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«Vamos a la otra orilla»

XII Domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B: Marcos 4,35-41

por Lic. Abel Della Costa
Nació en Buenos Aires en 1963. Realizó la licenciatura en teología en Buenos Aires, y completó la especialización en Biblia en Valencia.
Desde 1988 hasta 2003 fue profesor de Antropología Teológica y Antropología Filosófica en en la Universidad Católica Argentina, Facultad de Ciencias Sociales.
En esos mismos años dictó cursos de Biblia en seminarios de teología para laicos, especialmente en el de Nuestra Señora de Guadalupe, de Buenos Aires.
En 2003 fundó el portal El Testigo Fiel.
22 de junio de 2009
En este Evangelio, es el propio Jesús el que invita a su Iglesia a aventurarse en el mar, y a distinguir las señales que le permiten diferenciar la fe de la desconfianza en Dios.

El Evangelio tiene un tema muy explícito, que la liturgia en conjunto se encarga de destacar: Hace una pregunta “¿quién es éste?”; pero ya antes de hacerla, la ha respondido con Job y el Salmo 106: Éste es el Señor.

Efectivamente, como dice Job: «¿Quién cerró el mar con una puerta, [...] cuando le impuse un límite [...] y le dije: "Hasta aquí llegarás[...] "?» Quizás a nosotros, hijos de un siglo que interviene en gran parte de las fuerzas de la naturaleza este argumento nos parezca poco, pero quien controla la naturaleza, ése es un dios (y eso y no otra cosa queremos ser en nuestra búsqueda de controlar sus fuerzas); así que la pregunta que se hacen los discípulos que van en la barca no deja de ser una pregunta retórica: “¿quién es éste?”; para así decir, en consonancia con Job y el Salmo: Éste es el Señor.

Ése es el tema principal, que está presente en los tres evangelios sinópticos sin grandes variaciones -en Mateo 8, en Marcos 4  y en Lucas 8-. Sin embargo, aunque en las líneas principales coinciden, hay en cada uno de los tres una específica catequesis en torno a la figura de Jesús, o en torno a otros aspectos ligados a esa figura.

¿Cómo sabemos que además de la anécdota principal -el milagro en el lago- hay en estos tres relatos una catequesis que excede esa anécdota? Porque los tres han partido de la misma narración básica, pero han “exprimido” los detalles secundarios para que a través de ellos nos forjáramos un significado más profundo de la escena, que superara la admiración del milagro.

La liturgia de este año nos propone San Marcos, así que nos limitaremos a tratar de descubrir qué catequesis elaboró Marcos con la escena del lago. Para ello, quizás venga bien comparar con los otros dos sinópticos para descubrir cuáles son las líneas explícitas, primarias, del milagro, y cuáles los detalles secundarios con los que Marcos trabajó. Encolumnamos los tres en la versión -adeuadamente literal- de Biblia de Jerusalén:

 

Mc 4

Mt 8

Lc 8

35 Este día, al atardecer, les dice: "Pasemos a la otra orilla."

 

36 Despiden a la gente y le llevan en la barca, como estaba; e iban otras barcas con él.

 

23 Subió a la barca y sus discípulos le siguieron.

 

22 Sucedió que cierto día subió a una barca con sus discípulos, y les dijo: "Pasemos a la otra orilla del lago." Y se hicieron a la mar.

 

37 En esto, se levantó una fuerte borrasca y las olas irrumpían en la barca, de suerte que ya se anegaba la barca.

 

24 De pronto se levantó en el mar una tempestad tan grande que la barca quedaba tapada por las olas; pero él estaba dormido.

23 Mientras ellos navegaban, se durmió. Se abatió sobre el lago una borrasca; se inundaba la barca y estaban en peligro.

38 El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal. Le despiertan y le dicen: "Maestro, ¿no te importa que perezcamos?"

 

25 Acercándose ellos le despertaron diciendo: "¡Señor, sálvanos, que perecemos!"

 

24 Entonces, acercándose, le despertaron, diciendo: "¡Maestro, Maestro, que perecemos!"

39 El, habiéndose despertado, increpó al viento y dijo al mar: "¡Calla, enmudece!" El viento se calmó y sobrevino una gran bonanza.

 

26 Díceles: "¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?" Entonces se levantó, increpó a los vientos y al mar, y sobrevino una gran bonanza.

 

El, habiéndose despertado, increpó al viento y al oleaje, que amainaron, y sobrevino la bonanza.

 

40 Y les dijo: "¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?"

 

 

25 Entonces les dijo: "¿Dónde está vuestra fe?"

41 Ellos se llenaron de gran temor y se decían unos a otros: "Pues ¿quién es éste que hasta el viento y el mar le obedecen?"

 

27 Y aquellos hombres, maravillados, decían: "¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen?"

Ellos, llenos de temor, se decían entre sí maravillados: "Pues ¿quién es éste, que impera a los vientos y al agua, y le obedecen?"

 

Contrariamente a lo que suele suceder entre los tres evangelios sinópticos, en este caso el más desarrollado es, precisamente, San Marcos; es el que a primera vista más nos aporta detalles secundarios y desarrollos de la escena.

El esquema básico de la narración lo tenemos en este caso representado en Mateo:

-Subida a la barca

-Repentina tempestad

-Constatación de que Jesús está dormido

-Pedido de los discípulos

-Regaño de Jesús a los discípulos/Calma de la tempestad

-Sorpresa de los discípulos ante la manifestación de quién es Jesús.

Aunque todos estos elementos están en los tres relatos, podemos fácilmente ver que lo están de distinta manera. Por ejemplo:

-en Mateo Jesús está a orillas del Mar de Galilea, en la región de Cafarnaum, y cosecha allí tal popularidad, que trata de salir de la muchedumbre, lo que motiva que suba a la barca. No se menciona que vaya a pasar a la otra orilla, sino que eso se ha dicho unos versículos antes; a su vez, la “otra orilla” a la que pasan es la región de los gadarenos, en la Decápolis, tierra claramente pagana, de la que es expulsado casi enseguida.

-en Lucas la escena no está del todo “cosida” con lo anterior; comienza el relato como una nueva sección: “cierto día estaba....”, por lo que la “otra orilla” carece de un sentido tan simbólico como en Marcos y Mateo, porque no es “otra orilla” respecto del contexto. La región a la que se dirigen es indeterminada, no la de los gadarenos sino de los gerasenos -situación desconocida, conjeturalmente identificada con la ciudad de Corsia-, en esa región ocurre el mismo incidente de la piara que narrará Mateo, pero con una salvedad: Jesús se retira de allí pero el ex endemoniado queda como “pica en Flandes”, predicando a Jesús entre los paganos, lo mismo que ocurrirá en Marcos. Está claro que tanto Marcos como Lucas han intentado suavizar el rechazo de Jesús en tierra pagana, que el más judaizante Mateo no sólo no busca suavizar, sino que se encarga de destacar lo más posible.

-en Marcos tenemos por un lado la continuidad de Mateo: la escena del lago tiene que ver con lo anterior (no como en Lucas) pero Jesús no trata de huir de la muchedumbre, sino que Marcos nos aporta un detalle secundario significativo: la de Jesús no es la única barca, sino que forma parte de un grupo. Este detalle es exclusivo de Marcos, y hay que cargarlo en la cuenta de su catequesis, forma parte de esos elementos que él quiere que recibamos -por así decir- “subliminalmente”, mientras seguimos la historia principal.

Esto es sólo un ejemplo de las diferencias entre los tres a pesar de estar contando lo mismo. Otras dioferencias las puede encontrar por sí solo el lector, siguiendo tanto el texto como el contexto más inmediato.

Concentrémonos ahora, siguiendo este mismo método, en lo que es específico de Marcos:

-Jesús explicita la intención del viaje: “pasemos a la otra orilla”

-En el contingente van varias barcas, pero se “despide a la gente”.

-Jesús duerme sobre un cabezal (detalle exclusivo de Marcos), la traducción litúrgica ahonda en la artificialidad de la nota: duerme sobre un almohadón.

-El pedido de los discípulos tiene una redacción muy propia: “¿no te importa que perezcamos?”; es más que un brote de miedo o desesperación.

 -Marcos registra las palabras con las que Jesús increpa al mar y al viento, no se limita a señalar que lo ha hecho.

-El regaño de Jesús vincula específicamente el miedo a la falta de fe, no se limita a poner en relación débilmente una cosa con otra, como hace Mateo, sino que constata que por el miedo se manifiesta la falta de fe.

-La reacción de los discípulos es descripta con términos singulares; lamentablemente, dado que nuestro idioma huye de las repeticiones, en las traducciones no se suele reflejar esta redacción propia de Marcos: “efobéthesan fobon megan”, “se atemorizaron con gran temor”. Debe notarse que, aunque la raíz fob- se relaciona con el miedo o temor, en el versículo 40 Jesús se refiere al miedo que es manifestación de la falta de fe con otra palabra, “deilía”, reservando la raíz “fob-“ para su uso específicamente religioso: el temor -creyente- que sobreviene ante una manifestación de la Divinidad.

 

De todos estos detalles, el que más me ha llamado la atención es el “motivo del cabezal”, que parece completamente gratuito: da la impresión de que sería suficiente con señalar que Jesús se hallaba dormido, como hacen los otros dos evangelistas. ¿Para qué podría haber Marcos introducido este cabezal, este objeto fuera de situación, en al escena?

Posiblemente, para que relacionemos tipológicamente la escena con otra del Antiguo Testamento; no sólo para evocar otra escena, sino para evocarla tipológicamente, es decir, en la relación de figura/cumplimiento: aquella otra escena contendría alguna clave que llegará a plenitud en ésta.

Por supuesto, el motivo del cabezal no es el único, pero es el que pone sobre aviso de la relación entre las dos figuras. El otro relato, el del AT, al que me refiero es Gn 28,10ss: la escala de Jacob.

La tipología no es la mera repetición de dos escenas; en “la tempestad calmada” no se repite “la escala de Jacob”, ni en el conjunto ni en sus detalles; sin embargo, hay elementos comunes que permiten utilizar la figura del patriarca de Israel como llave para comprender la figura de Jesús y lo que en él se manifiesta.

En el relato de Génesis, el cabezal que recoge Jacob del suelo, una piedra, resultó no ser una “mera piedra”, sino un objeto cargado de un poder sacro, tanto que justifica erigirlo luego como altar al Dios que se manifestó a través de ella; la piedra, provisoriamente vuelta cabezal de dormir, sirvió para abrir la dimensión de “mero sueño” a “sueño revelatorio”. La piedra resultará el fundamento de una “bet-El”, una “Casa de Dios”. Allí Jacob, al igual que los discípulos, “efobethe”, se llenó del temor de Dios.

Sobre estas figuras básicas -la piedra, el sueño, el temor religioso-, Marcos ha trabajado para ahondar en la profundidad del milagro del lago. Sólo que ahora no estamos en una tierra santa como la del santuario Bet-El, sino que estamos en medio de un lago a medio camino entre una tierra de Dios y una tierra pagana.

El agua, el mar específicamente, es en la Escritura el lugar donde reinan las fuerzas del mal, lo caótico e informe, que debe ser domesticado. Allí, nos dirá Marcos, no sólo se manifiesta el poder de Dios de demesticar las fuerzas que le son hostiles, sino que se manifiesta como en la escena de Bet-El: como una casa de Dios.

Cobra sentido el inicio de la escena: es Jesús el que invita a su Iglesia, no a toda la gente, pero sí a todos los suyos, a cruzar el lago, a conquistar el peligro y el lugar del caos. Por eso no hay, nos dice Marcos, una sola barca sino varias: está allí presente la Iglesia entera.

Esa Iglesia a veces se llena de miedo; no es temor sino auténtico miedo. El miedo se parece al temor, pero Jesús sabe reconocer la diferencia, y nosotros tenemos que aprender a hacerlo, porque el miedo habla de la falta de fe, mientras que el temor divino es un don que manifiesta la apertura a la auténtica fe.

¿Cómo podríamos saber la diferencia entre uno y otro? Nuevamente, es un detalle secundario de la elaboración de Marcos lo que nos da la respuesta: el modo como los discípulos se dirigen a Jesús:

«Maestro, ¿no te importa que perezcamos?» Las palabras utilizadas tienen aquí enorme importancia: se dirigen a Jesús como “Maestro” (didáskalos); no han perdido la capacidad para confesar la fe, saben quién es Jesús, pero esa confesión está vacía, porque no va seguida de la confianza en Jesús, sino que por el contrario, se dirigen a Jesús de manera veladamente acusadora, como si le estuvieran diciendo: tú, que eres el maestro, no vas a perecer, pero nosotros sí.

 

Aunque el relato habla de un recuerdo de la vida pre-pascual de Jesús, evidentemente la que allí pregunta no es la comunidad de discípulos anterior a la Pascua, sino la Iglesia nacida de la Pascua, que ya sabe quién es Jesús, pero que ante las persecuciones, ante el caos y el mal informes, sabe que su Maestro ya no percerá, pero se siente ella misma en debilidad, y no ha hecho el salto que le permita poner en Jesús su confianza, es una Iglesia que vive de la fórmula de la fe, pero tras esa fórmula carece de la profundidad de la fe.

Jesús denuncia esa duplicidad que -¡ay!- tantas veces ataca a su Iglesia: no vale llamarlo “maestro” si tras ese título hay desconfianza en el designio de Jesús de llevar a los suyos al puerto deseado.

 

Por eso antes de hacernos acereedores del regaño de Jesús conviene volver una y otra vez a meditar en el simple cabezal que -incluso en medio del sueño- resultaba ser la puerta por la que se accede a la Casa de Dios.

Comentarios
por omar (i) (67.84.225.---) - mar , 23-jun-2009, 03:33:58

no cabe la menor duda,que la fuerza de su bendito espiritu sigue muy presente
en medio de su pueblo,juntamente con nuestra querida madrecita maria.
ruega por nosotros santa madre de dios,para que seamos dignos de alcanzar
las gracias necesarias,su amor la esperanza y la caridad por los siglos de los
siglos ...amen.

por MYNOR SABAN (i) (190.149.76.---) - mi , 27-ene-2010, 01:17:26

TE FELICITO POR EXELENTE COMENTARIO QUE NOS AYUDA A COMPRENDER MAS SOBRE LA
LECTURA BIBLICA, VAMOS A LA OTRA ORILLA Y LA COMPARACIÒN SOBRE LA REALIDAD QUE
VIVIMOS SIGUE ADELANTE.... QUE DIOS TE SIGA BENDICIENDO 15533

por Rosy (189.164.213.---) - lun , 14-feb-2011, 03:25:08

Abel que hemoso escribes, y detallas ciclo B Marcos, 4. 35-41 efectivamente lo que dice Marcos esta mas bien o mejor expresado que Mateo o Lucas y cl dices. Aunque el relato habla de un recuerdo de la vida pre-pascual de Jesús evidentemente la que allí pregunta no es la comunidad de discipulos anterior a la Pascua sino la Iglesia nacida de la Pascua, sino la Iglesia nacida de la Pascua , que ya sabe quien es Jesús, pero que ante las persecuciones, ante el caos y el mal informes , sabe que su Maestro ya no perecerá, "pero se siente ella misma en debilidad" y no ha hecho el salto que le permita poner en Jesús su confianza, es una Iglesia que vive de la formula de la fé, pero tras esa fórmula de la fe, pero tras esa formula carece de la profundidad de la fé.

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