Las misas de niños tienen una más amplia libertad que las misas habituales, siempre dentro del decoro y el respeto por la santidad de la liturgia.
Hasta donde sé, la última directiva explícita sobre el tema de misas de niños es el «Directorio litúrgico para las misas con participación de niños», de la Congregación para el Culto, de 1973. Ha quedado un poco desactualizado (por ejemplo, no menciona la existencia de una plegaria eucarística de niños, que es la actualmente utilizada), pero el espíritu de conjunto del documento es el de fomentar la piedad infantil dentro de moldes de expresión que no son los del adulto.
Mi opinión es que nada impide realizar el gesto de rodear el altar con los niños para rezar el Padrenuestro, pero en último término eso lo tiene que aprobar o desaprobar el obispo de la diócesis, que es el responsable último de la dirección pastoral de su territorio.
Precisamente la parte del Padrenuestro, dentro del rito de la comunión, es la única que, curiosamente, no es ni siquiera mencionada en este Directorio del año 73. Por tanto, que los niños suban o no al altar en esta parte de la Eucaristía quedaría sujeta al criterio del sacerdote presidente. Sin embargo, por guardar la catolicidad, efectivamente, debería hacerlo siempre previa consulta al Obispo de su diócesis. En realidad, así se debería actuar cada vez que se tenga una duda al respecto de algún aspecto litúrgico.
Por otra parte, lo que no parece de recibo es que, con la cantidad de cambios sociales, culturales, humanos, políticos e ideológicos que han experimentado nuestras sociedades en el último medio siglo, la Iglesia siga teniendo vigente un directorio como este, del año 1973.
Ahora que han actualizado el Directorio Catequístico, es de esperar que haya un nuevo impulso a la celebración litúrgica con niños.