No hay duda de que la angelología es un tema extremadamente difícil para nosotros, que partimos de una consideración fundamentalmente material y fenoménica de la realidad.
Doctrina
Efectivamente, están comprendidos en la proposición del Credo: "creador de todo lo visible y lo invisible", tal como lo señala Pablo VI en el Motu proprio "El Credo del Pueblo de Dios": "Creemos en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Creador de las cosas visibles —como es este mundo en que pasamos nuestra breve vida— y de las cosas invisibles —como son los espíritus puros, que llamamos también ángeles— y también Creador, en cada hombre, del alma espiritual e inmortal." (CPD, #8).
Desarrollando un poco más esa afirmación, lo que la fe pide creer sobre ellos se resume en el Catecismo de la Iglesia Católica nn. 328-336: espíritus puros, personales, al servicio de Dios o expulsados de su presencia, pero creados en bondad (demonios), que realizan "encargos" divinos (de allí el nombre de "ángel", mensajero), uno de los cuales es precisamente acompañar la vida de cada hombre expresando el cuidado y la solicitud divina con cada ser humano (ángel de la guarda).
El sentido de la fe en los ángeles se resume muy bien en una frase del mismo catecismo, con el que cierra la cuestión: "Desde esta tierra, la vida cristiana participa, por la fe, en la sociedad bienaventurada de los ángeles y de los hombres, unidos en Dios." (CIC, #336)
Hasta aquí lo que dicen los documentos, que no desarrollan mucho más. Precisamente ese "no desarrollan mucho más" es muy significativo, y tiene relación con lo que señala X. Pikaza: con la centralidad de la mediación de Cristo, la angelología pierde su importancia, y es perfectamente adecuado que la pierda. Es significativo que no encontrarás prácticamente ninguna mención más a los ángeles en todo el catecismo, fuera de los números mencionados que los tienen como tema, y los temas naturales que aparecen ya en el NT de los anuncios angélicos a María y a José.
Existencia
La pregunta "¿existen los ángeles?" no tiene ninguna respuesta, porque es un oxímoron, una frase sin significado. La noción de existencia, para nosotros, es una noción ligada al presentarse material de las cosas, algo "existe" en cuanto puede ser señalado y delimitado. Por tanto las preguntas "¿existen los ángeles? ¿existe Dios? ¿existe el mundo sobrenatural?" las puedes hacer, pero no podrás responderlas.
¿Son reales los angeles? Sí, son reales, en tanto creaturas de Dios, pero nuestro acceso a la realidad del mundo del espíritu es siempre a través del símbolo, por tanto todo lo que podemos establecer sobre ellos se mueve en la analogía del lenguaje, en su dimensión poética: imaginamos los ángeles como una corte celestial, que rodea a Dios, y lo ayuda en sus tareas. Es correcto imaginarlo así, mientras no pensemos que a Dios lo "rodea" ninguna "corte".
El ángel de la guarda
Ciertamente que la solicitud de Dios para con cada uno de nosotros justifica profesar la fe en los ángeles de la guarda. Luego vienen las tonterías y los infantilismos, como imaginar que el ángel de la guarda me consigue plaza de aparcamiento (eso lo he escuchado yo de gente muy devota, y no lo decían en broma), con lo cual la fe en el ángel de la guarda se convierte en instrumental e interesada. Te das cuenta que se cruza la raya con mucha facilidad: la fe en los ángeles expresa y testimonia nuestra confianza en que con Dios estamos en buenas manos. La fe infantilizada invierte los términos: es Dios quien está en nuestras manos teniendo que conseguirnos aparcamiento porque somos sus devotos.
El demonio
La fe en la realidad demoníaca parte siempre de la fe en la realidad angélica: sea lo que sea el mal, es siempre inferior y secundario respecto de la creación: la creación es íntegramente buena, y todo lo que hay en ella de ser, lo hay de verdad, de bondad y de belleza. No hay lugar para ningún "mal sustancial". El mal es siempre mal moral, es decir, siempre es una perversión de la conducta, en los seres humanos y en los ángeles, no hay nada ni nadie que "sea" malo, porque "ser" y "mal" son mutuamente excluyentes.
Digamos que si no fuera real el demonio, habría que inventarlo, porque es el único modo de expresar que la creación de Dios no tiene reservado ningún lugar esencial para el mal.
Fuera de esto, pasa con él lo mismo que con todo el mundo del espíritu: no cabe en nuestro lenguaje deíctico (hecho de señalamientos con el dedo), y sólo podemos referirnos a él por simbolos que deben mantenerse en la nebulosa del lenguaje mítico y poético, el único adecuado al mundo del espíritu.
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He reducido tu pregunta a lo que entendí que querías preguntar, y he sido muy breve porque el tema es demasiado amplio. Cualquier cosa continúa en los comentarios, y si hace falta desdoblamos en una nueva cuestión.