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El Testigo Fiel
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Biblia: Los Salmos
Buscador simple (o avanzado)
El buscador «simple» permite buscar con rapidez una expresión entre los campos predefinidos de la base de datos. Por ejemplo, en la biblioteca será en título, autor e info, en el santoral en el nombre de santo, en el devocionario, en el título y el texto de la oración, etc. En cada caso, para saber en qué campos busca el buscador simple, basta con desplegar el buscador avanzado, y se mostrarán los campos predefinidos. Pero si quiere hacer una búsqueda simple debe cerrar ese panel que se despliega, porque al abrirlo pasa automáticamente al modo avanzado.

Además de elegir en qué campos buscar, hay una diferencia fundamental entre la búsqueda simple y la avanzada, que puede dar resultados completamente distintos: la búsqueda simple busca la expresión literal que se haya puesto en el cuadro, mientras que la búsqueda avanzada descompone la expresión y busca cada una de las palabras (de más de tres letras) que contenga. Por supuesto, esto retorna muchos más resultados que en la primera forma. Por ejemplo, si se busca en la misma base de datos la expresión "Iglesia católica" con el buscador simple, encontrará muchos menos resultados que si se lo busca en el avanzado, porque este último dirá todos los registros donde está la palabra Iglesia, más todos los registros donde está la palabra católica, juntos o separados.

Una forma de limitar los resultados es agregarle un signo + adelante de la palabra, por ejemplo "Iglesia +católica", eso significa que buscará los registros donde estén las dos palabras, aunque pueden estar en cualquier orden.
La búsqueda admite el uso de comillas normales para buscar palabras y expresiones literales.
La búsqueda no distingue mayúsculas y minúsculas, y no es sensible a los acentos (en el ejemplo: católica y Catolica dará los mismos resultados).
en la liturgia: Salmo 24
se utiliza en:
- jueves de la primera semana: Hora Intermedia
1 [De David.] A ti, Señor, levanto mi alma;
2 Dios mío, en ti confío,
no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos;
3 pues los que esperan en ti no quedan defraudados,
mientras que el fracaso malogra a los traidores.

4 Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
5 haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando.

6 Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
7 no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.

8 El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
9 hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.

10 Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan su alianza y sus mandatos.
11 Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas, que son muchas.

12 ¿Hay alguien que tema al Señor?
Él le enseñará el camino escogido:
13 su alma vivirá feliz,
su descendencia poseerá la tierra.

14 El Señor se confía con sus fieles
y les da a conocer su alianza.
15 Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque él saca mis pies de la red.

16 Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido.
17 Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.

18 Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados;
19 mira cuántos son mis enemigos,
que me detestan con odio cruel.

20 Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
21 La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti.

22 Salva, oh Dios, a Israel
de todos sus peligros.

Para el rezo cristiano

El carácter de este salmo invita a la reflexión sosegada más que a la recitación rítmica y comunitaria. Tomando el tema del camino y del pecado, es posible saltar de los enunciados del salmo al gran tema de Cristo «camino» y cordero «que quita los pecados». Esto será prolongar en nueva clave la reflexión que entabla el autor original. Los Hechos de los Apóstoles llaman varias veces al cristianismo «el camino», 18,25-26; 22,4; 24,14. En los Evangelios se nos habla de los dos caminos, Mt 7,13-14; Cristo enseña el camino del Señor, Lc 20-21.

Comentario exegético

Este salmo ha sido retocado y ha recibido añadidos a lo largo de su existencia. El último versículo (22) es un añadido posterior. Además, se trata de un salmo alfabético. En su lengua original, cada versículo comienza con una de las letras del alfabeto hebreo. En nuestras traducciones, este detalle se ha perdido. Esto significa que el salmo 25 causó un gran impacto cuando surgió. Fue conservado en la memoria y, más tarde, reelaborado con objeto de facilitar su memorización. Esta es la finalidad del orden alfabético de sus versículos.

Tal como se encuentra en la actualidad, podemos distinguir tres partes: 1-7; 8-15; 16-22. En la primera (1-7), el salmista expresa su total confianza en el Señor, con la esperanza de no verse defraudado ni quedar sin respuesta. Habla de los enemigos traidores y de las faltas de su juventud. En la segunda (8-15) tenemos una reflexión sapiencial, esto es, una meditación acerca del sentido de la vida. La raíz de todo es el temor del Señor. No se trata de tenerle miedo, sino respeto y confianza. Quien lo teme se convierte en amigo íntimo y el Señor se le revela, sellando su alianza. El que teme al Señor está siempre atento a su voluntad y Dios lo libra de los peligros. La última parte (16-22) retoma la difícil situación en que se encuentra el fiel. Este vuelve a pedir con insistencia el perdón de los pecados y la liberación de las manos de los enemigos, cada vez más numerosos.

Como en otros salmos, también en este se compara a los enemigos con unos cazadores que tienden trampas para atrapar al justo (15).

Este salmo revela un conflicto entre dos grupos desiguales, el salmista y sus adversarios. Es probable que el salmista represente al grupo de los pobres que padecen injusticia y que calla ante las amenazas. Leyendo de corrido el salmo, descubrimos quiénes son los adversarios. El salmista los llama «enemigos» (2), «traidores» (3), dice que le tienden una trampa para capturarlo (15), se trata de enemigos que se multiplican y lo odian con un odio mortal (19). ¿En qué habría consistido la traición? No lo sabemos. Probablemente se habría tratado de la violación de las leyes, dando lugar a la injusticia. ¿Y por qué detestan al justo con un odio tan intenso? Ciertamente por su denuncia de las injusticias (véase Sab 1,16-2,20). Por eso traman su destrucción.

Al lado de este conflicto entre grupos, tenemos el drama interior del salmista. Se reconoce pecador, e insiste con fuerza en esta condición. Como viene a decir el Sal 130,3, si el Señor obra con rigor y tiene en cuenta las faltas de las personas, ¿quién podrá resistir? Por eso, el salmista hace examen de conciencia y trata de ajustar cuentas con Dios.

Este salmo emplea muchos términos que nos recuerdan la Alianza: «camino» (8.9), «justicia» (9), «amor y verdad», «alianza y mandatos» (10), «alianza» (14), etc. El Dios de este salmo es, una vez más, el aliado del pobre explotado y oprimido, el mismo Dios que, en el pasado, liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto, se alió con ellos y los condujo a la tierra prometida. Por eso el salmista muestra tanto valor al pedir y tanta confianza de que va a ser escuchado, evitando quedar defraudado y confundido por un Dios neutro, sordo e indiferente.

En el Nuevo Testamento Jesús proclamó dichosos y bienaventurados a los mansos (los oprimidos) porque poseerán la tierra (Mt 5,5), perdonó los pecados (Lc 7,36-50; Jn 8,1-11) y puso sobre aviso a los ambiciosos que acumulan bienes (Lc 12,15). (Bortolini)

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