
Esta causa trata del martirio de tres misioneros javerianos, dos sacerdotes y un religioso, y un sacerdote diocesano, asesinados en Baraka y Fizi, en la República Democrática del Congo, el 28 de noviembre de 1964, durante la rebelión de los mulelistas contra el gobierno congoleño. De hecho, tras la independencia del Congo en 1960, comenzó la fase de transición del colonialismo franco-belga a la nueva situación sociopolítica caracterizada por disturbios en los que también se vio implicada la Iglesia católica. Patrice Lumumba, elegido democráticamente y prosoviético, fue ejecutado en 1961 por el coronel Mobutu que, tras un periodo de turbulencias, dividió el poder entre su facción (los Mobutus) y la de los Kasavubus. En 1963, Pierre Mulele, antiguo ministro del gobierno de Lumumba, regresó al Congo tras un periodo de adoctrinamiento ideológico y entrenamiento militar en China, dando origen a un movimiento rebelde contra las estructuras gubernamentales de Leopoldville y contra toda presencia europea. Los guerrilleros adoptaron el nombre de Simba (leones en suajili). En este clima, mientras los europeos y la mayoría de los misioneros católicos y protestantes abandonaban el Congo, los javerianos decidieron quedarse.
Los mártires son:
1. Luis Carrara. Nacido en Cornale di Pradalunga (Bérgamo, Italia) el 3 de marzo de 1933, ingresó en el Instituto de los Misioneros Javerianos en 1947. Emitió la profesión temporal el 12 de septiembre de 1954 y la perpetua el 5 de noviembre de 1959. Ordenado sacerdote el 15 de octubre de 1961, al año siguiente fue enviado a Baraka (República Democrática del Congo), donde fue asesinado. Su apostolado misionero se caracterizó por la intimidad con Cristo en la oración y el servicio incondicional a los más pequeños y humildes.
2. Juan Didonè. Nacido en Rosà (Vicenza, Italia) el 18 de marzo de 1930, ingresó en el Instituto de los Misioneros Javerianos en 1950. Emitió los votos temporales el 12 de octubre de 1951 y los perpetuos el 5 de noviembre de 1954. Ordenado sacerdote el 9 de noviembre de 1958, al año siguiente fue enviado a Fizi (República Democrática del Congo), donde fue asesinado.
3. Víctor Faccin. Nacido en Villaverla (Vicenza) el 4 de enero de 1934, ingresó en el Instituto de los Misioneros Javerianos en 1950. Emitió la profesión religiosa el 8 de diciembre de 1952. Enviado en misión a Baraka (República Democrática del Congo) en 1959, donde fue muerto más tarde.
4. Alberto Joubert. Nacido en Saint Louis de Mrumbi-Moba (entonces Congo Belga) el 18 de octubre de 1908, de padre francés, miembro de la Guardia Papal, y madre africana. Ordenado sacerdote el 6 de octubre de 1935, tras ejercer su apostolado en diversas parroquias y diócesis, fue asesinado en Fizi (República Democrática del Congo).
Fueron asesinados el 28 de noviembre de 1964. Hacia las dos de la tarde. Un jeep militar se detuvo delante de la iglesia de Baraka, del que bajó Abedi Masanga, jefe de los rebeldes mulelistas que ocupaban la zona desde hacía meses. Invitó al hermano Víctor a subir al jeep y, cuando éste se negó, le disparó en el pecho, matándole. Tras oír los disparos, el padre Carrara, que estaba confesando, se dirigió al exterior de la iglesia. Abedi le ordenó que subiera al coche, pero el padre Carrara, al ver a su cohermano muerto, se arrodilló ante su cuerpo y recibió un disparo en la cabeza. Los cuerpos de los dos religiosos fueron horriblemente descuartizados y uno de los brazos del hermano Víctor fue paseado como trofeo por el pueblo de Baraka por un joven, miembro del comando rebelde, que más tarde se convirtió.
Tras estos asesinatos, el jeep del coronel Abedi Masanga partió hacia Fizi, adonde llegó por la noche. Aquí, en contra del consejo de los líderes rebeldes mulelistas que controlaban la misión y protegían a los Padres Javerianos, condujo hasta la parroquia y llamó a los religiosos. El padre Didoné abrió la puerta con el abate Joubert. Al ver las armas, el padre Didoné llegó justo a tiempo para persignarse, cuando el coronel Abedi Masanga disparó, hiriéndole en la frente. Inmediatamente después, Abedi disparó también contra el abate Joubert, alcanzándole en el pecho. Joubert, herido, intentó alejarse pero fue alcanzado mortalmente por otro disparo por la espalda.
No hay duda de la motivación anticristiana de estos asesinatos. Los hechos se produjeron en un contexto ateo y antirreligioso caracterizado por un trasfondo mágico-supersticioso que animaba a los Simba. La religión cristiana había sido violentamente combatida, con iglesias saqueadas, sagrarios e imágenes sagradas profanados y episodios de ultraje y destrucción de símbolos religiosos. La violencia de los Simba se había dirigido no sólo contra religiosos y religiosas blancos, sino también contra sacerdotes, religiosos y religiosas negros, lo que confirmaba el odio antirreligioso que les movía. Los Simba oponían su religión tradicional de ritos tribales y animistas al cristianismo. El autor material de los asesinatos, Abedi Masanga, que era cristiano, cambió radicalmente tras ser adoctrinado por los chinos con la ideología maoísta, profundamente anticristiana.
¿Pero querían estos mártires morir por la fe? Ellos sabían que algunos hermanos javerianos de Uvira habían sido tomados como rehenes por los rebeldes y corrían grave peligro de muerte. Ellos mismos habían sido testigos de los numerosos crímenes de los rebeldes de Simba. Eran conscientes de los riesgos y su decisión de permanecer en sus puestos a pesar de todo confirmaba su disposición a aceptar el martirio para no abandonar a los fieles y la misión. El abate Joubert también manifestó su disposición al martirio.
El martirio fue para los cuatro la coronación de una vida enteramente dedicada al Señor y al prójimo. Esa reputación del martirio ha permanecido constante a lo largo del tiempo, sobre todo en el ambiente javeriano y en las parroquias italianas de origen.