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El Testigo Fiel
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Biblia: Los Salmos


Salmo 12 (11): Invocación a la fidelidad de Dios contra los enemigos mentirosos
Buscador simple (o avanzado)
El buscador «simple» permite buscar con rapidez una expresión entre los campos predefinidos de la base de datos. Por ejemplo, en la biblioteca será en título, autor e info, en el santoral en el nombre de santo, en el devocionario, en el título y el texto de la oración, etc. En cada caso, para saber en qué campos busca el buscador simple, basta con desplegar el buscador avanzado, y se mostrarán los campos predefinidos. Pero si quiere hacer una búsqueda simple debe cerrar ese panel que se despliega, porque al abrirlo pasa automáticamente al modo avanzado.

Además de elegir en qué campos buscar, hay una diferencia fundamental entre la búsqueda simple y la avanzada, que puede dar resultados completamente distintos: la búsqueda simple busca la expresión literal que se haya puesto en el cuadro, mientras que la búsqueda avanzada descompone la expresión y busca cada una de las palabras (de más de tres letras) que contenga. Por supuesto, esto retorna muchos más resultados que en la primera forma. Por ejemplo, si se busca en la misma base de datos la expresión "Iglesia católica" con el buscador simple, encontrará muchos menos resultados que si se lo busca en el avanzado, porque este último dirá todos los registros donde está la palabra Iglesia, más todos los registros donde está la palabra católica, juntos o separados.

Una forma de limitar los resultados es agregarle un signo + adelante de la palabra, por ejemplo "Iglesia +católica", eso significa que buscará los registros donde estén las dos palabras, aunque pueden estar en cualquier orden.
La búsqueda admite el uso de comillas normales para buscar palabras y expresiones literales.
La búsqueda no distingue mayúsculas y minúsculas, y no es sensible a los acentos (en el ejemplo: católica y Catolica dará los mismos resultados).
en la liturgia: Salmo 11
se utiliza en:
- martes de la primera semana: Oficio de lecturas
Súplica marcada por el imperativo inicial y la motivación. El salmo se encierra en la inclusión de "hombres", bene 'adam, que establece un contexto universal, de común humanidad, que no cesa de ser actual. El desarrollo se encadena con términos del campo del lenguaje: labios (3.4.5), hablar (3ab.4), lengua (4.5), halagar (3.4), decir y palabras (5.6.7a). Esto muestra el tema concentrado en el salmo: los malvados usan la palabra para engañar, lisonjear con mala intención, alardear; como instrumento de poder incontrastable. Escuchamos el desafío que lanzan seguros de sí: "¿quién será nuestro amo?" (5). Inmediatamente suena la respuesta de Dios, dispuesto a intervenir, no tanto para reprimir la blasfemia, cuanto para defender al pobre oprimido (6). Y la asamblea reconoce el valor absoluto de la palabra de Dios (7). [L. Alonso Schökel]
[1 Del maestro de coro. En octava. Salmo. De David.]

2 Sálvanos, Señor, que se acaban los buenos,
que desaparece la lealtad entre los hombres:
3 no hacen más que mentir a su prójimo,
hablan con labios embusteros
y con doblez de corazón.

4 Extirpe el Señor los labios embusteros
y la lengua fanfarrona
5 de los que dicen: «la lengua es nuestra fuerza,
nuestros labios nos defienden,
¿quién será nuestro amo?»

6 El Señor responde: «Por la opresión del humilde,
por el gemido del pobre, yo me levantaré,
y pondré a salvo al que lo ansía.»

7 Las palabras del Señor son palabras auténticas,
como plata limpia de ganga,
refinada siete veces.

8 Tú nos guardarás, Señor,
nos librarás para siempre de esa gente:
9 de los malvados que merodean
para chupar como sanguijuelas sangre humana.
2-5 En la súplica describe el poder maléfico de la lengua: la mentira como falta de lealtad. El triunfo de los mentirosos los lleva a la arrogancia: la lengua es su fuerza.
6-7 Pero más fuerte es la palabra del Señor, que anuncia la salvación del oprimido; y esta palabra es auténtica, sincera, sin residuos de falsedad.
8-9 La súplica termina, como de ordinario, con una profesión de confianza, según el tema del salmo. La traducción del último verso es conjetural, propuesta por una línea de la tradición: es coherente con el tema del salmo, la maldad de los labios mentirosos.
Los versículos entre [] no se leen en la liturgia

Para el rezo cristiano

Cristo llamó al diablo «padre de la mentira», y en su vida y su pasión tuvo que sufrir de parte de estas lenguas mentirosas y desleales, que sin armas ni poder lograron llevarlo a la muerte, mientras que «en su boca no hubo engaño» (1 P 2,22).

Es legitimo aplicar el verso 7 a la Escritura, como palabra de Dios y palabra de Cristo: auténtica y limpia de ganga.

Trasposición cristiana: Comienzo por una trasposición sapiencial a la cultura moderna, con sus abusos variados de la palabra, la palabra como instrumento de poder. Paso a la palabra profética, acrisolada en sí, no por la crítica humana. Paso a Cristo palabra: acendrada como enviado del Padre, acrisolado en el sacrificio por los hombres. De Cristo a la Iglesia, administradora responsable de dicha palabra.[L.Alonso Schökel]

Comentario exegético

Este salmo es una lamentación colectiva, seguida de una súplica de intervención divina. Yahvé anuncia por un oráculo su intervención liberadora. El salmista termina expresando su confianza en la palabra y omnipotencia divinas. Los autores no están concordes al determinar si el salmista habla en nombre propio o de la comunidad de fieles que vivían asediados en medio de una sociedad corrompida por el engaño, la insolencia y la hipocresía. También el título introductorio lo atribuye a David, y en ese caso se supone que el poeta regio reflejaría la situación religiosa precaria en la corte de Saúl, en la que no faltaban hombres sin escrúpulo que poco a poco iban pervirtiendo la mente del rey, incitándole contra el joven David. En realidad estas quejas del salmista contra una sociedad corrompida encuentran su paralelo en las predicaciones de los grandes profetas, como Oseas, Amos, Isaías y Miqueas. Por razones lexicográficas, no pocos autores suponen que esta composición salmódica es posterior al exilio, de los tiempos de la literatura sapiencial. Literariamente, el salmo parece que se divide en cinco pequeñas estrofas: las dos primeras y la última, de dos esticos, mientras que la tercera y la cuarta son de un trístico cada una.[M. García Cordero, Biblia comentada de la BAC]

Tú, Señor, nos protegerás y nos librarás. Salmo de súplica comunitaria, estructurada en cuatro partes: grito de auxilio y exposición del caso (Sal 12,2-3); imprecación (Sal 12,4- 5); oráculo divino (Sal 12,6); reflexión seguida de expresión de confianza (Sal 12,7-9). Literariamente el autor juega con bastantes recursos, que llenan de viveza y de contrastes el salmo. Comienza dirigiéndose a Dios en la primera parte. En la segunda habla de Dios y expresa un deseo, que concluye citando directamente las palabras de los malvados. Introduce a continuación, también en estilo directo, las palabras de Dios, el oráculo divino. Y en la última parte, en orden inverso a lo que hizo anteriormente, habla de Dios y de su palabra y a continuación vuelve a dirigirse a Dios directamente. Resulta así una composición concéntrica en la que los elementos se corresponden unos a otros. El contraste mayor se establece entre las palabras humanas, falsas y engreídas, y las palabras de Dios, sinceras, fieles y dignas de confianza. Otro contraste abre y cierra el salmo: a la escasez de hombres de bien que se menciona al principió, corresponde la abundancia de maldad atestiguada en las dos últimas frases del salmo. Hay que notar que, a pesar de esta aparente claridad, la traducción del salmo ofrece dificultades en varios puntos (Sal 12,6.7.9)

En cuanto al contenido, el salmista se fija en el deterioro de las relaciones entre los hombres debido al mal uso de la lengua: arrogancia, mentiras, engaños (véase Sal 120). El salmo se abre con un diagnóstico pesimista, como el del Sal 14: no queda nadie que sea leal, todos están corrompidos. La sede de la corrupción, de los disimulos y los engaños, es el corazón pervertido e hipócrita. Pero los disimulos, la hipocresía y la mentira son armas eficaces para conseguir poder y dominio. Por eso los que las utilizan se sienten seguros, sin nada ni nadie a quien someterse (Sal 12,5; véase Sal 73,9). Son ellos los que dominan y oprimen, como aparece en las palabras de Dios (Sal 12,6). No todos los hombres, pues, son corruptos y embusteros: los oprimidos, los humildes, los pobres, los que "ansian la salvación" (la traducción de esta frase es difícil), entre los que sin duda se encuentra el salmista y los que con él están orando (Saínanos. Tú nos protegerás., nos librarás: Sal 12,2.8) son hombres de bien. Utilizan su lengua no para engañar y mentir, sino para lanzar "gritos" de dolor o de súplica a Dios (Sal 12,6). Dios los oye, como ha oído también las palabras de los malvados, y promete intervenir: va a "alzarse" o "levantarse", como para un juicio solemne (véase Sal 7,7; 68,2; 76,10; 82,1.9; 94,2; Is 33,10). Y el salmista reflexiona: en la palabra, en la promesa de Dios se puede confiar (Sal 12,7). Es pura y limpia y está "probada", tiene garantía, como la plata de ley, refinada siete veces -número de la perfección- (véase la imagen en Sal 66,10; Prov 17,3). La expresión triunfal de confianza que sigue (Sal 12,8) es fruto del oráculo de Dios y de la reflexión posterior del salmista. Y quizá con la última frase (Sal 12,9) se pretende urgir la intervención que Dios ha prometido recordándole la gravedad de la situación.

En este poema hablan el salmista y los fieles suplicando y proclamando su confianza, hablan los malvados jactándose, gritan los pobres quejándose, habla Dios prometiendo su salvación... El salmo reflexiona sobre el hablar, sobre las distintas "palabras", su poder y sus efectos benéficos o aterradores. Sigue siendo un tema actualísimo, quizá hoy más que nunca. Y por encima de todo, el salmo reflexiona sobre la Palabra de Dios eficaz y salvadora, que se revelará plenamente en Cristo, Palabra de Dios encarnada, Promesa de Dios cumplida. [Casa de la Biblia: Comentarios al AT]

De los Santos Padres

Catequesis de Juan Pablo II

Catequesis de Benedicto XVI

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