La expresión bíblica los tiempos últimos suele ser "lo último de los días" (ésjaton ton hemerón, Hb 1,2), "los últimos días" (esjatais hemerais 2Ti 3,1), "el final de los tiempos" (ésjaton ton jronon 1Pe 1,20); a veces incluso traducimos como "mundo" (que para nosotros es un lugar) expresiones que en su original están ligadas al tiempo, como en Lucas 20,35, que solemos entenderlo como "en aquel mundo", cuando en realidad en griego dice "en aquel tiempo" (aion ekeinos); la palabra misma "tiempo" (aión, eón) tiene ese doble sentido de tiempo y espacio (mundo); por ejemplo, en Mt 28,20 "synteleias tou aionos" puede traducirse como "[estaré con vosotros] hasta el fin de los tiempos" o "hasta el fin del mundo", indistintamente.
Todas estas expresiones son, en realidad, completamente equivalentes entre sí, y remiten al mismo acontecimiento.
No, no hay por tanto diferencia entre el fin del tiempo y el fin del mundo dentro de la representación bíblica de la escatología futura. En último término todas estas expresiones evocan, en expresiones muy plásticas, la irrupción definitiva del tiempo de salvación, que por tanto es ya otro tiempo distinto a este tiempo de la predicación y la toma de decisión. Para representarnos la distancia entre este tiempo/mundo y el otro usamos habitualmente la expresión teológica "ya pero todavía no", es decir: sí, es verdad que la irrupción de la salvación se realiza en Cristo, en su Pascua, sin embargo no es posible hablar de su consumación más que en la tensión de la espera.
Pretender discernir si ello implica un cambio o no en el espacio es ir mucho más allá del alcance de las imágenes bíblicas.