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El Testigo Fiel
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Biblia: Los Salmos
Buscador simple (o avanzado)
El buscador «simple» permite buscar con rapidez una expresión entre los campos predefinidos de la base de datos. Por ejemplo, en la biblioteca será en título, autor e info, en el santoral en el nombre de santo, en el devocionario, en el título y el texto de la oración, etc. En cada caso, para saber en qué campos busca el buscador simple, basta con desplegar el buscador avanzado, y se mostrarán los campos predefinidos. Pero si quiere hacer una búsqueda simple debe cerrar ese panel que se despliega, porque al abrirlo pasa automáticamente al modo avanzado.

Además de elegir en qué campos buscar, hay una diferencia fundamental entre la búsqueda simple y la avanzada, que puede dar resultados completamente distintos: la búsqueda simple busca la expresión literal que se haya puesto en el cuadro, mientras que la búsqueda avanzada descompone la expresión y busca cada una de las palabras (de más de tres letras) que contenga. Por supuesto, esto retorna muchos más resultados que en la primera forma. Por ejemplo, si se busca en la misma base de datos la expresión "Iglesia católica" con el buscador simple, encontrará muchos menos resultados que si se lo busca en el avanzado, porque este último dirá todos los registros donde está la palabra Iglesia, más todos los registros donde está la palabra católica, juntos o separados.

Una forma de limitar los resultados es agregarle un signo + adelante de la palabra, por ejemplo "Iglesia +católica", eso significa que buscará los registros donde estén las dos palabras, aunque pueden estar en cualquier orden.
La búsqueda admite el uso de comillas normales para buscar palabras y expresiones literales.
La búsqueda no distingue mayúsculas y minúsculas, y no es sensible a los acentos (en el ejemplo: católica y Catolica dará los mismos resultados).
en la liturgia: Salmo 25
se utiliza en:
- viernes de la primera semana: Hora Intermedia
El salmo encaja bastante bien en un juicio de apelación, sea real y objetivo, sea expresión estilizada de una experiencia espiritual. La primera palabra es "júzgame". Ante el juez comparece el orante y protesta de su inocencia (1.3.11.12). Su conducta incluye actos externos, observables, y una zona interna, "corazón y ríñones", patente a Dios. [L. Alonso Schökel]
1 [De David.] Hazme justicia, Señor, que camino en la inocencia;
confiando en el Señor, no me he desviado.

2 Escrútame, Señor, ponme a prueba,
sondea mis entrañas y mi corazón,
3 porque tengo ante los ojos tu bondad,
y camino en tu verdad.

4 No me siento con gente falsa,
no me junto con mentirosos;
5 detesto las bandas de malhechores,
no tomo asiento con los impíos.

6 Lavo en la inocencia mis manos,
y rodeo tu altar, Señor,
7 proclamando tu alabanza,
enumerando tus maravillas.

8 Señor, yo amo la belleza de tu casa,
el lugar donde reside tu gloria.

9 No arrebates mi alma con los pecadores,
ni mi vida con los sanguinarios,
10 que en su izquierda llevan infamias,
y su derecha está llena de sobornos.

11 Yo, en cambio, camino en la integridad;
sálvame, ten misericordia de mí.
12 Mi pie se mantiene en el camino llano;
en la asamblea bendeciré al Señor.
2. La petición debe ser tomada en serio, pues el orante pide un juicio que tendrá lugar en público mediante la prueba que él está dispuesto a sufrir.
3-8. Tras la afirmación positiva de virtud siguen las negaciones de los vv. 4-5, una especie de juramento purificatorio (cf. Job 31) cuyo ritual parece descrito en los vv. 6-7; la oración Lavabo del antiguo rito de la misa romana empleaba estos versículos. La «acción de gracias» (toda) es la proclamación de los juicios de Yahvé («tus maravillas »).
9. Que no sea destruido como los pecadores.
11. rescátame: Sálvame de la muerte, que es la suerte de los pecadores; quizá se refiere en el v. 10b a la venalidad de sus jueces.
12. Seguro de la intervención de Yahvé, el salmista promete un sacrificio de acción de gracias en el templo, que él ama (8). [Com. Bib. San Jerónimo]
Los versículos entre [] no se leen en la liturgia

Para el rezo cristiano

El cristiano participa en un culto más perfecto, en un templo más santo, y también debe ser declarado inocente, «justificado», para participar con la comunidad en la alabanza. El rito cristiano de purificación es la confesión, en la que el oráculo sacerdotal dicta una sentencia de absolución, y se ordena al acto máximo del culto, el sacrificio de acción de gracias.

Comentario exegético

A pesar de su brevedad, podemos distinguir cinco partes en este salmo: 1-2; 3-5; 6-8; 9-10; 11-12. En la primera (1-2) tenemos una súplica urgente. El salmista, injustamente acusado y sin tener a quién recurrir, presenta su petición al Señor, proclamando su inocencia (1). Aquí aparece (2) la imagen del fundidor. Los metales son purificados por medio del fuego, quedando aparte toda impureza. Este salmista le pide al Señor que, a semejanza del fundidor, examine sus entrañas (en el original, «riñones», que representan la sede de los afectos o las pasiones) y su corazón (que, para el pueblo de la Biblia, representa la conciencia).

La segunda parte (3-5) es la primera declaración de inocencia. En primer lugar (3) el salmista afirma no haberse apartado nunca de las dos exigencias esenciales de quien tiene alianza con el Señor: amor y fidelidad. Tenemos aquí la declaración positiva, es decir, la manifestación del bien que ha hecho. A continuación (4-5) muestra lo que no hace, es decir, que no tiene nada que ver con los impostores, hipócritas, malhechores e injustos, superando la tentación de unirse a ellos e imitar su comportamiento.

La tercera parte (6-8) es la segunda declaración de inocencia. Aquí vemos que el inocente se encuentra en el templo de Jerusalén, participando en las ceremonias, animando a los peregrinos, contemplando la belleza de la casa del Señor.

La cuarta parte (9-10) presenta una nueva petición. El justo no quiere que se le confunda con los pecadores asesinos, cuya vida está plagada de sobornos.

La última parte (11-12) es una nueva declaración de inocencia. El salmista afirma su integridad y asegura encontrarse en el camino recto, al tiempo que bendice al Señor en las celebraciones que se desarrollan en el templo.

Este salmo pone de manifiesto que Dios escucha el clamor de los justos e inocentes y les hace justicia. Este convencimiento va incluido en la huida del inocente que encuentra refugio en el templo. El autor de este salmo sabía, ciertamente, que el Señor es el Dios que escucha el clamor y libera, como hizo antaño, cuando los israelitas clamaron ante la opresión del Faraón. Basándose en esta confianza, clama y busca asilo en el templo de Jerusalén. El Dios de este salmo es, por tanto, el Dios aliado fiel. Las condiciones de la Alianza que estableció el Señor con Israel eran el amor y la fidelidad. Pues bien, el inocente de este salmo se comporta como un auténtico socio compañero del Dios de la Alianza, que obra del mismo modo que Dios (3).

En una sociedad de injusticia y desigualdad como la de este salmo y como la nuestra, Dios es siempre el amigo y el aliado de los inocentes que padecen la injusticia, y los libra de las garras de los opresores violentos.

Jesús estuvo siempre con los marginados que clamaban a él y, para salvarlos, se enfrentó a los poderosos, que acabaron con su existencia. Pero su resurrección es la prueba de que la vida es más fuerte. Además, el evangelio de Mateo presenta a Jesús como aquel que cumple toda justicia (Mt 3,15).

En este salmo, el Señor examina al inocente y lo pone a prueba. Jesús, por su parte, conoce al ser humano en su intimidad (Jn 2,25) y pone al descubierto la falsa religiosidad de los poderosos de su tiempo (Mt 23,1-36). [Bortolini]

De los Santos Padres

Catequesis de Juan Pablo II

Catequesis de Benedicto XVI

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