Una pregunta muy actual y que llevo pensando algunos meses es la siguiente: Con la pandemia del COVID-19 hemos tenido que celebrar la Eucaristía en casa, siguiéndola on-line a través de nuestras parroquias, grupos, etc. Pues bien, los miércoles yo me suelo sumar a la celebración de una Eucaristía carismática on-line porque el sacerdote es de alto riesgo y le acompañamos en la celebración. Sin embargo, vengo notando cierto abuso en la misma desde hace tiempo en el momento de la comunión. Y es que, a la hora de comulgar, mientras yo comulgo espiritualmente, veo que muchas personas toman en ese momento una forma (desconozco si consagrada, pero imagino que no) y una copa de vino en sus casas y comulgan con ellos, comiendo y bebiendo. Lo que empezó siendo algo puntual en algunos, ha terminado por extenderse de tal manera que ahora prácticamente soy el único que sigue comulgando espiritualmente. Yo considero esto un abuso, pero no estoy seguro de que lo sea. Por eso quisiera saber su opinión al respecto. Gracias.
pregunta realizada por Bermejo
14 de enero de 2021
Desde luego, solo puedo dar una opinión lateral, porque no conzco todos los pormenores del caso (¡por ejemplo, de dónde toman la forma, y si es consagrada! datos fundamentales), y ni siquiera estoy del todo seguro de haber entendido bien lo que ocurre.
Por lo que entiendo, se reúnen varios en una misma casa a seguir la celebración (si no, ¿cómo se sabe lo que hacen los demás?), y allí ocurre la cuestión comentada.
Los sacramentos son signos, y tienen sentido si, además d etodo lo teológico y espiritual que puedan contener, mantienen su dimensión de signos. Por poner un ejemplo, si bien se podría teóricamente celebrar con una partícula de pan que no se vea ni a 2 metros, lo cierto es que no es una situación normal de celebración, y uno espera que cuando el sacerdote diga que Jesús "tomó el pan" se lo vea tomar algo parecido al pan... Aunque el precioso ejemplo del Card. Van Thuan muestra que la escacez de la materia litúrgica también puede ser signo.
No me quiero ir por las ramas, simplemente señalar que no es nuevo que cuando un gesto litúrgico o una situación litúrgica ya no permite la participación de la gente, o que la gente la entienda, empiezan a aparecer de manera automática los gestos sustitutos. Lo vemos en "levantemos el corazón": cuando ya no se entiende por qué nos ponemos de pie antes de empezar todo el diálogo, la gente empieza espontáneamente a superponerle su propia interpretación, generalmente ligada a percepciones no demasiado litúrgicas (en este caso el "levantemos" podría evocar el ponerse de pie, y muchos creen que es ese el momento de hacerlo), como lo mencioné ya en otras respuestas.
Si bien técnicamente una comunión espiritual es un evento de gracia, y una "comunión" con un pan no consagrado y un vino de la nevera no lo es, hay que tener presente que realmente el sacramento requiere signo visible, así que la comunión espiritual no es un verdadero sustituto de la comunión sacramental, sino solo un remedio que debería ser ocasional.
Con esto quisiera que quede claro que considero que si lo que "comulgan" en ese momento no es pan consagrado, realmente se trata de un abuso celebrativo (ni siquiera un abuso litúrgico, porque no están físicamente en donde ocurre la celebración litúrgica), pero la pandemia nos está trayendo nuevos problemas que la propia Iglesia tiene que ayudar a pensar y resolver. Porque si no la gente lo resuelve a su manera, a lo mejor inventando algo inapropiado, pero de lo que no podremos quejarnos mucho, si no se ha hecho nada por pensar una solución.
La tele-misa es una maravilla, este fin de semana estuve confinado y pude participar de ella de todos modos; en otras épocas me la hubiera perdido simplemente; pero no basta con recordar que no es lo mismo participar telemáticamente que en vivo: la Iglesia tiene que resolver ahora cómo incorporar la celebración telemática a la liturgia de verdad, y que la gente pueda vivirla con signos litúrgicos ciertos. Porque aunque la pandemia se vaya, la celebración telemática ya no se va a ir. Y si no queremos que la gente empiece a sacar bebidas de la nevera para "comulgar", tendremos que pensar algo práctico y real.
Si, por ejemplo, hay dignidad en los materiales presentados (pan ázimo, vino de uva puro), y en el modo de presentarlos, ¿no podría el poder de la Iglesia consagrar ofrendas que no están físicamente sino solo intencionalmente en el altar? Desde luego en la actualidad no, pero creo que podría pensarse, y creo que debería pensarse.
Comentarios
por Bermejo (213.97.19.---) - lunes , 1-feb-2021, 8:17:42
Algunas aclaraciones al respecto.
Lo primero es que muchos comulgan con pan y vino normales. Lo hacen como gesto para unirse a la comunión con el sacerdote y como comunión real, pero desde casa. El problema es que se trata de pan y vino de la despensa.
Lo segundo es que no se encuentra nadie reunido. La Eucaristía es on line, como dije. Es decir, que cada uno estamos en nuestra casa y nos comunicamos vía Zoom. Por eso todos nos vemos a todos, pero no estamos reunidos físicamente. Por eso sabemos lo que hacen los demás, porque la pantalla se convierte en multipantalla y aparecemos todos, por lo que todos nos vemos a todos. Es por ello que se ve claramente que en la comunión cada cual coge de su mesa el pan y el vino para consumirlos.
En tercer lugar, el sacerdote sí consagra el pan y el vino de la misma forma que habitualmente se hace en cualquier Eucaristía, con una oblea o forma. Son los celebrantes on line los que consumen el pan y el vino normales (cuando digo normales me refiero a los que cada uno podemos comprar en el comercio).
Por último, claro que se entiende que hay que intentar comulgar presencialmente del Cuerpo de Cristo consagrado en la Eucaristía presencial, así como que es aconsejable asistir presencialmente antes que on line. La cuestión es qué ocurre cuando, por razones de confinamiento, enfermedad u otras imposibilidades, se celebra on line.
Pues bien, entre la formulación de la pregunta y su respuesta, hemos vuelto a celebrar la Eucaristía y ha salido la pregunta después de la misa, porque una señora no estaba conforme con lo que consideraba un abuso. Y el sacerdote le respondió literalmente: "Si lo haces con fe, puedes hacerlo". Ahí se quedó la cosa. Por eso, mi interpretación es la siguiente:
Uno puede comulgar con pan y vino de la nevera siempre que entienda y sepa perfectamente que lo que está haciendo no es sustitutivo de la comunión real y presencial del pan y vino consagrados. Si se entiende ese acto simbólico como un gesto y nada más, viviéndolo y practicándolo desde al fe y como una ayuda, puede ayudarnos a interiorizar ese momento sublime y unirnos espiritualmente a la Eucaristía con su presidente. Sin embargo, me queda una cuestión por elucidar, que creo que es interesante: se puede vivir con fe y que sirva de ayuda, pero ¿no debía hacerse sin sustituir la fórmula de la comunión espiritual? Porque, efectivamente, la comunión espiritual no debe ser sustitutiva de la presencial, pero creo igualmente que el símbolo o gesto de comulgar con pan y vino de la nevera tampoco debería ser sustitutivo de la comunión espiritual. Digamos, por decirlo del algún modo que se entienda, que el rango primero es el de la comunión presencial, el segundo el de la espiritual y el tercero el del símbolo del que hablamos. Sin embargo, al realizar el gesto simbólico, sí sustituimos uno de mayor rango: la comunión espiritual, la cual sí podemos hacer desde la distancia (no como la comunión presencial, que no podemos hacerla on line).
Gracias por sus respuestas.