicativos, no se leen en voz alta, los epígrafes pueden leerse o no, según la costumbre del lugar):
Ant (una para toda la serie): No os dejaré huérfanos, y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
Cántico I: Is 63, 1-5: El Señor vence a los enemigos él solo
Epígrafe: Ellos vencieron al dragón con la sangre del Cordero (cf. Ap 12,11)
¿Quién es ése que viene de Edom,
de Bosra, con las ropas enrojecidas?
¿Quién es ése, vestido de gala,
que avanza lleno de fuerza?
Yo, que sentencio con justicia
y soy poderoso para salvar.
¿Por qué están rojos tus vestidos,
y la túnica como quien pisa en el lagar?
Yo solo he pisado el lagar,
y de los otros pueblos nadie me ayudaba.
Los pisé con mi cólera, los estrujé con mi furor;
su sangre salpicó mis vestidos y me manché toda la ropa.
Porque es el día en que pienso vengarme;
el año del rescate ha llegado.
Miraba sin encontrar un ayudante,
espantado al no haber quien me apoyara;
pero mi brazo me dio la victoria,
mi furor fue mi apoyo.
Cántico II: Os 6,1b-6: El Señor, misericordioso, quiere misericordia, y no sacrificios
Epígrafe: Cristo resucitó al tercer día, según las Escrituras (ICo 15,4)
Vamos a volver al Señor:
él, que nos despedazó, nos sanará;
él, que nos hirió, nos vendará.
En dos días nos sanará;
al tercero nos resucitará;
y viviremos delante de él.
Esforcémonos por conocer al Señor:
su amanecer es como la aurora,
y su sentencia surge como la luz.
Bajará sobre nosotros como lluvia temprana,
como lluvia tardía que empapa la tierra.
- «¿Qué haré de ti, Efraín?
¿Qué haré de ti, Judá?
Vuestra piedad es como nube mañanera,
como rocío de madrugada que se evapora.
Por eso os herí por medio de los profetas,
os condené con la palabra de mi boca.
Quiero misericordia, y no sacrificios;
conocimiento de Dios,
más que holocaustos.»
Cántico III: So 3,8-13: El resto de Israel al fin se salvará
Epígrafe: Isaías clama a propósito de Israel: «Aunque el número de los hijos de Israel fuese como la arena del mar, se salvará sólo el residuo» (Rm 9,27)
Esperad -oráculo del Señor-
a que yo me levante a acusar,
porque yo suelo reunir a los pueblos, juntar a los reyes,
para derramar sobre ellos mi furor, el incendio de mi ira;
en el fuego de mi celo se consumirá la tierra entera.
Entonces daré a los pueblos labios puros,
para que invoquen todos el nombre del Señor,
para que le sirvan unánimes.
Desde más allá de los ríos de Etiopía,
mis fieles dispersos me traerán ofrendas.
Aquel día no te avergonzarás
de las obras con que me ofendiste,
porque arrancaré de tu interior
tus soberbias bravatas,
y no volverás a gloriarte
sobre mi monte santo.
Dejaré en medio de ti un pueblo pobre y humilde,
que confiará en el nombre del Señor.
El resto de Israel no cometerá maldades,
ni dirá mentiras,
se hallará en su boca una lengua embustera;
pastarán y se tenderán sin sobresaltos.»
Ant: No os dejaré huérfanos, y se alegrará vuestro corazón. Aleluya.
Lectura del santo evangelio según san Mateo
28,16-20: Id y haced discípulos de todos los pueblos
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
«Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
O bien, el evangelio de la misa de la vigilia:
Lectura del santo evangelio según san Juan
7,37-39: Manarán torrentes de agua viva
El último día, el más solemne de las fiestas, Jesús, en pie, gritaba:
- «El que tenga sed, que venga a mí; el que cree en mí, que beba. Como dice la Escritura: de sus entrañas manarán torrentes de agua viva.»
Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado.
Terminado el evangelio (puede haber una homilía o monición), y luego de un tiempo de silencio conveniente, se continúa con el rezo del Te Deum y la oración final.