Esta web utiliza cookies, puedes ver nuestra política de cookies, aquí Si continuas navegando estás aceptándola
Política de cookies +
El Testigo Fiel
formación, reflexión y amistad en la fe, con una mirada católica ~ en línea desde el 20 de junio de 2003 ~
rápido, gratis y seguro
conservar sesión
  • Por sobre todo, los miembros registrados dan forma y sentido a este sitio, para que no sea solamente un portal de servicios sino una verdadera comunidad de formación, reflexión y amistad en la Fe.
  • Además tienes ventajas concretas en cuanto al funcionamiento:
    • Tienes reserva del nombre, de modo que ningún invitado puede quedarse con tu identidad.
    • En los foros, puedes variar diversas opciones de presentación (color de fondo, cantidad de mensajes por página, etc.), así como recibir mail avisándote cuando respondan a cuestiones de tu interés.
    • También puedes llevar un control sobre los mensajes que leíste y los que no, o marcarlos para releer.
    • Puedes utilizar todas las funciones de la Concordancia Bíblica on-line.
registrarme
rápido, gratis y seguro
«Mira que estoy a la puerta y llamo,
si alguno oye mi voz y me abre la puerta,
entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo...»
formación, reflexión y amistad en la fe, con una mirada católica ~ en línea desde el 20 de junio de 2003 ~
Oración:
Angeles y Santos
Buscador simple (o avanzado)
El buscador «simple» permite buscar con rapidez una expresión entre los campos predefinidos de la base de datos. Por ejemplo, en la biblioteca será en título, autor e info, en el santoral en el nombre de santo, en el devocionario, en el título y el texto de la oración, etc. En cada caso, para saber en qué campos busca el buscador simple, basta con desplegar el buscador avanzado, y se mostrarán los campos predefinidos. Pero si quiere hacer una búsqueda simple debe cerrar ese panel que se despliega, porque al abrirlo pasa automáticamente al modo avanzado.

Además de elegir en qué campos buscar, hay una diferencia fundamental entre la búsqueda simple y la avanzada, que puede dar resultados completamente distintos: la búsqueda simple busca la expresión literal que se haya puesto en el cuadro, mientras que la búsqueda avanzada descompone la expresión y busca cada una de las palabras (de más de tres letras) que contenga. Por supuesto, esto retorna muchos más resultados que en la primera forma. Por ejemplo, si se busca en la misma base de datos la expresión "Iglesia católica" con el buscador simple, encontrará muchos menos resultados que si se lo busca en el avanzado, porque este último dirá todos los registros donde está la palabra Iglesia, más todos los registros donde está la palabra católica, juntos o separados.

Una forma de limitar los resultados es agregarle un signo + adelante de la palabra, por ejemplo "Iglesia +católica", eso significa que buscará los registros donde estén las dos palabras, aunque pueden estar en cualquier orden.
La búsqueda admite el uso de comillas normales para buscar palabras y expresiones literales.
La búsqueda no distingue mayúsculas y minúsculas, y no es sensible a los acentos (en el ejemplo: católica y Catolica dará los mismos resultados).
Oración a San Agustín de San Pablo VI
San Pablo VI Agustín, ¿no es verdad que nos h


 

 

 

 

 

 

 

Agustín, ¿no es verdad que nos has llamado

a la vida interior?

¿Aquella vida que nuestra educación moderna,

toda proyectada sobre el mundo externo

y toda inspirada por las dominantes impresiones

del mundo externo,

deja languidecer y casi nos causa cansancio?

Ya no sabemos recogernos,

no sabemos ya meditar,

ya no sabemos rezar.

Hemos conquistado el mundo

y hemos perdido nuestra alma.

Si entramos en nuestro espíritu,

nos cerramos dentro

y perdemos el sentido de la realidad exterior,

de la realidad total;

si salimos fuera, perdemos el sentido

y el gusto de la realidad interior,

de la verdad, que solo la ventana de la vida interior

nos descubre.

Ya no sabemos establecer la relación justa

entre inmanencia y trascendencia;

ya no sabemos encontrar el sendero de la verdad

y de la realidad

puesto que hemos olvidado el punto de partida

que es la vida interior,

y su punto de llegada que es Dios.

Haznos volver, san Agustín, a nosotros mismos;

enséñanos el valor de la amplitud del reino interior;

recuérdanos aquellas palabras tuyas:

«a través de mi alma yo subiré...»;

infunde en nuestro ánimo tu pasión:

«¡Oh verdad, oh verdad,

qué profundos suspiros subían... hacia Ti

de lo más íntimo de mi alma!».

Agustín, sé para nosotros un maestro de vida interior; haz que nos recuperemos con nosotros mismos,

y que volviendo a la posesión de nuestra alma

podamos descubrir interiormente el reflejo,

la presencia, la acción de Dios,

y que, dóciles a la invitación

de nuestra verdadera naturaleza,

más dóciles aún al misterio de su gracia,

podamos alcanzar la sabiduría, o sea,

con el pensamiento la Verdad,

con la Verdad el Amor,

con el Amor la plenitud de la Vida

que es Dios. Amen

 

 
 

 

 

 

 

 

 

Agustín, ¿no es verdad que nos has llamado

a la vida interior?

¿Aquella vida que nuestra educación moderna,

toda proyectada sobre el mundo externo

y toda inspirada por las dominantes impresiones

del mundo externo,

deja languidecer y casi nos causa cansancio?

Ya no sabemos recogernos,

no sabemos ya meditar,

ya no sabemos rezar.

Hemos conquistado el mundo

y hemos perdido nuestra alma.

Si entramos en nuestro espíritu,

nos cerramos dentro

y perdemos el sentido de la realidad exterior,

de la realidad total;

si salimos fuera, perdemos el sentido

y el gusto de la realidad interior,

de la verdad, que solo la ventana de la vida interior

nos descubre.

Ya no sabemos establecer la relación justa

entre inmanencia y trascendencia;

ya no sabemos encontrar el sendero de la verdad

y de la realidad

puesto que hemos olvidado el punto de partida

que es la vida interior,

y su punto de llegada que es Dios.

Haznos volver, san Agustín, a nosotros mismos;

enséñanos el valor de la amplitud del reino interior;

recuérdanos aquellas palabras tuyas:

«a través de mi alma yo subiré...»;

infunde en nuestro ánimo tu pasión:

«¡Oh verdad, oh verdad,

qué profundos suspiros subían... hacia Ti

de lo más íntimo de mi alma!».

Agustín, sé para nosotros un maestro de vida interior; haz que nos recuperemos con nosotros mismos,

y que volviendo a la posesión de nuestra alma

podamos descubrir interiormente el reflejo,

la presencia, la acción de Dios,

y que, dóciles a la invitación

de nuestra verdadera naturaleza,

más dóciles aún al misterio de su gracia,

podamos alcanzar la sabiduría, o sea,

con el pensamiento la Verdad,

con la Verdad el Amor,

con el Amor la plenitud de la Vida

que es Dios. Amen

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Agustín, ¿no es verdad que nos has llamado

a la vida interior?

¿Aquella vida que nuestra educación moderna,

toda proyectada sobre el mundo externo

y toda inspirada por las dominantes impresiones

del mundo externo,

deja languidecer y casi nos causa cansancio?

Ya no sabemos recogernos,

no sabemos ya meditar,

ya no sabemos rezar.

Hemos conquistado el mundo

y hemos perdido nuestra alma.

Si entramos en nuestro espíritu,

nos cerramos dentro

y perdemos el sentido de la realidad exterior,

de la realidad total;

si salimos fuera, perdemos el sentido

y el gusto de la realidad interior,

de la verdad, que solo la ventana de la vida interior

nos descubre.

Ya no sabemos establecer la relación justa

entre inmanencia y trascendencia;

ya no sabemos encontrar el sendero de la verdad

y de la realidad

puesto que hemos olvidado el punto de partida

que es la vida interior,

y su punto de llegada que es Dios.

Haznos volver, san Agustín, a nosotros mismos;

enséñanos el valor de la amplitud del reino interior;

recuérdanos aquellas palabras tuyas:

«a través de mi alma yo subiré...»;

infunde en nuestro ánimo tu pasión:

«¡Oh verdad, oh verdad,

qué profundos suspiros subían... hacia Ti

de lo más íntimo de mi alma!».

Agustín, sé para nosotros un maestro de vida interior; haz que nos recuperemos con nosotros mismos,

y que volviendo a la posesión de nuestra alma

podamos descubrir interiormente el reflejo,

la presencia, la acción de Dios,

y que, dóciles a la invitación

de nuestra verdadera naturaleza,

más dóciles aún al misterio de su gracia,

podamos alcanzar la sabiduría, o sea,

con el pensamiento la Verdad,

con la Verdad el Amor,

con el Amor la plenitud de la Vida

que es Dios. Amen

 

 

 

 

En esta categoría

Angeles y Santos

Oración a San Agustín de San Pablo VI
© El Testigo Fiel - 2003-2025 - www.eltestigofiel.org - puede reproducirse libremente, mencionando la fuente.
Sitio realizado por Abel Della Costa - Versión de PHP: 8.2.29