Alfa & Omega,07/03/10 - En el número 54 de A.J.C. Bose Road, en Calcuta, se encuentra una casa de las Misioneras de la Caridad. Allí, en una de las ciudades más miserables de la tierra, en lo profundo de un callejón oscuro, detrás de una puerta vieja, todos los días se hace la luz para multitud de niños discapacitados que acaban de venir al mundo en la más absoluta miseria.
Allí, gracias a la Providencia, ellos y sus madres pueden comer todos los días y reciben la atención médica necesaria. Pero, muchas veces, la Providencia pide manos que la extiendan, personas que se hacen barro en manos de Dios para poder acoger en su fondo las miserias de los hombres. Una de estas personas ha sido la Madre Teresa de Calcuta.
«Allí en la Nochebuena de 1993, conocí a Teresa, la monja de Calcuta». Así presenta este trabajo Mario Podestá, el fotógrafo argentino autor del libro Madre, que, con el objetivo de divulgar la obra de la Beata Madre Teresa, reeditan ahora el Grupo Intereconomía y la Fundación Crain, que, entre otras cosas, ayuda a las personas sin techo y a las madres embarazadas en dificultades.
El libro, de momento, no está a la venta, hasta la realización de una exposición basada en su contenido, cuya primera parada está prevista en Valencia, a principios de mayo. El libro recoge una colección de imágenes que reflejan el día a día de los pobres de Calcuta: niños rebuscando en basureros, familias viviendo en un trozo de acera, moribundos, leprosos agonizantes... Por eso, cuesta creer al fotógrafo cuando dice que, gracias a la Madre Teresa, «conocí otra Calcuta, la ciudad de los niños más maravillosos de la tierra, en uno de los países más maravillosos de la tierra».
¿Por qué el contraste? Lo descubre Podestá, al recordar sus conversaciones con la Madre Teresa: «Mientras ellos hablan, nosotros hacemos. Si veo un enfermo, lo curo; si veo un sediento, le doy de beber; si veo un desnudo, lo visto...» Madre Teresa decía muchas veces que hay que dar «hasta que duela».
Pero de lo que más orgullosa estaba la Beata era de haber dado en adopción a 4.000 niños que estaban destinados al aborto; y de haber recogido de las calles a cerca de 70.000 personas, a muchas de las cuales pudo ofrecer lo que llamaba el ticket de san Pedro : «Así llamamos al Bautismo», decía entre sonrisas.
De ahí, las otras fotos que aparecen en el libro: niños sonriendo, madres y voluntarios felices, Hermanas rezando ante el sagrario... Y junto a todos ellos, la presencia serena de la Madre, que, en los últimos días de su vida, escribía: «Señor, te lo he dado todo, y no es fácil. Pero a Vos te hacía falta, Señor. Te lo he dado todo. Es duro amar a todos sin reservarse a nadie. Es duro, Señor, pero sé que no estoy sola. Vos estás conmigo. Y héme aquí, Señor, como lo pides. Señor, hoy te vuelvo a dar mi Sí. Lenta, lúcida, humildemente, sola, ante Vos, en la paz de la tarde».
Para ver algunas fotografías del libro : http://www.alfayomega.es/Revista/2010/679/10_raices1.html