Nota sobre el Santoral de ETF
La presentación actual de nuestro santoral está hecha basándonos en el «Martirologio Romano», promulgado en 2001, cuya última reimpresión en castellano, del 2007, es la que utilizamos. Además vamos actualizando con las canonizaciones que se van produciendo desde esa última edición, y que se publican en el sitio del Vaticano, en la medida en que nos vamos enterando.
Puede encontrarse en internet multitud de «santorales». Lamentablemente -como pasaba también con el nuestro hasta hace muy poco- las dificultades de acceder a la información del último Martirologio, y la cantidad de nombres a revisar, hace muy difícil cotejar la veracidad de los nombres y fechas, y, en la práctica, estos santorales terminan reflejando clasificaciones de dudosa procedencia, basadas -en el mejor de los casos- en el Martirologio Romano anterior a la revisión llevada a cabo durante el pontificado de SS Juan Pablo II.
El nombre de «Martirologio» se utiliza con dos acepciones:
La más evidente es la de ser un catálogo de mártires. Así, por ejemplo, cada año la Iglesia difunde la lista de quienes han muerto en testimonio cruento de la fe, y que por tanto son candidatos a la canonización como mártires.
Pero no es ése el sentido que tiene en la expresión «Martirologio Romano». Circulaban en el medioevo diversos catálogos de santos -no todos mártires- que se denominaban genéricamente "martirologios". Estos listados solían ser muy imprecisos (un poco como según decía más arriba ocurre hoy con los "santorales" que se encuentran en internet), ya sea incorporando nombres de dudosa procedencia, como excluyendo a otros por desconocimiento. Es así que el papa Gregorio XIII, a fines del siglo XVI, recogiendo el trabajo del Cardenal Baronio, entusiasta de la investigación hagiográfica, decide encargar promulgar un catálogo general de los beatos y santos reconocidos por la iglesia católica, y que tenía como misión aclarar el confuso panorama de los martirologios particulares. Ese catálogo salió a la luz en 1586, y puesto que estaba patrocinado por la sede romana para uso de toda la Iglesia, recibió el nombre -que vige aun hoy- de «Martirologio Romano».
Ese Martirologio -que, insisto, no contenía sólo mártires sino todos los beatos y santos reconocidos- fue la base del catálogo de santos utilizado por la Iglesia hasta el año 2000, aunque, naturalmente, con los añadidos de las sucesivas canonizaciones.
Pero por mucho cuidado que la sede romana puso por conservar su Martirologio, en cuatro siglos el listado fue nuevamente corrompiéndose con añadidos y supresiones de nombres -a veces duplicados, a veces ficticios-; así que ya desde antes de las reformas del Concilio Vaticano II se había visto la necesidad de depurar el Martirologio, especialmente de elementos legendarios. Y así se hizo: un enorme trabajo de pulimento, tanto de nombres como de hagiografías, pero que no terminaba de volver a la noción primigenia de un catálogo útil en su forma y seguro en su contenido.
Al papa Juan Pablo II es a quien toca la tarea de promulgar, sobre la base de los trabajos mencionados de depuración del Martirologio comenzado en el Vaticano II, un nuevo catálogo general de beatos y santos, que reemplaza por completo al de Gregorio XIII y sus modificaciones, y que para que se perciba la completa sustitución de aquella obra, vuelve a recibir el mismo nombre de «Martirologio Romano». La "editio typica" (es decir, la que sirve de base a traducciones y divulgaciones de la obra) se presenta en 2001 (puede leerse
aquí (en italiano) el discurso de presentación, de donde se toman algunos datos para el presente escrito).
Sobre la base de esa edición alguien -al que desconocemos pero no por ello estamos menos agradecidos- puso en circulación por internet una cuidada versión en pdf, que llega hasta 2003, y que fue la base de nuestra primera revisión. Sobre esa base, cotejamos cada día los datos en relación a la edición española 2007 y agregamos los faltantes.
Algunas particularidades del Martirologio Romano
Como ya se señaló, el Martirologio Romano vino a suplir y depurar martirologios diversos que existían antes del de Gregorio XIII. La mayoría de ellos los componían las congregaciones religiosas (hasta hoy las más grandes tienen su propio martitologio) para guardar memoria de los santos de la propia congregación, a quienes correspondía evocar en la liturgia.
Ese origen cuasi litúrgico del santoral siguió presente en la edición de Gregorio XIII, y puesto que la de Juan Pablo II se proponía remedar y reemplazar aquélla, también está en el actual.
Se nota principalente en el curioso orden que tienen los santos mencionados cada día:
Primero se colocan los santos, advocaciones o hechos que tienen celebración litúrgica ese día (cuando se trata de memoria de santos, puede haber varias), y recién después de la o las que corresponden a la liturgia comienza propiamente la lista de los santos del día, organizados por año de fallecimiento.
En algunos casos, incluso, un santo puede aparecer dos veces en el Martirologio: uno en la fecha que le corresponde (es decir: el día de su muerte, que es el criterio con el que se colocan en el catálogo) y otra en la fecha en que se celebra en la liturgia. Cuando es así, el propio Martirologio remite de una a otra fecha (ver por ejemplo 6 y 7 de enero, la duplicación de Raimundo de Peñafort).
La redacción de las breves noticias que acompañan cada nombre, que reciben el nombre de «elogio», tiene un sabor muy típico y antiquísimo: se señala con la mayor precisión posible el lugar de la muerte, la fecha, el nombre completo, la clase de santo y el año, y -cuando es un fundador- la obra que fundó.
Estos «elogios» -que en su origen se destinaban al canto, por lo que son brevísimos- muy raramente incluyen datos hagiográficos, o mención de las virtudes que llevaron al reconocimiento de la santidad, etc.
Su estilo es inimitable, así que en las adiciones que vamos realizando con los nuevos beatos y santos desde la edición de 2007, no pretendimos copiarlo, sino que sólo se consigna en texto lo más llano posible el nombre, título y eventualmente clase de beato o santo.
El elogio incluye siempre el último lugar donde murió el santo, pero normalmente conserva el nombre que tenía ese lugar cuando ocurrió esa muerte, pero eso puede causar alguna confusión a los lectores actuales; por ejemplo, un santo que murió en la «Galia Bélgica», no murió en Bélgica, sino probablemente en la actual Francia; un mártir del siglo II que haya muerto en Siria, posiblemente murió en la actual Turquía. Para referir el santo a los países actuales, hemos separado el campo «país», y consignamos allí a qué país actual corresponde el lugar del que habla el elogio. Por supuesto que en los santos modernos el país suele coincidir con el que dice el elogio.
Carácter propio de nuestro Martirologio
Pero el martirologio de ETF (al que llamamos a todos los efectos "santoral" por ser término más usual que el de "martirologio") no se limita a ser una copia y actualización del Martirologio Romano; además de ello deseamos recuperar lo que los santos han sido siempre y siguen siendo en la Iglesia: modelos sobre los que contemplar modos diversos de abrir la propia vida a que sea Cristo quien viva en nosotros.
Por eso en la medida de lo posible intentamos complementar la "noticia breve" del Martirologio con hagiografías más extensas, seleccionadas de distintos santorales de prestigio, o bien redactadas para nuestro sitio. Aunque no siempre es posible, evitamos que la hagiografía sea una mera colección de datos biográficos, así como pretendemos que no sea una retahila de leyendas. En muchos casos consignamos leyendas (aclarando que lo son), porque han dado motivo a una tradición iconográfica, o a diferentes patronazgos. En otros casos no tenemso más que un puñado de datos biográficos, y carecemos de fuentes para llegar a más; pero el ideal de este santoral es llegar a lo hagiográfico, a lo propìamente religioso de la vida del santo, aquello que nos hace "vibrar" y enciende el deseo de imitarlos (véase esto tratado con más extensión en
«Hagiografía, biografía, leyenda» para una mejor caracterización de las diferencias entre una y otra).
Así que ésta es una sección que -lejos de ser estática como la idea de un catálogo general de santos sugeriría- está cambiando permanentemente, y creciendo en contenido y en profundidad.
La manos que han trabajado con mayor fuerza en este catálogo de ETF fueron, Andrea y Toñi, en la primera versión y colección de una gran parte de las hagiografías, en el año 2005-6; Maricruz, que ha revisado uno por uno casi todos los días del año del nuevo plan (en 2007-8), y quien lo lleva actualmente, Abel, que desde el 2009 está a cargo del trabajo.