El inocente, injustamente acusado, apela a la justicia de Dios. Cita las palabras de sus injustos acusadores, y pide que se vuelvan contra ellos. Termina con el acto de confianza. [L. Alonso Schökel]
Dado el carácter fuertemente imprecatorio de este salmo, no se utiliza en la liturgia
1 Dios de mi alabanza, no estés callado,
2 que una boca perversa y traicionera se abre contra mí;
me hablan con lengua mentirosa,
3 me rodean con palabras de odio, me combaten sin motivo;
4 en pago de mi amor me acusan,
mientras yo rezo;
5 me devuelven mal por bien,
odio por amor.
6 «-Nombra contra él un malvado,
un acusador que esté a su derecha;
7 salga condenado del juicio,
que su defensa no atine;
8 que sus días sean breves,
y que su empleo lo ocupe otro;
9 que sus hijos queden huérfanos,
y su mujer viuda;
10 que sus hijos mendiguen, vagabundos,
y pidan limosna, echados de sus ruinas;
11 que el usurero se apodere de sus bienes,
que extraños arrebaten sus sudores;
12 que nadie le muestre clemencia
y ninguno se compadezca de sus huérfanos,
13 que su posteridad sea exterminada,
y en una generación se acabe su apellido;
14 que el Señor recuerde las culpas de su padre,
y no borre los pecados de su madre;
15 que el Señor los tenga siempre presentes,
y arranque de la tierra su memoria».
16 «Porque no se acordó de obrar con clemencia,
porque persiguió al pobre y desvalido, y al atribulado, para darle muerte,
17 porque amó la maldición: recaiga sobre él;
no buscó la bendición: quede lejos de él;
18 se vestía como un traje la maldición:
que le empape como agua las entrañas, como aceite los tuétanos;
19 sea un vestido que lo envuelva,
un cinturón que lo ciña siempre».
20 Así pague el Señor a los que me acusan,
a los que me calumnian.
21 Pero tú, Señor, trátame bien, por tu nombre,
líbrame con la ternura de tu bondad,
22 que yo soy un pobre desvalido,
y llevo dentro el corazón traspasado;
23 voy pasando como sombra que se alarga,
me sacuden como a la langosta;
24 se me doblan las rodillas de no comer,
estoy flaco y descarnado;
25 ellos hacen burla de mí,
al verme menean la cabeza.
26 Socórreme, Señor Dios mío,
sálvame por tu bondad.
27 Reconozcan que aquí está tu mano,
que eres tú, Señor, quien lo ha hecho.
28 Que ellos maldigan: bendíceme tú,
fracasen mis enemigos, mientras tu siervo se alegra;
29 que se cubran de infamia los que me acusan,
que la vergüenza los envuelva como un manto.
30 Yo daré gracias al Señor con voz potente,
lo alabaré en medio de la multitud:
31 porque se puso a la derecha del pobre, para salvar su vida de los jueces.
v 1 La invocación inicial «Dios de mi alabanza» da un tono positivo, de confianza, a lo que sigue.
vv. 2-5 Expone genéricamente la causa: la extrema injusticia y gravedad se resume en la frase «me devuelven mal por bien».
v. 6 Aquí comienza (probablemente) la cita de las palabras del enemigo, práctica común en salmos de este tipo.
6-7 Se trata de un proceso y un juicio injustos. A la derecha se coloca el abogado defensor; ellos piden un acusador.
vv. 8-12 La condena es de muerte con confiscación de bienes.
v. 13 Sus consecuencias se han de extender al linaje, hasta que se acabe el apellido: pena total para el israelita, que todavía no conoce la vida futura.
vv. 14-15 Incluso se atreven a invocar a Dios contra el inocente; por si la justicia humana no es bastante rigurosa.
vv. 16-19 Siguen las maldiciones de los enemigos, apoyadas en acusaciones enteramente falsas, opuestas a la confesión de los versos 4-5. Estas son las «palabras de odio» aludidas en el verso 3. La maldición tiene un poder temible.
v. 20 El salmista vuelve contra ellos todas las maldiciones, apelando a la intervención de Dios. Este verso es dudoso: si se conserva la referencia a Dios, podría ser como la firma de 16-19, pronunciados por el salmista; o bien una réplica urgente y condensada. Algunos autores suprimen esa referencia, y traducen «Esta es la conducta de los que me acusan, las palabras de los que me calumnian»: sería la confirmación de que ha precedido una cita.
v. 21 La fórmula «pero tú» indica un cambio importante: en primer plano queda el salmista frente a Dios. Sucede la súplica y lamentación.
vv. 22-23 Describe su estado presente, corporal y espiritual, para conmover a Dios.
v. 25 A estos dolores se suman las burlas triunfantes del enemigo.
v. 26 El gran motivo de la súplica es la bondad de Dios.
v. 27 La salvación inesperada del oprimido será una revelación para los enemigos: lección o escarmiento.
vv. 28-29 La súplica desemboca en un acto de confianza y una imprecación contra los falsos acusadores.
vv. 30-31 Como en salmos semejantes, concluye una promesa de acción de gracias: esta vez porque el Señor «se puso a la derecha del pobre», haciendo justicia contra la injusticia humana.
[L. Alonso Schökel]