Aunque tanto Mateo como Lucas recogen la escena de las Bienaventuranzas y el contenido de éstas, lo hacen de manera bien distinta. No nos detendremos en Lucas sino en Mateo, tal como propone la liturgia del Ciclo A para este domingo.
Habla de una escena ocurrida en el monte. No especifica en cuál, sólo indica que "subió a un monte"; esto le da una dirección de lectura muy especial al texto: en el Monte reveló Dios su Ley; no en vano la tradición interpretante ha identificado siempre a las Bienaventuranzas como la Nueva Ley del Reino.
La proclamación tiene una estructrura de 8+1, es decir: ocho "bienaventuranzas" con un tipo de redacción y una con otro tipo; ¿cuáles son esos tipos?
Las primeras ocho bienaventuranzas hablan en general, y en tercera persona, todas comienzan con "makarios hoi...", a lo que sigue un adjetivo, o -más generalmente- verbo en participio: "bienaventurados los que...
-andan mendigando en espíritu [ptojói en pneumati]
-están haciendo duelo [penthountes]
-mansos [praeis]
-hambrientos y sedientos de justicia [peinontes kai dipsontes ten dikaiosynen]
-que tienen compasión [eleémones]
-puros en el corazón [katharoi té kardía]
-hacedores de paz [eirenopoioi]
-vienen acosados por causa de justicia [dediogmenoi eneken dikaiosynes]
Notemos que ninguna de estas caracteristicas o acciones son específicamente cristianas, ni siquiera específicamente creyentes, aunque no nos refiramos a la fe cristiana. Cualquier ser humano en la historia puede identificarse con alguna o todas ellas. Conocemos muchísimos ejemplos humanos de lucha por la justicia, de hambre y sed de justicia, de mansedumbre, de actitud cordial, etc.
Es verdad que el cristiano encuentra entre sus santos los mejores ejemplos de estas cualidadesheroicas, pero eso no excluye que se las encuentre también fuera de nuestros compañeros de ruta.
A San Mateo no se le escapa esto, por eso remarca en cada línea "hoi", "los que...", o "esos que...".
Todos ellos, creyentes y no creyentes son amadísimos por Dios, quien les ofrece como premio a su esfuerzo, a su pasión vital aquello que sólo Dios puede ofrecer, y que al mismo tiempo es lo único que puede ofrecer: se ofrece a sí mismo en ocho fórmulas que dicen lo mismo:
la posesión del Reino de los Cielos, herencia de la tierra, consuelo, saciedad, misericordia, contemplación de Dios, el nombre del Hijo Dios, y.... nuevamente la posesión del Reino de los Cielos.
¿es que se le agotó a Jesús, o a la redacción de Mateo, la creatividad? ¡De ninguna manera!:
con la repeticion exacta de "autón estin te basileia ton ouranon" (de ellos es el Reino de los Cielos) Mateo nos indica que algo llegó a su fin, que estas ocho bienaventuranzas forman una unidad, que deben ser leidas como un conjunto.
A las ocho luchas humanas -que no necesariamente cristianas- por la verdad, por la justicia y la paz, le corresponde de parte de Dios ocho maneras de autodonarse al hombre, de entregarse a sí mismo en posesión.
Sin embargo el conjunto continúa aún un par de líneas:
"Makarioi este...": bienaventurados sed vosotros...
A todo lo que es posible al hombre en general, añade Jesús un reconocimiento -que es a la vez una exigencia- dirigida a aquellos que seguimos a Jesús, que confesamos a Jesús y nos gloriamos de pertenecerle:
Bienaventurados vosotros cuando os injurien, os persigan y digan -mintiendo- toda clase de palabras malas contra vosotros a causa mía... ¡Alegraos...!
Lo que toca al cristiano excede cualquiera de las luchas humanas, tiene que ver específicamente con la imitación del propio Jesús: es la repetición y actualización de la Pasión de Jesús en nuestra vida. Y así nos encontramos tironeados por nuestra humanidad que nos lleva a proclamar en alto la verdad, la justicia, la paz, de lo que ningún cristiano puede gloriarse ni pretender que Dios lo premie por ello, cuando es algo tan propio de todo hombre sensato y normal, crea o no; y a la vez el contemplar la injusticia, no ya del mundo sino contra Jesús, nos deja del lado de soportar callados el dolor, la mentira, la persecución; y todo ello "por causa mía".
Y entonces sí, "¡Alegraos y regocijáos!"
Y si a todos los hombres se ofrece Dios como premio, dona su propio ser, ¿qué ofrecerá al cristiano? ¡No lo sabemos! sólo dice, a diferencia de en las ocho bienaventuranzas de todos los hombres, "vuestra recompensa será grande"...
¡qué grandeza no será aquella que se nos promete, si ni siquiera Dios tiene un nombre para nombrarla!
Abel, gracias, que bello y hermosura, son las bienaventuranzas, y que bueno que nos escribes, me gusta esto que dices a todo lo que es posible, añade Jesús un reconocimiento -que es a la vez una exigencia- dirigida a aquellos que seguimos a Jesús, que confesamos a Jesús y nos gloriamos de pertenecerle: Bienaventurados vosotros cuando os injurien, os persigan y digan -mintiendo- toda clase de palabras malas contra vosotros a causa mía... ¡Alegraos
Con amor
Rosy
Muchas gracias Abel, muy hermoso, gracias
Narciso