Bendiceme, Niño Jesús
y ruega por mi sin cesar.
Aleja de mí, hoy y siempre el pecado.
Si tropiezo, tiende tu mano hacia mi.
Si cien veces caigo, cien veces levántame.
Si me dejas, Niño, ¿que será de mi?
En los peligros del mundo asísteme.
Quiero vivir y morir bajo tu manto.
Quiero que mi vida te haga sonreír.
Mirame con compasión, no me dejes Jesús mio.
Y, al final, sal a recibirme y llevame junto a Ti.
Tu bendición me acompañe hoy y siempre. Amén.
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Imagen muy querida y venerada en Alcoy, provincia de Alicante, en la comunidad española de Valencia.
Según la tradición, “un extranjero entró en la iglesia la tarde del día 29 de enero de 1568 y aprovechando la soledad del templo, abrió el sagrario y robó un cofre de plata con la Sagrada Eucaristía y otros objetos de valor con reliquias de santos”. Dos días después, el labrador alcoyano Juan Esteve, registrando la casa del sospechoso, encontró en la caballeriza, tapado con tierra, estiércol y leña, el cofre de plata que contenía la Sagrada Eucaristía y el resto de piezas robadas.
Junto a la casa del ladrón vivía María Miralles, propietaria de una imagen del niño Jesús cuyo brazo derecho y sus dedos señalaban hacia el cielo, pero “milagrosamente durante los dos días de búsqueda, la imagen se inclinó por la cintura y sus dedos señalaron el lugar del escondite”. Ante este “milagroso hecho”, el entonces arzobispo de Valencia, San Juan de Ribera, quiso levantar una iglesia-monasterio y fundar una orden religiosa femenina de vida contemplativa que mantuviera vivo el amor al Santísimo Sacramento.
Por ello, en 1597, llegaron al convento de Alcoi las Agustinas Descalzas fundadas por San Juan de Ribera y permanecieron en la localidad hasta el año 2013, cuando se trasladaron al monasterio de la Purísima Concepción y Beata Inés, de Benigànim.
Cada año, la programación de actos de la festividad del Jesuset del Miracle incluye el sermón en valenciano que relata todos los hechos del milagro.