El fracaso de la voluntad
El evento revitaliza el debate existente entre modernización y modernidad
María Calvo Charro
TODOS nos hemos estremecido recientemente ante las imágenes de la agresión sufrida en el metro de Barcelona por una joven ecuatoriana. La actuación del agresor fue absolutamente impulsiva. Le apeteció pegarla y lo hizo. Pocas cosas causan tanto malestar e inquietud como aquellas crueldades cometidas de forma innecesaria e inexplicable. Una acción dañina producida sin motivo alguno debería ser, en principio, reflejo de algún tipo de patología. La capacidad de autocontrol tiene su origen en una parte del cerebro que desempeña un papel central en la autodisciplina, en el control ejecutivo, en el aplazamiento de la recompensa, en la capacidad de planear a largo plazo y en poner freno a los impulsos repentinos: la corteza frontal. Lo hace enviando proyecciones inhibitorias a los estimulantes inputs del sistema límbico, un sistema cerebral más profundo y antiguo que tiene que ver con la emoción y la impulsividad. El neurólogo Sapolsky nos muestra cómo una persona con la corteza frontal destruida (por ejemplo, por un accidente) se transforma en un ser sexualmente desinhibido, hiperagresivo y socialmente inoportuno.
Pero, por desgracia, la realidad nos muestra cómo cada vez son más los jóvenes que, aun estando perfectamente sanos, tienen esta forma de actuar. No hay mediación entre el deseo y la acción. Su actuación es compulsiva. Si me apetece romper algo, lo rompo; si me apetece pegar a alguien, lo hago; si quiero insultar a mis padres, les insulto… Jóvenes incapaces de controlar su conducta impulsiva, lo que les trae constantes problemas en su casa, en la escuela y en la sociedad en general. Este asunto tiene una enorme relevancia social y personal, ya que muchos expertos coinciden en que la impulsividad es un factor que aumenta la probabilidad de comportamientos delictivos, antisociales o criminales.
Nos encontramos sencillamente ante lo que José Antonio Marina identifica como un “fracaso de la voluntad”. La educación de la voluntad debería empezar desde el momento en que nuestros hijos llegan al mundo, frustrando muchas de sus apetencias y deseos. Sin embargo, como afirma Levi-Strauss, “nuestros hijos nacen y crecen en un mundo hecho por nosotros, que se adelanta a sus necesidades, que previene sus preguntas y les anega en soluciones”. Tienen de todo sin necesidad de esfuerzo y cambian sus cosas a la misma vertiginosa velocidad que sus gustos o aficiones. Los malcriamos en la cultura del zapping; acostumbrados a picotear aquí y allá un poco de todo sin que nada les satisfaga, sin ser capaces de acabar lo que comienzan, de leer un libro por completo, escuchar una canción o ver una película de principio a fin. Actúan impulsivamente en busca de satisfacciones que nunca llegan.
Varias experiencias científicas demuestran que los niños con temprano dominio de sí mismos más adelante son jóvenes de mayor éxito académico y personal. Es conocido el estudio realizado por el doctor Mischel en la Universidad de Columbia con niños de cuatro años a los que se les dio un bombón que no debían tocar mientras el profesor se ausentaba unos minutos. Los niños que resistieron tan apetecible tentación luego se convirtieron en adolescentes felices y brillantes en sus estudios. Es preciso aprovechar al máximo los años de la infancia y adolescencia, ya que, como muestran recientes investigaciones, en esta etapa, el cerebro todavía se está desarrollando, es adaptable y necesita ser modelado, resultando un momento óptimo para el fortalecimiento del control interno. Los niños necesitan aprender a controlar conductas impulsivas y a inhibir reacciones emocionales ante determinados sucesos. Pero, para ello, de nada sirven las terapias, medicamentos o mágicas asignaturas teóricas de educación cívica. La única vía realista para tener éxito es, como enseñó Aristóteles a Nicómaco, la adquisición de virtudes hoy en desuso y desprestigiadas, como: la fortaleza y la templanza, una palabra que en griego significa literalmente “protección de la inteligencia”. Éstas implican, entre otras cosas, la capacidad de restringir las propias apetencias en aras de las de los demás y aplazar o templar la satisfacción de algunos placeres inmediatos en vistas al cumplimiento de objetivos recomendables a largo plazo. Y todas ellas requieren para su adquisición ser ejercitadas habitualmente, es decir, mediante la repetición de las mismas.
LOS hábitos son la única forma razonable de convertir a un niño en un hombre virtuoso y con dominio de sí mismo. Las habilidades adquiridas con el esfuerzo reiterado día tras día, acaban por quedar integradas en su conducta y son realizadas ya de forma espontánea, sin apenas sufrimiento o esfuerzo. Para ello, el niño, desde la cuna, necesitará que los adultos le impongan normas de conducta, obligaciones y prohibiciones claras que le indiquen por dónde ir. Como afirma el pediatra Aldo Naouri: “Los bebés llorarán si no se quedan saciados. Es cierto. Pero seguro que no por mucho tiempo. Esta frustración formará para ellos la base de su educación futura. La ecuación (educar=frustrar) se verifica siempre y desde la más tierna infancia”.
El pequeño disgusto que representan las frustraciones diarias merece la pena a largo plazo al instaurar, mediante capas sucesivas que se añaden unas a otras, una percepción mucho más segura del mundo y en absoluto traumatizará a los muchachos, antes al contrario, ayudará a la correcta configuración de su carácter como personas maduras, responsables y, en consecuencia, libres, pues, como nos recuerda Baltasar Gracián,“no hay mayor señorío que el de sí mismo”.
http://.www.negocios.com/gaceta/articleview/24689
Lo pego por si lo retiran. me aprece bueno apra padres y educadores.
Supongo que es bueno.
Lo que no sé es si los hábitos es la "única forma razonable" o lo que se tiene como "único razonable" es el sistema de pensamiento que va detrás.
Me pregunto cuál es la diferencia entre educar los hábitos y el adiestramiento de un animal.
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Seibei Iguchi dixit.
Toñi, me ha gustado mucho que trajeras este texto.
También me planteo si este artículo responde a una de las interpretaciones de "evangelizar a tiempo y a destiempo"?
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Seibei Iguchi dixit.
Se dice que la virtud la fortalece el hábito del bien, así como el vicio se establece con los malos hábitos. Por esto estoy totalmente de acuerdo en la importancia de la educación en los buenos hábitos ya desde la primera infancia.
Esta mala costumbre moderna de dejar a los niños a su albir, porque no entienden, esperando que de mayores aparecerá espontáneamente la sensatez y el discernimiento, es absolutamente errónea.
Enseñarles a los niños a usar de su libertad y de sus elecciones con inteligencia y sensatez, a reflexionar, a la generosidad y renuncia en la amistad, al sentido del verdadero bien, a repugnar lo inmoral y feo, a la vida espiritual vivida con naturalidad... es legarles una herencia que dificilmen te puede perderse.y que les provee para la vida mjucho mejor que el dinero o cualquier posesión material.
¿A quién iremos, Señor? Solo tú tienes palabras de vida eterna
Quizás algunos (pocos) lo hagan por convicción, y en ese caso es respetable, en el sentido en que nadie es padre de sus hijos sino sus padres, así que mientras no violenten la dignidad humana de los niños, son los únicos que coresponde que decidan sobre cómo en mejor educarlos y sobre qué valores les parece mejor transmitir.
Sin embargo pienso, Maricruz, que esa mala costumbre que mencionas se escuda en la libertad, pero no es sino desamor.
Tal vez haya una manera de darse cuenta si se trata de desamor o de convicción: ver qué hacen con los chicos cuando están con ellos. La mayoría de los padres libertarios no sabe qué hacer para sacarse de encima a sus "libres" e insufribles hijos; desde adosárselos a los abuelos hasta darles tranquilizantes para que duerman (es lamentable lo extendida de esta costumbre). Eso no es educarlos en libertad, sino en dejadez y en desamor, lo que es, como todos sabemos, una bomba de tiempo.
Gracias a Dios el ser humano tiene una increible capacidad de recuperación afectiva, y hasta es capaz de salir adelante y aprender a amar incluso cuando nadie se lo haya enseñado. Aunque cualquiera de nosotros sabe que incluso cuando nadie lo enseña, está allí, en lo oculto, trabajando el amor de Dios: "aunque mi padre y mi madre me abandonaran...".
Te vi debajo de la higuera
Bueno, a mí hay algo que me chirría, como padre, en ese artículo. La verdad es que el artículo me iba gustando (aunque no terminé de entender el subtítulo) hasta que me topé con esta frase:
Como afirma el pediatra Aldo Naouri: “Los bebés llorarán si no se quedan saciados. Es cierto. Pero seguro que no por mucho tiempo. Esta frustración formará para ellos la base de su educación futura. La ecuación (educar=frustrar) se verifica siempre y desde la más tierna infancia”.
Salvo que haya entendido mal algo, no estoy de acuerdo. Poner la frustración, que es algo negativo, a la base de la educación me parece, por decirlo suavemente, un desatino.
Yo creo que es muy importante distinguir entre deseos y necesidades. Si yo amo a mis hijos, atiendo sus necesidades, incluso con solicitud, incluso sacrificándome si es necesario. En cambio, los deseos hay que educarlos y eso incluye determinados "noes".
Hasta que llega esa frase, la autora, sin decirlo expresamente, sí que tiene esa distinción clara, pues siempre habla de deseos, apetencias, etc., pero alimentar a un bebé no es cuestión de deseo. Frustrar las necesidades del otro so pretexto de estar educándole, me parece peligroso e inmoral.
Tal vez a alguien pueda resultarle muy "moderno" lo que digo (desde luego no para "el mundo" ), pero yo creo que si la frustración juega un papel en la educación, también lo juega la gratificación. Yo creo que a los hijos hay que decirles "no" a algunas cosas y un no firme, pero me parece igualmente necesario e importante que esas cosas sean pocas.
Creo (y así trato de actuar con mayor o menor acierto) que a la base de la educación de los hijos lo que debemos poner es el amor (que es más que un sentimiento, como se desprende del mensaje de Abel, aunque mucha gente lo reduzca a eso, a puro sentimiento), que es lo único que es capaz de dar sentido a la autolimitación, al sacrificio de uno mismo, y que exige la libertad.
Creo que la ecuación que se verifica siempre y desde la más tierna infancia es educar=amar.
Lo que yo creo intuir es que las frustraciones que nos van pasando en la vida nos hacen crecer en el sentido de aceptar los no que la vida nos impone. Ser más paciente, aceptar lo que nos toca en suerte, que aveces , sino casi simpre nos enseñan lo que mil palbras no.
Aver si me explico, si yo llego tarde a tomar el vuelo que me lleva a Madrid, el avión no me va a esperar, si deseo pisar un verde cesped, hermoso por cierto pero hay un cartel que me niega pisarlo, tendré que aguantarme. Y así hay miles de frustraciones que nos vienen impuestas por la sociedad.
Si mi niño desea unas nike que no puedo comprárselas en ese monento tendrá que esperar. Y esa frustraciones nos van diciendo algo. Hay niños que no tienen tolerancia para las frustraciones. Cero tolerancia y eso viene ya en su naturaleza. Hay otros niños que por ser más dóciles se les hace menos complicado los no. Con los primeros es un gran desafío por parte de los padres la educación en aprender a tolerar los no.
Estoy de acuerdo Isaias, en que una cosa es lo que la vida te da a diario en materia de frustraciones y otra muy distinto poner a priori en la educación como base la frustración per se.
Un abrazo, Andrea.
La fe es el unico punto de apoyo en el mar tempestuoso de la vida
Como afirma el pediatra Aldo Naouri: “Los bebés llorarán si no se quedan saciados. Es cierto. Pero seguro que no por mucho tiempo. Esta frustración formará para ellos la base de su educación futura. La ecuación (educar=frustrar) se verifica siempre y desde la más tierna infancia”.
Yo tampoco estoy de acuerdo con eso, es mas me parece una aberración.
Os copio parte de un articulo sobre los principios de crianza natural que suscribo punto por punto
Es cierto que es frecuente que los bebés de nuestra sociedad Occidental lloren, pero no es cierto que sea normal. Los bebés lloran siempre por algo que les produce malestar: sueño, miedo, hambre o, lo más frecuente y que suele ser causa de los anteriores, la falta del contacto físico con su madre u otras personas del entorno afectivo.
El llanto es el único mecanismo que los bebés tienen para hacernos llegar su sensación de malestar, sea cual sea la razón del mismo; en sus expectativas, en su continuum filogenético no está previsto que ese llanto no sea atendido, pues no tienen otro medio de avisar sobre el malestar que sienten ni pueden por sí mismos tomar las medidas para solventarlo.
Cuando la criatura llora y no se le atiende, llora con más y más desesperación porque está sufriendo. Hay psicólogos que aseguran que cuando se deja sin atender el llanto de un bebé más de tres minutos, algo profundo se quiebra en la integridad de la criatura, así como la confianza en su entorno.
Los padres, que hemos sido educado en la creencia de que es normal que los niños lloren y de que hay que dejarles llorar para que se acostumbren y que, por ello, estamos especialmente insensibilizados para que su llanto no nos afecte, a veces no somos capaces de tolerarlo. Como es natural si estamos un poco cerca de ellos, sentimos su sufrimiento y lo sentimos como un sufrimiento propio. Se nos revuelven las entrañas y no podemos consentir su dolor. No estamos del todo deshumanizados. Por eso, los métodos conductistas proponen ir poco a poco, para cada día aguantar un poquito más ese sufrimiento mutuo. Esto tiene un nombre común, que es la administración de la tortura, pues es una verdadera tortura la que infligimos a los bebés, y a nosotros mismos, por mucho que se disfrace de norma pedagógica o pediátrica.
" Ardo de celo por el Señor Dios de los Ejercitos"
Yo no creo que este pediatra esté aconsejando dejar llorar porque si o porque no. Creo que lo que está diciendo es que muchas veces pasa que uno como madre los tiene que dejar llorar porque no puede con todo con dos manos! y que ese esperar los va acostumbrabdo desde la cuna ( por así decirlo) a que las cosas no son siempre ya, ahora. Tal evz el ejemplo no haya sido bueno. Creo que está describiendo una situación por lo más normal.
Andrea.
La fe es el unico punto de apoyo en el mar tempestuoso de la vida
Me parece que se ha descontextualizado al frase qu ees probable que encima necesite una puntualización del traductor.
Se llaman bebés en otros sitios hasta muy tarde. El saciarse puede referirse a otro tipo de comida que no sea la necesaria.
En lo que la cultura occidental se refiere hay niños que no se andan y ya hacen lo que les da la gana y chatajean a sus padres.
Por otro lado no es raro ver que las madres den algún capricho de comida a sus niños y este no se conforme con probarlo. ¿Qué debe hacer? ¿Dárselo hasta el hartazgo? También muchas madres desoyen a los pediatras y alimentan mal a sus niños: leche prefabricada que requiere menso esfuerzo para qle niño, más cantidad de la debida... recordemos que hay muchos casos de deshidratación por ese motivo.
En otro orden de cosas pedriatas hay que dicen: al niño no le digas nunca "NO".
De niños malcriados, déspotas y consentidos los prefesores sabemos algo.
Obvio, ¿ qué edad estamos hablando? no es lo mismo un bebe recien nacido, que uno d e6 meses que uno de un año.
Andrea. Una madre que ha dejado llorar a sus hijos, porque el cansancio la vencia.
La fe es el unico punto de apoyo en el mar tempestuoso de la vida
Aqui otra madre que tambien dejo llorar a los suyos de puro sueño, pero que sabe que bien no hizo.
" Ardo de celo por el Señor Dios de los Ejercitos"
Jjajaja, cuando las madres nos ponemos a conversar de los niños !!! Uyy cuánta tela que hay para cortar!
pero que sabe que bien no hizo.
La verdad Hopla que uno hizo lo que pudo, no nos dan con el primer hijo un manual en donde a modo de recetas saber qué hacer en cada ocación. Una amiga mía decía que los primeros tres hijos deberían ser "descartables" , para aprender y luego volverlos a tener.
Después te das cuenta que "ese llanto" es de sueño, el otro es de "hambré", el otro es de " puros mimos " y los otros son de puro malcriados... Y ahí llega la abuela que tiene chapa para poder mimarlos sin tener la carga de la educación, que para eso están los padres.
Un beso, andrea.
La fe es el unico punto de apoyo en el mar tempestuoso de la vida
"Y ahí llega la abuela que tiene chapa para poder mimarlos"
JA!! Y los abuelos?????
"Tu vida puede ser la única Biblia que muchos lean."
los abuelos ???? Son lo mas!!!!!!!
Andrea.
La fe es el unico punto de apoyo en el mar tempestuoso de la vida