Hola, estas dos frases, que pertenecen a la conocida canción de Cuaresma "Perdona a tu pueblo, Señor", tienen gran sabor bíblico, del Antiguo Testamento.
La primera, que a su vez le da título, "perdona a tu pueblo, Señor", está un poco por todos lados, tanto en forma de expresión de deseo ("que el Señor perdone a su pueblo"), como enunciado ("perdonarás o perdonas a tu pueblo") como en invocación, como es el caso de esta canción.
La culpa, en el AT, es sentida como una realidad ante todo colectiva: lo que un miembro hace afecta a todo el cuerpo social y religioso. Verdaderamente la Biblia se plantea como una "historia de familia", y la familia, no el individuo, es la unidad fundamental: Israel es un pueblo de hermanos, en un sentido mucho más realista y menos metafórico que para nosotros, por tanto lo que hace un miembro afecta a todos. De allí que el pedido de perdón también sea fundamentalmente colectivo, y que se experimenten las grandes catástrofes nacionales como un castigo divino a todo el pueblo.
Veamos algunas apariciones de esta expresión:
Comenzamos con la bellísima intercesión de Moisés en Ex 34,9: "Si en verdad he hallado gracia a tus ojos, oh Señor, dígnese mi Señor venir en medio de nosotros, aunque sea un pueblo de dura cerviz; perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y recíbenos por herencia tuya."
De parecido tono, Nm 14,9: "Perdona, pues, la iniquidad de este pueblo conforme a la grandeza de tu bondad, como has soportado a este pueblo desde Egipto hasta aquí."
En 1Re 8,30, ya como parte de la consgración del templo (de paso nótese como la figura del Rey asume en esa familia una posición privilegiada, él es el "siervo" de Dios por antonomasia, el paterfamilias del pueblo): "Oye, pues, la plegaria de tu siervo y de tu pueblo Israel cuando oren en este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde el cielo, escucha y perdona."
En 2Cro 6,25: "escucha tú desde los cielos, perdona el pecado de tu pueblo Israel, y vuélvelos a la tierra que les diste a ellos y a sus padres."
El antecedente más inmediato de la canción es la lectura de la gran oración penitencial de Joel 2, con la que se abre la Cuaresma:
"Entre el vestíbulo y el altar lloren los sacerdotes, ministros de Yahveh, y digan: "¡Perdona, Yahveh, a tu pueblo, y no entregues tu heredad al oprobio, a la irrisión de las naciones! ¿Por qué se ha de decir entre los pueblos: ¿Dónde está su Dios?"
En forma de enunciado: 2Cro 7,14: "[si] mi pueblo, sobre el cual es invocado mi Nombre, se humilla, orando y buscando mi rostro, y se vuelven de sus malos caminos, yo les oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra."
Hay más, pero con esta muestra tomada de la Ley y los profetas hay una buena señal de lo frecuente que es.
La segunda, "no estés eternamente enojado" no recuerdo que esté literalmente así, como invocación; es más bien una invocación basada en la promesa de Dios de restaurar a su pueblo y no estar eternamente enojado con él, como parecía que lo estaba cuando el pueblo tuvo que marchar al exilio. Así que el profeta de la vuelta del destierro, el Segundo Isaías, dirá, en nombre del propio Dios:
"No disputaré por siempre ni estaré eternamente enojado, pues entonces el espíritu ante mí desmayaría y las almas que yo he creado." (Is 5716)
También Jeremías 3,12 expresa esta promesa/compromiso de Dios:
"Anda y pregona estas palabras al Norte y di: Vuelve, Israel apóstata, - oráculo de Yahveh -; no estará airado mi semblante contra vosotros, porque piadoso soy - oráculo de Yahveh - no guardo rencor para siempre."
En los Salmos el pueblo le recuerda a Dios esa promesa:
"Restáuranos, Dios salvador nuestro;
cesa en tu rencor contra nosotros.
¿Vas a estar siempre enojado,
o a prolongar tu ira de edad en edad?" (Salmo 85,5-6)
Incluso en el Salmo 79 se le recuerda que esa furia eterna es un desprestigio del propio Dios ante las naciones (cito solo el v 5, pero hay que leer todo el conjunto para entender el argumento):
"¿Hasta cuándo, Señor?
¿Vas a estar siempre enojado?
¿Arderá como fuego tu cólera?"
Dos aspectos de nuestra comprensión y vivencia religiosa influyen para que tengamos dificultad con ese tipo de expresiones:
El primero es que lo pensamos desde nuestra vida individual, no nos sentimos responsables de que el mundo sea una porquería, no hemos hecho tanto como para que todo se desmorone... la culpa la tienen otros, los que sí han hecho mucho, pero están fuera del circulo divino: los rojos, los fascistas, los marcianos, pero no cada uno de nosotros, por pensamiento, palabra, obra u omisión.
El segundo es que no experimentamos el hablar con Dios como una relación, como algo que es continuo y permanente, sino que recurrimos a él ante un problema, y dejamos de recurrir en los momentos en que no lo necesitamos, así que no podemos experimentar eso tan presente en la Biblia: un pueblo en estado de oración, de diálogo, de escucha, de súplica, e incluso de disputa con su Dios.