Es el más joven de los mártires Redentoristas. No contaba más que 27 años cuando su vida quedó truncada. Nació en el pueblecito burgalés de Ayuelas, en 1909. Como él mismo señala, inclinado a la vida religiosa y a la piedad, comenzó a ayudar a misa al Párroco del pueblo. Comenzó a tomarle cariño al monasterio redentorista de El Espino (Burgos) que dista unos 3 kms. de su pueblo. Aunque al principio la economía familiar no permitió que ingresara en el seminario redentorista, el Director del mismo, sintiendo compasión y viendo las buenas disposiciones del niño, hizo las gestiones necesarias y le abrió de par en par sus puertas. Durante los cinco años que estuvo allí (1921-1926) su mayor sufrimiento fue la falta de talento. Por mucho que estudiaba apenas daba para el aprobado, aunque nunca perdió la esperanza de profesar y ordenarse de sacerdote. En 1927 hizo su profesión religiosa en Nava de Rey (Valladolid), al concluir el Noviciado. Pasó a la casa de Astorga (León) donde estudió la Filosofía y la Teología desde 1927 a 1932. Los estudios le costaron mucho, ya que necesitaba mucho más esfuerzo que el resto de sus compañeros para obtener calificaciones menores que ellos. Sin embargo, su esfuerzo y tenacidad hicieron que fuera posible el terminarlos. Fue ordenado sacerdote el 2 de octubre de 1932. La terminación de los estudios no puso término a sus sufrimientos: estaba aquejado de una profunda enfermedad psicológica. Peregrinó por varias comunidades: La Coruña, Cuenca (1934), Vigo (1935), pero finalmente es enviado a Madrid, con la esperanza de que el P. Otero, superior del Perpetuo Socorro y anterior formador suyo, pudiera ayudarle en sus crisis de escrúpulos y neurastenia. En Madrid permaneció hasta su muerte.
El 20 de julio de 1936 salió de la residencia con el S.D. Rafael Perea (H. Máximo) y se refugiaron en casa de los Señores Nandín. A los pocos días, el H. Máximo cambió su refugio por el H. Pascual que corría peligro donde se encontraba. A partir de ese momento la vida y pasión del P. Urruchi camina paralela con la del H. Pascual (S.D. José Joaquín Erviti); sin embargo les separará el momento final, puesto que los cadáveres fueron recogidos en lugares distintos. En la casa de los Nandín vivieron ambos como en un convento: el S.D. José Mª Urruchi pudo celebrar la misa todos los días en la capilla familiar. El 21 de agosto entraron los milicianos a registrar la casa y los detienen. Parece que los llevaron a la Checa del Palacio de Rodas, Calle Españoleto nº 19. La misma noche el portero de la casa contestó a la señora de D. Roberto Nandín, que le pidió noticias de los detenidos: “De D. Roberto no sé nada; a los frailes los matan esta noche”. En el Palacio de Rodas coincidieron con D. Rafael Arrizabalaga, el cual se confesó con el beato José Mª Urruchi; lo vio rezando hasta el final. De allí los sacarían para fusilarlos. El P. Urruchi fue martirizado la madrugada del 22 de agosto, en la carretera de Andalucía.