Hemos empezado a ver en estos días un montón de noes papales. No a la muceta. No a la enorme cruz de oro pectoral. No a la limousina. No a los zapatos rojos. No a las puntillas. No a las mitras llenas de bordados de oro. No al trono...
Y vendrán más. Esto, en mi opinión, no he hecho más que empezar.
Y uno se pone a recordar al Papa Benedicto, con sus terciopelos y armiños, con su sedes doradas y sus capas imperiales, y sus mitras, y su...
Y puede concluir: este Papa de ahora, Francisco, sí que es humilde, y no como el de antes.
Y sería un error y una mentira. Porque hay una gran humildad en obedecer a las tradiciones. Y en sentarse en una cátedra de reyes porque toca. Y en ponerse todas esas cosas que se ponía Benedicto. Es humilde no pretender gestos grandilocuentes. Es humilde extender las manos y que otro te diga lo que te toca vestir hoy.
La humildad no está en lo que uno se pone o en lo que no se pone.
Sin entrar en el corazón de las personas, que nadie conoce, tan humilde me resulta Benedicto como Francisco.
El problema es que la humildad de quien se viste de oro por obediencia o por no desentonar con un cargo es una humildad que puede percibir quien tiene ya una cierta madurez espiritual, una sensibilidad ya elaborada. Y la mayoría de la gente es incapaz de captarla. En cambio entienden bien lo de subir al autobús en lugar de la limousina.
Y el Papa está hablando ese lenguaje que los alejados entienden. Ese lenguaje que les llega a quienes están fuera.
Esencialidad. Ir a lo básico en las formas. Simplificar el proceso comunicativo. Hablar de modo que se nos entienda. "Espiritualizar" o "teorizar" poco las cosas, para que lo pillen los de lejos.
Un pobre bien formado puede ver el gran anillo de oro del Papa y besarlo con devoción. Pero un pobre de los de lejos, cuando lo vea, pensará: ¿cómo es que alguien con tanto dinero como para llevar este anillo, se dedica a predicar sobre el amor a los pobres?
Seamos realistas: hemos estado hablando un lenguaje de pobreza y sencillez que entendían los de cerca, los de dentro, y los de otras épocas. Un lenguaje para iniciados. Los de fuera nos han mirado como se mira a los hipócritas o a los marcianos. Por decir poco.
Me da a mí que el Papa Francisco va a empezar una larga lista de noes que nos va a dejar a todos con las coherencias en carne viva. Pero esto es parte del lenguaje que necesita la nueva evangelización.
Por eso la gente le ha entendido enseguida.
Porque ante las pompas papales de Pío XII -por poner un caso reciente- uno de lejos podría preguntarse si aquel representaba a los poderes de este mundo o era un verdadero profeta (y yo no dudo de que fuera esto último).
Pero ante los pies descalzos del primer Francisco, el de Asís, enmudecieron los Papas, cayeron las defensas y los ojos se abrieron como platos.
Mirad, mirad, este vídeo.
(Inspired By ESTO).
Estoy completame de acuerdo.
La criatura humana, la persona humana más humilde es María; la señora de San José, pues bien, esta señora en la tiera, le daba ordenes, al Hijo de Dios, Y, Jesús niño, se sentaría a sus pies
No es humilde sentarse, o dejar de sentarse en un trono papal, si no el modo, y, el saber, que solo Jesús es el dueño, y, el jefe de la Iglesia, y, eso lo sabía, y, lo dijo Benedicto XVI, y, lo sabe, y, lo practica, Francisco
asi que ámbos son humildes, como lo fueron los anteriores, en lo que vemos, del interior, se ocupa Dios
me encanta la crudeza de las realidades descritas por Abel y el impacto que el nuevo estilo de liderazgo tendrá en nuestra manera tradicional de ser católicos. El caldo se va espesando. enhorabuena!
Te agradezco el comentario, pero el autor no soy yo sino un bloguero que escribe muy bien, y que, aunque anónimo, se lo conoce en la red por las siglas de su blog, TEB. Te aseguro que no soy yo. Por supuesto, estos comentarios -que provienen de su blog- se publican aquí con su expresa autorización.