Muy interesante el texto, por supuesto no ese versículo aislado sino el conjunto al que pertenece, creo que expresa un pensamiento paulino muy complejo y desafiante.
Desde Orígenes (Contra Celso, V) los versículos 12 al 15 se han convertido en el "locus clasicus" de la doctrina del purgatorio, ya que habla de salir librado del fuego "por los pelos". El texto realmente no habla del purgatorio, y hay que reconocer mucha honestidad en el Concilio de Trento que, al reafirmar la doctrina sobre este tema, se guardó de fantasías y de citas bíblicas tan poco pertinentes.
El "juicio por el fuego" es un tema común a algunas especulaciones griegas y a la apocalíptica muy extendida en el judaísmo de la época, así que es difícil saber si san Pablo está usando esta imagen del juicio por el fuego haciéndose eco de ese pensamiento apocalíptico o condescendiendo con imágenes comunes a sus interlocutores de la comunidad muy helenística de Corinto, pero lo que sí podemos estar seguros es que no es ese el centro de gravedad del pasaje, que no pretende explicar "cómo va a ser" el juicio, sino llamando a la responsabilidad tanto a los dirigentes de la comunidad como a los miembros.
El problema que atraviesa la comunidad de Corinto en ese momento es la profunda división causada por diversas adhesiones internas: "Yo, de Pablo; yo, de Apolo; yo de Cefas..." (1,12; posiblemente el "yo, de Cristo" sea una ampliación retórica del propio Pablo).
Los "de Cefas" es fácil identificarlos con Judeocristianos de observancia legal, los "de Apolo" quizás con cristianos helenistas de tendencia "intelectualista", o que no entendieran/aceptaran del todo la profundidad de la teología bautismal predicada por Pablo (cfr. Hech 18,24ss.), los "de pablo", naturalmente, los defensores de la "libertad frente a la ley" predicada por Pablo... Aunque no sepamos con exactitud las tendencias, conocemos muy bien cómo esas "líneas religiosas" van corroyendo la caridad comunitaria que debe imperar en la Iglesia -¡y que es el alma de la Iglesia!-, hasta muchas veces el punto de ruptura. Lo seguimos experimentando, lo estamos viviendo ahora mismo.
Contrariamente a lo que podría esperarse dada la vehemencia y la intransigencia de Pablo, no aboga por forzar más hacia una ruptura, sino a restituir los lazos de caridad comunitaria, y produce para ello un "alimento sólido" verdaderamente original:
El cimiento es uno y siempre el mismo, Cristo: si está el cimiento, hay posibilidad de construir edificio (v. 11).
El cimiento no es una doctrina, por eso no está en el juego de las diferencias doctrinarias. Posiblemente Pablo esté pensando en el cimiento bautismal... no importa si tiendes a Cefas, a Apolo, a Pablo, a Lefevbre, a Sarah, a Francisco: el bautismo es uno, ese cimiento es inamovible, le tocó a Pablo ponerlo (por ser el fundador de la comunidad), pero lo mismo lo podría haber puesto Apolo o Cefas.
Tras eso, lo que ocurre con ese cimiento es que se desarrolla un edificio, allí sí interviene la doctrina... ¿son todos los edificios iguales? De Pablo esperaríamos que nos diga que solo un edificio puede ser verdadero, sin embargo en bien de la paz en una comunidad dividida, no lo dice, se queda en que hay diferentes "materiales" para los edificios, y por tanto diferentes edificios: oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, paja (v. 12).
Retomando una perspectiva enseñada también por san Mateo, pero que se remonta al propio Jesús, de tener paciencia hasta la "siega escatológica" (cfr. Mateo 13,24-30.47-50), Pablo prefiere dejar la evaluación de los diferentes edificios para el "juicio por el fuego", imagen sugerida ya por la enumeración de los propios materiales, unos que resisten al fuego, y otros que inevitablemente sucumben.
Y aquí da un giro inesperado el discurso: suponemos que Pablo debería proponer una especie de venganza trascendente: Dios no castiga ahora a los constructores de edificios de mala calidad, pero ya se encargará de ellos en el juicio... pero resulta que no, incluso los que hayan edificado con madera o paja, escaparán por los pelos, pero escaparán: en definitiva, también ellos han hecho comunidad, aunque a Pablo le sea difícil de tragar...
Creo que es una página que debemos meditar seguido: ¿cuánto vale la "pureza doctrinaria" frente a una Iglesia enferma de división? El texto marca la prioridad: reconstruir los lazos de caridad recíprocos, y todo lo demás podrá andarse después, y lo que no, ya lo purificará el fuego venidero.